Editorial

Alegría, participación y responsabilidad en las fiestas grandes de Palencia

Diario Palentino
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Las fiestas son para todos y a todos compete vivirlas de manera responsable sin renunciar a los buenos valores

Tras los prólogos culturales protagonizados en sendos pregones por Antonio Álamo en el Casino e Imelda Rodríguez en el Principal, ayer fue el turno del llamamiento popular a la fiesta desde el balcón del Ayuntamiento por parte del actor Antonio Resines, más cerca de Palencia desde que participaran en una campaña promocional de la provincia, pero también de la capital donde tiene amigos y conocidos y donde ha hecho unas cuantas paradas a lo largo de su vida. Con el pregón, el cohetón, la imposición de escarapelas a las peñas y el bullicio de estas y de gentes de toda edad y condiciones por las calles, dieron comienzo los sanantolines. Para disfrute de chicos y grandes, como transición festiva entre las vacaciones y el nuevo curso escolar, laboral y político y como plataforma necesaria para recordar tradiciones y animar los bolsillos, aun con la crisis económica apretando y las restricciones energéticas amenazando. Es tiempo de honrar al patrono, de revisitar los espacios públicos, prácticamente vacíos durante el mes de agosto, de moverse a los sones y ritmos de los nombres sobresalientes, clásicos y actuales, del panorama musical, de pasar por el teatro, de pasear entre libros, artesanía, tapas y animación. Y de recargar las pilas y permitirse el penúltimo dispendio. 

 Pues bien, siendo así la fiesta grande de la ciudad, este tiempo necesario del asueto, el bullicio, la diversión y la respuesta a los múltiples estímulos de la calle, no puede ser excusa en ningún caso para bajar la guardia. Ni respecto a la seguridad e integridad personal -los aglomeraciones pueden propiciar los robos de carteles, bolsos y teléfonos móviles, pero también las agresiones de distinto tipo, entre ellas las sexuales- ni en lo que a los comportamientos responsables se refiere.

Toca extremar el cuidado y la precaución al moverse con vehículos a motor, pero también con bicicletas y patinetes; al buscar un hueco para presenciar cualquier espectáculo, momento en el que la buena educación y el respeto no deben olvidarse; al tratar con hosteleros, vendedores o feriantes, que prestan un servicio, pero no a costa de caprichos o de exigencias fuera de tono; al salir de bares, de tapas o de copas, sin que los excesos anulen la compostura y el respeto, que una cosa es divertirse y otra bien distinta el gamberrismo o la invasión del espacio del otro. Y toca seguir cuidando del mobiliario urbano, mantener en la medida de lo posible la limpieza de los lugares públicos, evitar altercados y desórdenes y educar a los más jóvenes en los buenos valores del resto del año, que no tienen por qué desaparecer en las fechas festivas.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad van a extremar la vigilancia, habrá puntos violeta para prevenir agresiones sexuales y operarios del Ayuntamiento y voluntarios de Protección Civil estarán bien presentes cuidando de la ciudad y los ciudadanos, pero a estos también les toca su parte de responsabilidad. Porque la fiesta es para todos.