Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


El Renacer de las velas

09/06/2022

El viernes en la plaza de la Catedral hubo un encuentro de los palentinos con su seo. El Renacer de las velas, conmemoró los 700 años que cumple. En palabras de Marcelino García Velasco, catedral nuestra, hermosa y humilde, esplendorosa y abandonada del ruido turístico y otros oficios, mayúscula y recogida en el abrazo del desconocimiento. Buena idea hermanar juventud y madurez, el chelista Daniel Acebes y Marcelino. Unir armonía musical y ritmo de palabras, acertada elección. Daniel interpretó a Bach, superándose  a medida que avanzaba en el repertorio elegido. Su expresiva Ilusión y esfuerzo le llevarán lejos. Palencia, cuna de poetas de renombre,  puede, también, destacar en este campo. Enhorabuena, Daniel y, ¡adelante! La palabra al viento de nuestro poeta mayor, que sigue en la brecha de su vocación poética, descubierta a los 16 años cuando, con timidez de novel, le pidió a José María Fernández Nieto, querido amigo jamás olvidado, que leyese sus versos. Lo hizo con interés. Y la amistad y el generoso ánimo de su mentor le llevaron a iniciar una trayectoria llena de premios, libros y reconocimientos.
Marcelino es,  doy fe de ello, un hombre que nunca siente motivo de orgullo, pues toma aquello que le llega como regalo de los dioses del Olimpo y lo asume con la humildad que le caracteriza.  El tiempo compartido, la rotunda  belleza de música y palabra, creó un clima de sentimientos personales que los asistentes reflejaron en unas tarjetas, con lapicero plateado que se movía empujado por un viento interior. En ellas cada uno dejó, deseos, felicitaciones o saludos para quienes, dentro de otros 100 años, en 2.121 podrán leer cuando se desprecinte la cápsula del tiempo en la que el día tres se depositaron. El acto estuvo iluminado, es un decir, con 5.000 velas que formaban el número 700. Un decir pues, por mucho que se afanaron voluntarios para encenderlas, el viento travieso y juguetón, las apagaba como si soplase la tarta de cumpleaños.
El poeta finalizó su honda  lectura con estas palabras: Qué no dirá, qué no sentirá un templo tan mágico como este nuestro, como esta catedral que no se siente desconocida porque a voz en grito avisa orgullosa: Aquí estoy, miradme bien, porque con 700 años derramo hermosura.