Nueve de cada diez municipios corren riesgo de desaparecer

A. Benito
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La FEMP clasifica así a los pueblos de menos de mil vecinos. 171 de los 191 ayuntamientos palentinos no alcanzan esa cifra

Nueve de cada diez municipios corren riesgo de desaparecer - Foto: eva garrido

Calles vacías, plazas vacías, bares vacíos, parques vacíos... La que ha sido una de las consecuencias más visibles del confinamiento por el Covid-19 es una imagen que se repite en buena parte de la España rural desde hace muchos años. Eso es lo que ha querido manifestar la Asociación Española Contra la Despoblación (AECD) en su última campaña de la mano de la agencia La Despensa y a través de imágenes de fotógrafos documentalistas cedidas para este proyecto.


«A todos nos ha dolido ver fotografías de las ciudades vacías y los negocios cerrados. Sin embargo, esa es una realidad habitual para más de la mitad del territorio del país», declara Lidia Díaz, presidenta de AECD. Y es que, de los 8.131 municipios existentes en España, 5.007 tienen menos de mil habitantes, según el padrón a 1 de enero de 2020. Dicho de otro modo, seis de cada diez (62 por ciento)  están en riesgo de extinción, teniendo en cuenta el criterio de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que considera muy complicado que por debajo de ese límite, en la tesitura actual, un municipio vuelva a coger impulso.


La situación es aún más dramática en Palencia, donde tan solo 20 de los 191 municipios que integran la provincia superan esa cifra. Es decir, 171 no llegan al millar de vecinos. Estrechando un poco más el foco, 72 no alcanzan tan siquiera el centenar de vecinos, y de los 99 restantes, 89 tienen una población menor de 500. 

Nueve de cada diez municipios corren riesgo de desaparecerNueve de cada diez municipios corren riesgo de desaparecer - Foto: EVA GARRIDO


Por lo tanto, de los 160.980 habitantes que tiene la provincia, 127.500 viven en municipios que aún no corren riesgo de desaparecer, o lo que es lo mismo, el 80 por ciento de la población palentina habita en una veintena de entidades municipales de más de mil habitantes (incluida la capital que con 78.412 vecinos aglutina el 60 por ciento de la cifra), mientras que el veinte por ciento restante (33.480) lo hace en aquellas cuyo tamaño es menor. 


Además, hay que tener en cuenta que de algunos ayuntamientos dependen numerosas y despobladas pedanías en las que cada vez se hace más difícil vivir, por lo que si hablamos de pueblos, y no solo de municipios, son muchos más los que de aquí a unos años acabarán por desaparecer dado el continuo envejecimiento de su censo demográfico y el mínimo o nulo relevo generacional.


Pero, ¿por qué establecer el corte en los mil habitantes? Considera la FEMP que cuando se baja de esa cifra es, generalmente, porque las generaciones más jóvenes se han ido a las ciudades más importantes del entorno, a las grandes capitales españolas o a otros países en busca de oportunidades. En ese tipo de localidades, en un plazo más o menos largo, el envejecimiento solo puede cristalizar en su definitiva desaparición, derivada del paso del tiempo y del fallecimiento de estos vecinos entrados en años.

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Cabe mencionar, en este sentido, que en los últimos años el desequilibrio demográfico territorial se ha agravado en España, también en las provincias pequeñas como Palencia, ya que cada vez son más los municipios que pierden población y subsisten con menos de mil habitantes, pero su peso poblacional en el conjunto del mapa es progresivamente menor. De hecho, más del 60 por ciento de los municipios españoles concentra únicamente el 3,15 por ciento de los habitantes del país. 


Por eso, además de denunciar la situación de olvido de estas regiones, la campaña impulsada por la AECD anima a habitar de nuevo nuestros pueblos en un momento en el que la gente se está planteando nuevas alternativas de vida. De hecho, la asociación ha notado un gran aumento de personas interesadas por la España deshabitada. «Las llamadas y correos electrónicos durante este mes se han triplicado, así como las visitas a la página web, www.repoblacion.org», aseguran desde el colectivo.


Esta estrategia sigue la misma línea que la iniciativa lanzada hace unas semanas por la Diputación, que bajo el lema Todo va a cambiar. Volver a ser, Palencia, presenta a la provincia como alternativa ambiental, laboral y habitacional. Y es que la actual situación puede ser una oportunidad para relanzar el medio rural, aunque para eso, tal y como señalan muchas de las personas que habitan en los pequeños municipios, se necesita también una apuesta clara por el desarrollo de ciertos servicios como Internet.

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Precisamente, desde la AECD apuntan al teletrabajo como opción para repoblar los pueblos, «pero es necesario que las administraciones se comprometan a agilizar las tramitaciones que permitan a estos municipios acceder a una conexión de alta velocidad y estable», matizan. «La falta de infraestructura es uno de los frenos a la repoblación, pero no es el único. El segundo es el acceso a la vivienda, ya que gran parte de estas localidades son segunda residencia y no hay casas en alquiler. A ello se suma la falta de servicios educativos, médicos y culturales», añaden.


En base a los datos del INE, las regiones más amenazadas por el fenómeno de la despoblación son Castilla y León y Castilla-La Mancha. Algunos de los municipios palentinos cuya situación es más que crítica son Villodre (18 habitantes), Villarmentero de Campos (17), Tabanera de Valdavia (27), San Cristóbal de Boedo (22), Requena de Campos (18), Pozo de Urama (24) y Boada de Campos (17).

