Una segunda vida para la histórica La Gomila

Diario Palentino
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La pandemia cerró las puertas del local de dos amigos, Agustín y César, propietarios de otros negocios conocidos en la ciudad como Quasar. Ahora, desde la calle San Juan de Dios, recuperan el arraigo y la singularidad del mítico bar

Una segunda vida para la histórica La Gomila

Agustín, con experiencia administrativa y mente emprendedora, y César, con experiencia, habilidades y pasión por la hostelería, forjaron sin darse cuenta una amistad y juntaron sus caminos allá por 1992. Así, decidieron lanzarse a un proyecto común en la calle Rizarzuela, una calle de larga tradición -la antigua zona vieja. Su idea era ofrecer un espacio diferente y un ambiente agradable en el que jóvenes y no tan jóvenes se encontraran como en casa. Así, un poco a la aventura y sin intención, surgió La Gomila, un pequeño local con su inconfundible fachada de ladrillo, ventanas con arcos de medio punto, dentro de la barra una gran alacena y diferentes elementos decorativos, todo ello de otra época, con la música como toque diferencial. 

 Por allí pasaron varias generaciones de palentinos y, sobre todo, buenos amigos. Muchos de ellos han continuado pasando a revivir buenos momentos pues fueron años entrañables e inolvidables. Famosos eran los decorados del local con motivo de los carnavales o la Navidad y tantas anécdotas. Por aquí pasaron Estopa, Elena Anaya y Santiago Segura, entre otros.

La Gomila fue el germen de lo que después se tradujo en la apertura de El Némesis, en el Seminario -otra de las zonas de ocio más importante de la ciudad- y, más tarde vendrían otros proyectos arriesgados y ambiciosos pero ya lejos de la ciudad de Palencia. Le dieron muchas vueltas al hecho de salir de su ciudad y emprender en otro lugar: los viajes, los desplazamientos e ir a Málaga resultaba muy complejo y estaban llenos de dudas. Eran muy jóvenes y eso se convirtió en otro reto a superar. Pero encontraron lo que buscaban y lo sacaron adelante. De esta forma vivieron diferentes experiencias empresariales que los mantuvieron inmersos en unos años frenéticos. 

Las prioridades de la vida les llevaron de vuelta a Palencia. En 2006 llegó el Pequeño Buda, nuevamente en la calle Rizarzuela, y, algo más tarde, una propuesta más moderna despegó. «Empezamos a notar las ganas de salir de la gente y nos arriesgamos esta vez por la discoteca Quasar, que atrae a otro tipo de público. En esta sala se ofrece un tipo de ocio que proporciona más disfrute, con actuaciones en directo, así como exhibiciones de bailes de salón y, en momentos puntales, catas de vino con catering», aseguran. Las razones para compartir proyectos con amigos son innumerables, las iniciativas con otras personas tienen un sabor diferente y aspectos positivos. Además del grado de esfuerzo y aporte de energías, todo ello a tener siempre en cuenta, se aportan puntos de vista, ideas, valores y complicidad, sin olvidar que el compromiso y el trabajo en equipo es clave para poder construir un proyecto con un mismo objetivo. 

Con la manida frase de que «las crisis son oportunidades», la de la covid-19 ha hecho que durante la pandemia en La Gomila se pusiera el cartel de cerrado y tocara reinventarse. «No sabíamos que iba a pasar, meses de incertidumbre a nivel global. Transcurría el tiempo y llegó el punto de inflexión, no se podía continuar allí, contábamos con el gran hándicap de tener un local pequeño y las medidas de seguridad apuntaban a distancia social, espacios amplios y abiertos. Se tomó la decisión de abandonar, cerrar las puertas, darle una vuelta al negocio y volver a abrir en otro lugar que pudiera encajar con la situación actual», afirman. Todo cambió sin tener claro que esto pudiera llegar a algún sitio, pero con la ilusión de salir adelante.

Las ideas iban y venían, intentando usar la cabeza y la experiencia con tenacidad. Todo eso, y algo de suerte, hizo que al cabo de un año, coincidiendo con la jubilación de Francisco -gerente del mítico BarsKet- se plantearan reiniciar La Gomila en ese estupendo local, amplio y bien ubicado. No dudaron que habían encontrado el sitio ideal para recuperar sus inicios.

«A finales del 2021 comenzamos con la reforma del antiguo Barsket de la calle San Juan de Dios, eje de otra de las zonas calientes de ocio, junto a la plaza de San Lázaro, para reinventar La Gomila, con gran arraigo local, que además mantiene recuerdos referentes al pasado, a través de imágenes que fueron tomadas en una época anterior. Todo ello combinado con una decoración constituida por materiales muy visuales que encajan a la perfección con el estilo del local, más acorde al público que predomina en la zona, sin olvidar la iluminación, parte fundamental que aporta una atmósfera con la que los clientes disfrutan», explican.

Aunque en algunos momentos hablan de tomar un respiro, la intuición de Agustín, que le da la experiencia para conseguir objetivos concretos, y sus ganas e interés por afrontar nuevos retos hace que no pare de plantearse nuevos proyectos. Por su parte, César, excelente persona, siempre operativo, con actitud positiva y por la confianza que le une a Agustín, apoya incondicionalmente cada paso y da el empujón definitivo. «Renovados y con fuerza, al final el esfuerzo se ha convertido en una realidad, esperamos conquistar la memoria de los clientes de siempre y reactivar sus recuerdos. Además, celebraremos la llegada del nuevo público que se quiera acercar a tomar una buena copa o una cerveza y pasar un rato que les genere buenas sensaciones a través del oído, la vista, el tacto y el gusto, dentro de un buen ambiente en el que no puede faltar la buena música», añaden.