José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Nostalgia de Arbejal     

16/07/2021

Este año no ha podido ser y bien que lo lamento. El año pasado, por estas fechas, tuve la ocasión de disfrutar de unos días de descanso en Arbejal, pequeña localidad norteña de nuestra provincia. Enclavada dentro del parque natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina, es un lugar ideal en el que respirar aire puro, aprovechar paseos reconfortantes, cultivar lecturas sin distracción,  percibir aromas de naturaleza, dormir noches de manta y frescor a la vera del Pisuerga. Son momentos inolvidables y de recuerdo siempre grato.
Los amaneceres eran deliciosos, los atardeceres hermosos y los trinos de los pájaros amenizaban la paz y el sosiego tantas veces añorado en la ciudad. Una delicia al alcance de quienes quieran reponer buenas energías para afrontar el quehacer urbano después de las vacaciones estivales. Qué agradables visitas a Cervera, qué baños refrescantes en el pantano de Ruesga, qué magníficos encuentros con tantos y maravillosos paisajes, en definitiva, todo ello me provoca añoranza y el deseo de un próximo y seguro reencuentro. 
Pero no puedo ni quiero dejar de mencionar a sus gentes, a mis amigos de comidas en el campo, meriendas en el jardín y caminatas por sus bosques. Cómo me iba a olvidar de Montse y Manolo, tan amables y dispuestos –todas las mañanas Manolo nos llevaba verdura recién cortada de su huerto-; cómo no mencionar a Marta y José Antonio, siempre atentos y  considerados  -organizaron una comida  de campo espléndida, con todo tipo de comodidades-; cómo omitir a Álvaro, al que considero como un hijo; tampoco puedo dejarme en el tintero a Alvarito, propietario del restaurante Gariba, dicharachero y cordial, simpático y afectuoso. Son imposibles de mejorar tan amenos y gratos  momentos y veladas gozadas. Son una pequeña, pero muy acogedora,  familia de leales amigos. Todos ellos hicieron de nuestras vacaciones días inolvidables e irrepetibles.
Una sonrisa espontánea me provoca la estampa inigualable de un jovial y saltarín armiño que, cada mañana, nos visitaba curioso y juguetón. Arbejal me evoca todo lo bueno que uno pueda desear.