 

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Emilio Calvo (Villaprovedo): «Las carencias son cada vez mayores en el medio rural»

Emilio Calvo estudió alemán, enología y microinformática, pero actualmente trabaja como responsable de almacén en una empresa de reciclado ubicada en Osorno La Mayor. Su actual situación le permite vivir en Villaprovedo, un municipio con algo más de sesenta habitantes censados, pero en el que, a lo sumo, vive una quincena de vecinos durante todo el año.


Aunque este joven de 27 años se considera un afortunado por poder residir en su pueblo, reconoce que «las carencias son cada vez mayores», de ahí su pesimismo respecto al futuro del medio rural. «Con todo esto del coronavirus han cerrado el consultorio y nuestra sospecha es que quieren aprovechar la situación para no volverlo a abrir», indica Calvo al tiempo que asegura que las diferentes instituciones están dejando morir a los pueblos negándoles servicios o derechos «tan básicos hoy en día como Internet».

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«Por si fuera poco, hay quienes pretenden imponernos proyectos como el de las macrogranjas porcinas como si esa fuera la solución a la despoblación», continúa el joven al tiempo que critica el abandono al que se ven sometidas «no solo las personas, sino también el patrimonio del medio rural».


«El confinamiento se ha notado poco en pueblos como el mío, donde cada vez hay menos gente», afirma Emilio Calvo que cree que el futuro que le espera a las pequeñas localidades es convertirse en lugares de segunda residencia. «Me encantaría quedarme, pero todo dependerá del trabajo», concluye.

 

Mayte Carmona (Quintanilla de Onsoña): «Tenemos localidades que han ganado habitantes»

Mayte Carmona llegó a Quintanilla de Onsoña hace veinte años. El municipio tiene en la actualidad 180 habitantes distribuidos en seis pueblos. Algunos han perdido población, pero otros la han ganado en los últimos años, por lo que no es tan pesimista de cara al futuro. 


«Tenemos jóvenes y niños, alguna familia que ha venido de la ciudad y una casa rural que funciona bien», expresa la alcaldesa de Quintanilla que, eso sí, cree que la mayor necesidad es la de mejorar la calidad de las conexiones a Internet. 


Para Carmona, lo mejor de vivir en un pueblo es la tranquilidad, poder disfrutar del campo y el contacto con las personas. «Antes del confinamiento ya hacía la compra a la gente mayor», continúa al tiempo que agradece el apoyo de la Diputación. Respecto al trabajo, ve compatible vivir en un pueblo y desplazarse para trabajar, «como hacen en muchas ciudades».

 

Óscar Tejido (Santiago del Val): «Más allá del marketing, los pueblos interesan muy poco»

Poco antes de que se decretara el estado de alarma, Óscar Tejido volvió de Canarias para asentarse en Santiago del Val, una localidad en la que ahora mismo solo viven él y una tía suya de avanzada edad.
Recibe la llamada de Diario Palentino mientras atiende su nuevo negocio, el teleclub de Santoyo, pero lo que dificulta la comunicación no es el trabajo, sino una cobertura que deja mucho que desear. «Si hay tormenta y estoy en Santiago del Val, directamente me olvido del móvil. En Santoyo funciona regular», explica este joven de 24 años que está cansado de oír hablar de la España Vaciada y de ver que todo sigue igual.


«Es un tema que ahora vende mucho, pero más allá del marketing, el medio rural interesa muy poco. Hablan de ayudas, pero sin capital es imposible arrancar, y también hay mucho postureo en algunos grupos ligados al movimiento contra la despoblación», indica Tejido al tiempo que critica la situación de la sanidad en pueblos como el suyo.


«Quienes vivimos en el medio rural pagamos por servicios que no estamos recibiendo. Yo, dentro de lo que cabe, no necesito nada porque busco libertad y estar a mi aire, pero veo a la gente mayor, personas como mi tía, que han luchado por todo esto, y me parece muy injusto que estén tan abandonadas», señala Tejido.


Respecto al futuro, el joven cree que de aquí a unos años estaremos todos viviendo en grandes ciudades. «A mí no me desagrada esta vida, pero soy joven y la vida da muchas vueltas», finaliza.

 

Abilio Martín (Villalbeto de la Peña): «Lo importante es que los que están, estén a gusto»

Abilio Martín es de los que opina que ahora mismo la despoblación preocupa más a los de fuera que a la gente que siempre ha vivido en el medio rural. «A Villalbeto hace que no va el médico más de veinte años», afirma este hombre que actualmente vive en Castrejón.


«Me trasladé por motivos de trabajo, pero ahora que ya estoy jubilado voy todos los días a Villalbeto», indica al tiempo que afirma que empadronadas, a día de hoy, hay seis personas. «En verano viene gente de vacaciones y nos agrada. El resto del año estamos acostumbrados a ser pocos», continúa.


«Hablan de repoblación, pero no creo que sea bueno meter gente en el pueblo así, sin más. Lo importante es que los que están, estén a gusto», manifiesta Martín, que durante estos días ha podido ver cómo algunas personas que habitualmente residen fuera, han pasado el confinamiento en Villalbeto.