Apostaba Javier Guillén, el director general de la Vuelta a España, en la presentación de la novena etapa Base Militar Cid Campeador en Castrillo del Val-Aguilar de Campoo por una jornada movida, de lucha, con o sin viento. 
Era un brindis al sol. Muchos, sin necesidad de entender en exceso de ciclismo, se hubieran jugado una parte de su patrimonio apostando por lo contrario. Ocho días de guerra constante, con llegadas en alto o a pocos kilómetros de meta, una tensión enorme en el pelotón y al noveno día, el de ayer, llegaba una jornada con perfil totalmente llano. Sprinter, de los pocos que hay en el pelotón, y sus correspondientes equipos y cazaetapas la tenían marcada en rojo. Ineos, Jumbo y Movistar, que se juegan la Vuelta, coincidieron en declarar un alto el fuego.
«Las balas no dan miedo, sino su velocidad», argumentaba Guillén para justificar su pronóstico, repitiendo las palabras de Fernando Escartín, el diseñador de la etapa. Cierto es, pero sin pólvora tampoco hay velocidad. Y no lo es menos que hasta el propio excorredor oscense pronosticaba en el libro de ruta una etapa con posible sprint masivo. Y también es cierto que Escartín rechazo la propuesta del CCAguilarense que le proponía dos circuitos finales movidos, con el paso por el pantano y la ascensión a Valle de Santullán. Quedó rechazada porque quería una etapa tranquila y más con la que se avecina con las dos jornadas asturianas con las metas en la Farrapona y Angliru.

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