La Benemérita de Palencia, en la 'borrasca' catalana

ALBERTO ABASCAL
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Dos agentes de la Guardia Civil destinados en la provincia narran su experiencia de 15 días con motivo del referéndum ilegal del 1-O · Un agente natural de Amusco y con 40 años de servicio en Cataluña pone el acento en la inmersión lingüística

La Benemérita de Palencia, en la ‘borrasca’ catalana - Foto: EVA GARRIDO

El Ministerio del Interior ha elevado a cerca de un millar los agentes enviados, entre Guardia Civil y Policía Nacional, a Cataluña para hacer frente a la reacción que se pueda producir una vez que la sentencia del juicio del procés se haga pública, que podría ser mañana lunes, según fuentes consultadas. Los principales objetivos por los que velarán los agentes son las infraestructuras viarias y del ferrocarril, los puertos y los aeropuertos, cuya seguridad será reforzada en toda la Comunidad. Los tres cuerpos policiales (incluidos los mossos) trabajarán en un único centro de coordinación y este refuerzo policial no tiene fecha de finalización, aunque los agentes de apoyo de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, ambos en la misma proporción, tienen una fecha inicial de regreso fijada el 18 de octubre. Pero según evolucione la situación, podría alargarse su estancia en Cataluña. Por de pronto, ningún agente de Palencia ha sido movilizado esta vez, pero los voluntarios esperan una orden para emprender viaje .

La película no es nueva. En septiembre de 2017, el Ministerio del Interior decidió movilizar a sus efectivos adscritos en las comisarías de la Policía Nacional repartidas por todo el territorio nacional, así como de los cuarteles de la Benemérita. 

Concretamente, el miércoles 27 de septiembre de 2017, un grupo formado por diez agentes de la Guardia Civil con base en la Comandancia de Palencia partió hacia Lérida formando parte de un contingente de 70 miembros de las bases de Salamanca, Zamora y Valladolid. Asimismo, otros cinco agentes de la Benemérita de Palencia permanecieron en la reserva a la espera de recibir instrucciones. En realidad, formaban parte de un dispositivo formado por 4.000 agentes de las fuerzas de seguridad de toda la geografía nacional. 

La Benemérita de Palencia, en la ‘borrasca’ catalanaLa Benemérita de Palencia, en la ‘borrasca’ catalanaLa nota de color la pusieron en aquella jornada medio centenar de paisanos que, ataviados con banderas españolas, les quiso rendir un homenaje a las puertas de la Comandancia, aunque los efectivos ya habían partido a primera hora de la mañana.

Además, Diario Palentino corroboró entonces que, uno de los agentes adscritos a la brigada de Información de la Policía Nacional de la Comisaría de Palencia, se desplazó a Cataluña con motivo del dispositivo diseñado por el Gobierno por el denominado referéndum del 1-O. La intención del Ministerio del Interior era que de las comisarías repartidas por Castilla y León se desplazaran a tierras catalanas, al menos, dos agentes por provincia. Así se estableció en el protocolo, que permaneció en el anonimato, con las excepciones de Palencia y Soria, que enviaron un agente cada una. 

Han pasado dos años y Cataluña, una vez más, vuelve a estar en el foco de la noticia, de la misma forma que los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional también están preparados por si su presencia y actuación es requerida por los mandos políticos.

Dos años han transcurrido, pero dos de los diez agentes de Palencia que acudieron como voluntarios en septiembre de 2017 ante la convocatoria del referéndum ilegal del 1-O, aún tienen muy fresca en su memoria una experiencia que no olvidarán de los 15 días que se mantuvieron al filo de la navaja por tierras de Lérida.

«Yo sinceramente no lo pasé mal. Estuvimos desde el 27 de septiembre hasta el 11 de octubre. Y la verdad es que hubo de todo. Tuvimos que soportar pintadas o caceroladas por las noches, pero tengo que decir que también había mucha gente que nos apoyaba y nos ofrecía su cariño y amistad. Lo que pasa es que estos, que eran muchos más de los que la gente se piensa, eran pacíficos y se mostraban mucho más cautos», apunta en declaraciones a Diario Palentino Francisco (nombre ficticio para salvaguardar su identidad y que ha querido colaborar con este periódico). El agente palentino relató solo dos casos desagradables durante su estancia en Lérida: «Un día nos dirigíamos a trabajar y nos encontramos a un hombre que nos indicó que nos marcháramos de allí y también nos escupieron desde un balcón». «Tenía y  sigo teniendo la misma percepción de que hay mucha más gente que no es independentista de la que realmente lo es. Lo que pasa es que los radicales independentistas salen más en los medios de comunicación y, evidentemente, montan la bronca. El resto de la población es pacífica, pero eso no quiere decir que sean menos», apunta Francisco.

