Prendido

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La procesión del Prendimiento, cuyo acto central tuvo como escenario San Miguel por sexto año, sacó a la calle a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, La traición de Judas y a cientos de personas

Prendido - Foto: Óscar Navarro

Sigámosle de cerca porque cuando Jesús se entrega a los que vienen a prenderle, más que un paso hacia la muerte está dando un paso hacia la vida, hacia la Pascua, hacia la Resurrección. Con esta frase concluyó el acto del prendimiento en San Miguel, escenario del mismo por sexto año una vez recuperado en el relevo a la catedral.  A las puertas del templo se evoca el pasaje en el que Jesús es arrestado por los romanos tras la traición de su discípulo Judas, que lo vende a estos por unas pocas monedas de oro. 

«Otra dificultad acumulada, la soledad. Suele ser así. Las opciones definitivas se toman a solas. Las crisis importantes se pasan a solas. La vida y la muerte se juegan en soledad. Y fue la oración la que le ha reconfortado y dado fuerzas para reafirmar su entrega al Padre y a los hombres. Aunque sigue la noche, su noche ya ha pasado. Ya todo está decidido. Ya pueden venir Judas y los guardias y el pueblo. La entrega por su parte ya está hecha. Ahora se va a cumplir», se escuchó. En otro pasaje se dijo: «Habéis dejado pasar el momento oportuno para ayudarme. Ya podéis seguir durmiendo. Una llamada de atención al sentido de la oportunidad. Llegamos tarde tantas veces. Queremos que desaparezca el hambre el en el mundo, llegamos siempre tarde. Queremos conseguir la paz, llegamos siempre tarde. Queremos levantar al que está hundido en la soledad, enfermedad, paro, llegamos siempre tarde. Pues hoy Jesús nos grita basta. La vida no es para dormirla, sino para entregarla. Ha llegado el momento».

La lectura, con pasajes como los citados, forma parte destacada del acto en el que visualmente -y que ha hecho de esta procesión una de las más populares de la Semana Santa de la  capital palentina- llama la atención el momento en que, pronunciado el Prendedle,  un hermano de la cofradía nazarena golpea tres veces la puerta de la iglesia, en unos toques secos que se intercalan con tres toques de tararú. A esta llamada se responde abriendo los portones para permitir la salida de la imagen del Cristo de Medinaceli, escoltada por los hermanos de su cofradía, mientras la Banda Municipal de Música interpreta el Himno de Medinaceli. Como final de este acto, que representa la captura de Jesucristo en el Huerto de los Olivos en la tarde del Jueves Santo, un hermano nazareno colocó unas esposas a los pies de la imagen titular como símbolo de su cautiverio mientras el  paso La traición de Judas aguardaba  enfrente.