Y con los niños, ¿qué hacemos?

A. Benito
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Muchas familias hacen todo tipo de malabares para conciliar porque, aunque los colegios y las guarderías están cerrados, las obligaciones económicas y laborales no desaparecen

Y con los niños, ¿qué hacemos? - Foto: Juan Mellado

Hielo, la tienda de alimentación de Jennifer Méndez, abrió sus puertas el pasado mes de noviembre en Palencia. Josué Romero, su marido, trabaja en la factoría de Renault. Paula y Vera son sus hijas, dos niñas de 6 años que, desde hace tres semanas, tienen que hacer los deberes en el comercio de su madre. «Al prestar un servicio esencial, no he dejado de trabajar en todo este tiempo. Josué estuvo el principio en ERTE, pero cuando le llamaron de Renault para el turno de mañana no pudimos decir que no», indica la joven.


Su situación es la de otras muchas familias obligadas a hacer todo tipo de malabares para conciliar porque, aunque los colegios y las guarderías están cerrados, las necesidades económicas y las obligaciones laborales no han desaparecido. «Realmente, nos sentimos afortunados de que hayan llamado a mi marido para trabajar, pero lo cierto es que las familias nos sentimos un poco desvalidas. La conciliación en España nunca ha existido y, ahora, mucho menos», expresa Méndez.


Victoria Díaz y Sergio Andrés viven en San Quirce de Ríopisuerga, muy cerca de Alar del Rey, donde ella regenta un estudio de fotografía y él una correduría de seguros. Tienen dos hijos, Lucía y Darío, de 6 y 3 años, respectivamente. «Sergio ha seguido trabajando porque su negocio fue considerado servicio esencial. Yo, a día de hoy, sin colegio, sin guardería y sin nadie que pueda hacerse cargo de los enanos, no puedo abrir», apunta la joven, que durante este tiempo ha dedicado la mayor parte del día a día a atender a sus hijos.

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En este sentido, tanto Victoria Díaz como Jennifer Méndez coinciden al señalar que los menores «necesitan» volver al colegio. «Ellos están descolocados y los padres hemos perdido la paciencia», asegura la primera al tiempo que confiesa que para que la mayor haga los deberes, tiene que estar «encima de ella» y dejar al pequeño «enchufado a la televisión». Por eso cree que se deberían articular «políticas de conciliación reales» y medidas que permitan a los menores «volver a estar con sus iguales». 


La segunda, por su parte, tiene que levantar a sus gemelas a las 7,30 de la mañana para llevarlas a la tienda. «Al principio se lo tomaron como un juego, pero ahora están cansadas y se comportan como niñas que son, algo que mucha gente no entiende», señala Méndez sin dejar de recordar la exposición al riesgo que esto supone para Paula y Vera, pero defendiendo también que «habrá que aprender a convivir con este virus». 


Ambas madres descartan la posibilidad de contratar a alguien para que cuide de sus pequeños, por el desembolso que ello supondría, y ahora que llega el verano otra de sus preocupaciones es qué hacer con ellos si no hay campamentos ni otro tipo de actividades. «El colectivo Malasmadres está tratando de trasladar estas reivindicaciones a las diferentes instituciones», señala finalmente Jennifer Méndez.