En el corazón de la tragedia

J. Benito Iglesias
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El bombero jubilado y experto en rescates con unidades caninas Paco Pérez Rivas regresa del voluntariado con Cruz Roja tras 7 días llenos de emociones en La Palma

En el corazón de la tragedia

Todavía con ceniza en los ojos y ocho horas antes de embarcar en un ferry de regreso a la península, el palentino Paco Pérez Rivas, -ya en casa desde ayer- habla con DP  y apenas puede contener las emociones acumuladas en siete días como voluntario de Cruz Roja en La Palma, isla canaria que lleva más de un mes sufriendo los efectos devastadores de una lava que fluye sin piedad desde un volcán en plena erupción. Curtido en mil batallas, este bombero jubilado experto en rescates de personas sepultadas en catástrofes como terremotos -su trabajo en Haití fue inmenso- no se toma un respiro en su ingente apoyo humanitario en situaciones límite.

Tan solo llevaba una semana de resuello en la capital, cuando su hija Alhena, psicóloga y  técnico de Intervención Social en Cruz Roja Palencia, le habló de la necesidad de voluntarios en La Palma. Apenas pudo deshacer la maleta ya que, tras ofrecer su ayuda y pensando que tardaría en acudir, le llamaron de inmediato. «Venía de cerrar un ciclo de tres meses en EEUU impartiendo cursos de formación en rescates con unidades caninas», recuerda. Ironías del destino, allí sufrió en septiembre la tormenta tropical Ida con 63 víctimas y mucha destrucción por las trombas de agua, aparato eléctrico y tornados en la costa este de los estados de Nueva York y Nueva Jersey.

Ya en el epicentro del volcán canario, relata que en la zona afectada toda la ayuda resulta escasa. «Es desolador, se necesitan muchas manos y la verdad es que los palmeros lo están pasando muy mal. No se ha movilizado al grupo de Bomberos Especialistas de Castilla y León y hubiésemos hecho un buen papel. En mi caso, estuve con un equipo de rescate, ahora relevado por otros voluntarios, que accedió la zona de exclusión con los vecinos que iban a ser desalojados y apoyamos en la recogida de unos pocos enseres. También limpiamos la ceniza que desprende el volcán y se acumula en los tejados y azoteas de las casas para evitar su colapso», narra.

En el corazón de la tragediaEn el corazón de la tragediaSu labor es clave para que no se pierdan más edificaciones aún en pie, revisando las estructuras de varias edificaciones. «Hay terremotos constantemente y pueden estar dañadas. En las que tienen cubierta de uralita 10-12 centímetros de ceniza, que es como arena, es mucho peso y pueden hundirse cuando estamos trabajando o los vecinos retiran los pocos objetos personales que pueden llevarse», explica.

El lado humano. «Ver llorar sobre todo a gente mayor que lo ha perdido todo en un instante emociona mucho y el último día de voluntariado en la isla fue muy duro para todos. Una parte la dedicamos a ayudar a retirar documentación de las casas o lo más básico de una zona en peligro por el discurrir de la lava y la tristeza en los rostros de esta gente era enorme, ya que no saben qué puede depararles el futuro», argumenta con la voz entrecortada.

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A pesar de los duros años de trabajo y actuaciones de gran esfuerzo físico como bombero profesional, los rescates en alta montaña en su día y las intervenciones en terremotos en distintos países y derribos de edificios con gente sepultada debajo, la parte física es la que menos le preocupa a Paco Pérez Rivas. «Lo psicológico es  lo que te toca más de lleno y los equipos de Cruz Roja en este ámbito hacen una labor encomiable. Cuando ves a alguien que ha luchado toda su vida por tener una casa y solo saca un despertador te marca mucho. Los isleños están totalmente bloqueados y sin saber qué hacer. Si te lo permiten, les orientas haciendo un ejercicio de lo que tú rescatarías de tu domicilio en un desastre natural o de otro tipo si te dicen que en 15  minutos tienes que evacuar», concluye con una mezcla de solidaridad y tristeza.