Acostumbrados a que las borrascas dejen a su paso por la provincia lluvia y nieve, los palentinos se sorpendieron ayer al ver que Celia, que así se llama el temporal que azota España estos días, venía cargada de polvo sahariano o calima directamente traído desde África.  Tanto la capital como la provincia amanecían ayer cubiertas de polvo marrón y bajo un apagado cielo entre el naranja y el gris que bien parecía estar bajo un filtro de Instagram. Desde primera hora, los servicios de limpieza de Urbaser se afanaban en despejar de polvo las aceras más concurridas y los parques, mientras que los ciudadanos que debían utilizar su vehículos se cuidaban de despejar el parabrisas, y los comerciantes y hosteleros en dejar libre de tierra, al menos, la entradas y terrazas. 

Una estampa que no pasaría de anécdota si no fuese porque la calima es un peligro para la salud. De hecho, el nivel de partículas finas de polvo en el aire provocó a lo largo del día un paulatino empeoramiento de la calidad del aire que llevó, a las 18 horas, a volúmenes «extremadamente desfavorables».  331,111 microgramos por metro cúbico en Guardo y 296,892, en la capital, cuando la OMS marca como límite 45.

Por este motivo, la Junta de Castilla y León aconsejó a los grupos de riesgo y personas sensibles por tener, por ejemplo, enfermedades cardiorrespiratorias o alergias graves deberán considerar reducir las actividades prolongadas y enérgicas al aire libre, mientras que el resto de la población debe vigilar la aparición de síntomas como tos, irritación de garganta, falta de aire, fatiga excesiva o palpitaciones.

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