Para este agente de la Guardia Civil la relación con los mossos de esquadra (policía autónoma catalana) tuvo un antes y un después a la fecha del referéndum: «Hasta el 1-O la relación con ellos era normal dentro de nuestras competencias, pero a partir del referéndum desaparecieron por completo».

Francisco reitera a DP que volvería otra vez a Cataluña como voluntario porque, a su juicio, «allí hay muchos que nos estiman y quieren que vayamos. Hay mucha gente pacífica que desea vivir su vida como cualquier ciudadano de este país».

Alberto (también nombre ficticio para preservar su identidad) es otro de los agentes de la Benemérita voluntarios que en septiembre de 2017 partió desde Palencia con destino a Lérida. «Durante la primera semana estuvimos ubicados en un hotel, que era muy cómodo, por cierto, mientras que en la segunda semana nos alojamos en un cuartel militar, que no era tan cómodo. Nosotros teníamos la misión, como miembros de seguridad ciudadana, de proteger los cuarteles e instalaciones básicas», explicaba Alberto, que también reflexionaba por el hecho de que siempre sintieron el apoyo de una parte de los catalanes: «Algunos de ellos nos ofrecieron hasta sus casas, pero realmente esta gente tenía mucho miedo. Como anécdota podré decir que un día un hombre vino a donde nosotros para ofrecernos su ayuda y pocas horas después tuvo que volver al cuartel porque su familia le había echado de su casa». «Este perfil es quizá lo más sorprendente. Yo la situación de Cataluña, con la perspectiva actual, la veo como hace dos años, pero lo que ha cambiado es que la crispación política y el reto independentista ha calado dentro de la propia sociedad catalana. De hecho, un buen número de familias se han roto por este motivo», asegura Alberto que, como voluntario, estaría dispuesto a volver allí porque, según indica, «allí tenemos compañeros que lo están pasando mal, tienen miedo y además nuestra obligación es arroparles y cuidar de los cuarteles. Tenemos que mantener la seguridad como sea».

El caso de Enrique (también nombre ficticio) es distinto al de sus dos compañeros anteriores. Este agente natural de Amusco lleva en Cataluña la friolera de 40 años. Con hijos y nietos, conoce la sociedad catalana al dedillo y, desde luego, es una voz más que autorizada para hablar de la situación que se vive allí. Actualmente adscrito a al servicio de la Policía Judicial intervino como uno de la treintena de agentes de la Guardia Civil que ha declarado como testigos en el Tribunal Supremo en el llamado juicio del procés.

Los guardias civiles hablaron de ataques, lluvia de golpes, amenazas de muerte, mordiscos, lanzamientos de sillas y botellas, riesgos de asaltos a edificios y vehículos; y agresiones por parte de los ciudadanos. De hecho, se describió como «gravísima» la violencia que se vivió en el registro de la Consellería de Exteriores, al igual que en la de Economía, donde se produjo la multitudinaria concentración del 20-S. Es más, durante la jornada de protesta tres furgonetas de la Guardia Civil quedaron destrozadas por los golpes de los manifestantes.

 

40 AÑOS DE SERVICIO EN CATALUÑA. «Mira, llevo 40 años en Cataluña después de haber pasado por destinos como el País Vasco, Velilla del Río Carrión, dentro de mi querida Palencia, y Barcelona. La educación que recibieron mis hijos no se parece en nada a la que ahora recibe mi nieta. Para mí la clave de todo este embrollo procede de la evolución que ha experimentado en los últimos años el sistema educativo: existe una total manipulación. La inmersión lingüística, especialmente en el interior de Cataluña, se ha dejado sentir en los últimos años y yo creo que el germen del independentismo procede de esta situación. Yo creo que el Estado debería haber reparado en ello hace tiempo», explica Enrique a DP.  Enrique, que tiene una enorme experiencia por haber pasado en su dilatada experiencia por los distintos departamentos de la Benemérita, reconoce que antes del 1-O la relación con los mossos era fluida y constante. «Fíjate si era fluida que incluso algunos compañeros nuestros, incluidos mandos, se pasaron en su momento a este cuerpo policial autonómico. Hacíamos incluso barbacoas como amigos en nuestro tiempo libre, pero ahora mismo hay una enorme desconfianza entre nosotros. Desde luego, ya no hay barbacoas y ellos procuran no verse mucho con nosotros para que nadie les señale».

Enrique reitera que, tras hacerse pública la sentencia del procés, prevé un incremento en la  inestabilidad social, siempre en función de la resolución. «¿El futuro? Todo dependerá de la relación o el modelo que el Estado y el futuro Gobierno quieran mantener con Cataluña. En cualquier caso, cuando me preguntan por el futuro yo siempre les recuerdo una frase de Ortega y Gasset que pronunció hace mucho tiempo en referencia a Cataluña: El problema catalán no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, De decir, que no solo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles».