Yolanda Díaz es el personaje que inquieta hoy al presidente de gobierno. De sus decisiones dependerá en buena parte la continuidad de Sánchez en Moncloa.
Lo que más ansía Sánchez es que Díaz llegue a un acuerdo con Podemos, y tire de este partido, actualmente en baja según las encuestas, con la imagen de Irene Montero muy deteriorada por su polémica ley del sí es sí, deteriorada por su ensoberbecida actitud y por su empecinamiento en culpar a los jueces de la ley que ha reducido las penas de unos 600 abusadores sexuales y que favorecerá a los casi 4 mil todavía en prisión. En Moncloa algún personaje ha comentado que están perdidos si uno de los violadores hoy en libertad vuelve a cometer delito, una situación indeseable que sería letal para Pedro Sánchez.
Lo que resulta esperpéntico a muchos observadores políticos es que, efectivamente, el futuro de Sánchez pueda estar condicionado a un pacto electoral de Yolanda Díaz con Irene Montero para formar una lista conjunta de Podemos y Sumar. Porque si ese acuerdo tiene gancho no es por Podemos, sino por Yolanda Díaz, y es prácticamente unánime entre los politólogos la escasa entidad de la vicepresidenta.
No se caracteriza por tener una cabeza política especialmente brillante ni tampoco por disponer de un partido con una línea definida. Pero, eso sí, su imagen, muy cuidada, la convierte en persona a tener en cuenta en el futuro mapa electoral. Es una imagen basada exclusivamente en una estética muy estudiada y una supuesta moderación que ha calado en personas que no van más allá de lo superficial, porque si se analizan sus discursos no hay uno bien enlazado - hasta el punto de ser protagonista de memes- y muchos de sus logros como ministra son herencia de gobiernos previos. Excepto el salario mínimo interprofesional, que sí es cosecha propia.
Sánchez pone velas a todos los santos para que la vicepresidenta llegue a un acuerdo electoral con Podemos. Díaz ya ha anunciado que Sumar -de momento solo un proyecto, no un partido- no se presentará a las elecciones autonómicas y municipales porque prefiere seguir "escuchando", pero la realidad es que apenas tiene implantación. Por eso no es descartable que acabe pactando con Podemos para las generales. Y si a la izquierda del PSOE hay una lista fuerte, teme Sánchez que se le escapen votos desencantados del PSOE que nunca votarían al PP, pero en cambio contaría con un número destacado de diputados de esa lista que le darían la mayoría suficiente para la investidura como presidente de un nuevo gobierno de coalición. Mientras que si van separados Podemos y Sumar con una ley D'Hondt que castiga la dispersión, es probable que la izquierda no pudiera repetir gobierno.
Pablo Iglesias no pierde ocasión de tirar con bala a Yolanda Díaz, a la que ha llegado a acusar de traidora. Pero la política, ya se sabe, hace extraños compañeros de cama.