El catálogo de bienes sumará 7 edificios y protegerá locales

Carlos H. Sanz
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El Ayuntamiento ultima la modificación del PGOU para adaptarlo a la declaración de BIC, la cual incluye una reorganización y renovación del patrimonio a proteger

El catálogo de bienes sumará 7 edificios y protegerá locales

El Ayuntamiento tiene listo para su dictamen y posterior debate y aprobación por el pleno -si procede- la modificación del Plan General de Ordenación Urbana para adaptarlo a la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. Fue el 22 de marzo de 2018 cuando la Junta de Castilla y León aprobó un expediente que se inició casi 36 años antes, un 7 de julio de 1982, en el que se reconocía el valor histórico, cultural y patrimonial de la ciudad.

La declaración de BIC afecta a tres ámbitos del municipio -el casco urbano, el cerro del Otero y el de San Juanillo- y más allá de suponer un reconocimiento también conlleva una responsabilidad. 

Y es que Palencia está obligada a permitir «una correcta apreciación y visualización del conjunto histórico, asegurando el equilibrio armónico de los valores históricos, arquitectónicos, urbanísticos, ambientales y paisajísticos, que en él y su entorno inmediato concurren».

Para cumplir con esa obligación, el Ayuntamiento tiene que adaptar su Plan General de Ordenación Urbana, de ahí que hace dos años encargase al estudio de Carmen Andrés y Llanos Masiá una modificación que ahora está a punto de aprobarse inicialmente.

De todo ese documento, en el que no solo se definen qué líneas de acción deben seguirse para proteger el casco urbano y los cerros sino también los cambios en el articulado de la normativa con ese fin, se incluye un nuevo catálogo de elementos protegidos, el cual actualiza el que está en vigor e introduce algunas novedades de interés como la protección de locales comerciales.

Catálogo. El catálogo de bienes protegidos del actual Plan General de Ordenación Urbana recoge un total de 238 fichas y tiene la particularidad de que se compone de dos partes diferenciadas. Por una parte están los elementos integrantes dentro del ámbito del Plan Especial de Protección y Reforma Interior que data de 1999 y una segunda parte con los elementos a proteger fuera de este ámbito. Las fichas de uno y otro son muy diferentes y, ni siquiera, recogen los mismos datos. 

La modificación del PGOU para su adaptación a BIC propone un nuevo modelo de fichas para todos los elementos que integre todo el catálogo bajo patrones comunes. Unas modificaciones formales que no suponen  alteraciones sobre el grado de protección de los elementos ya protegidos. 

Sin embargo, sí pasan a estar protegidos siete nuevos edificios del casco antiguo. En concreto, esto son el inmueble del número 2 de la calle Eduardo Dato, la Biblioteca Pública, el Archivo Histórico Provincial, el edificio del número 8 de la plaza de León, el polideportivo del Colegio La Salle, otro conjunto de viviendas en el número 8 de la calle La Puebla y la Fundación Díaz-Caneja.

Tres de ellos están vinculados al movimiento Docomomo, es decir, al urbanismo del Movimiento Moderno de España y Portugal, como es el caso del edificio de viviendas del número 8 de la plaza de León, diseñado por Fernando Unamuno Lizárraga y construido entre 1942 y 1943.

Además, fuera del casco antiguo, la propuesta de modificación propone proteger también el almacén de Renfe, el Pabellón Postal y la parroquia de Nuestra Señora de Allende el Río; y se amplía la protección del barrio de María Cristina a la manzana de viviendas de la calle de Antonio Cabezón con Jacobo Romero y Nuestra Señora de Rocamador.

Dado que la declaración de BIC afecta también a los cerros de San Juanillo y El Cristo, el documento pretende que se referencien en el catálogo la Casa del Agua, los depósitos Sur y Norte, las ermitas de Santo Toribio, Santa María y San Juanillo y, por supuesto, el Cristo del Otero, el camino de acceso y el entorno de los cerros.

Del nuevo catálogo también se suprimen algunos edificios, bien porque han desaparecido de la ciudad, bien porque se considera que no deben estar ya protegidos. Respecto a los primeros, hay ocho el bloque de viviendas del número 2 de la calle de Cirilo Tejerina, y los números 67 y 75 de la calle Mayor Antigua.

También el número 19 del paseo del Salón, el de Cortemax y el del antiguo bar Conejo, en la calle Mayor, donde también se solicita borrar la ficha del número 79 de la calle Mayor Principal. Y, por último, las viviendas del número 7 de la calle de Menéndez Pelayo.

Respecto a los edificios que perderán su protección son tres: el número 1 de la plaza de la Sal (junto a la administración de lotería), el 100 de Mayor Antigua dado que el edificio original ha desaparecido y se ha construido otro en su lugar; y el 7 de la calle San Bernardo, el de la joyería López. 

locales. Otra de las novedades que contempla el documento es que se incluye la protección de una decena de locales comerciales. Se trata de aquellos que «han tenido una impronta significativa en la escena urbana de la ciudad», según reza el documento de modificación.

Los redactores de la propuesta reconocen que «se han perdido muchos y son pocos los establecimientos que aún mantienen sus características originales», de ahí que propongan incluir una serie de condiciones en las fichas de los edificios que los albergan, la gran mayoría ya protegidos. 

Así, por ejemplo, «si el rótulo principal del establecimiento es original deberá conservarse» y «los establecimientos que dispongan de toldos de diseño original deberán mantenerlos».

La nueva normativa también exige que «el cromatismo a adoptar en la rehabilitación de elementos exteriores e interiores deberá ser coherente con la época, estilo y la idiosincrasia del establecimiento». De hecho, si el rótulo principal no es el original, se exigirá «intentar» restaurarlo «si se consigue recabar la suficiente documentación que así lo permita». En caso contrario, se podrá modificar o sustituir, «siempre y cuando no se pierdan las características y el estilo acorde con el local».

Del mismo modo, se prohíben expresamente los nuevos cierres de reja metálica de ballesta o persianas ciegas, y cualquier intervención en el edificio debe incluir «la eliminación de elementos inadecuados añadidos e incoherentes, ya sean toldos, cierres, instalaciones, etc.».

Todos los elementos que se proponen están vinculados a la calle Mayor, el eje comercial vertebrador de la vida urbana de la ciudad, y en total son una decena. En esa listan está el bar Alaska (Barrio y Mier, 2) y la Imprenta del Pilar (calle Mayor, 130).

Otros son farmacias, como las de Arangüena (Barrio y Mier, 1), Fernández Rojo (Mayor, 40), Atienza (calle Mayor), Fuentes (Mayor, 66) y Manteca (Mayor, 104).

Y el listado de locales protegidos también incluye el de los almacenes Bustillo (Mayor, 88), además de un noveno y un décimo que no llegarán a disfrutar de tal protección porque, o bien el edificio que lo alberga está siendo demolido, como es el caso de la antigua zapatería Hoyos, en la calle Mayor, casi frente a Villandrando, o porque ya se está reformado íntegramente excepto la fachada, como ocurre con los almacenes San Luis, en el número 23 de la calle Mayor, 23.