Antonio Álamo

Antonio Álamo


Cien

31/03/2022

Hace cien años más de dos mil delegados de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y las tres repúblicas caucásicas (Georgia, Armenia y Azerbaiyán) fundaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Fueron 2215 exactamente y la reunión se celebró antes de que finalizara el año, con lo cual no hay que descartar que a finales de diciembre aquel acontecimiento sea recordado. En teoría todas las repúblicas gozarían de los mismos derechos y podrían retirarse libremente de la Unión, así se estableció inicialmente, aunque lo cierto es que lo que vino después fue un claro dominio de Rusia sobre las restantes. La historia y desarrollo de aquel modelo de organización política hasta su desintegración, en 1991, marcó notablemente el siglo XX desde cualquier perspectiva que se contemple.
De las imágenes de aquella época hay una, aparentemente inocua, que refleja un drama que una y otra vez se repite y al que no se presta excesiva atención, quizá porque es más frecuente de lo que parece y porque tiene carácter universal. Puede verse en un cartel ruso, de Dmitri Stajievich, que apareció en la primavera de hace cien años. Muestra un fondo oscuro en el que sobresale un anciano descalzo, vestido de blanco y con las manos en alto. Bajo sus pies figura una breve leyenda: ¡Ayuda!. Una mala cosecha, y otras cosas, amenazó directamente la supervivencia de 19 millones de personas pero no impidió la muerte de miles y miles, tal como apunta Orlando Figes en La revolución rusa (Taurus. 2021), obra, por cierto, que ofrece impactantes reproducciones de imágenes fotográficas de la época.
Viendo el reciente desabastecimiento de centros de alimentación españoles, producido por una concatenación de factores derivada de la invasión de Ucrania, resulta inevitable mirar con cierta distancia aquellas imágenes de la Europa oriental y las recientes de algunos carritos de la compra localizados en algún hipermercado de un lugar situado debajo de los Pirineos y encima de Marruecos. Uno de los carros llevaba decenas de botellas de aceite, lo que sugiere que tal vez su dueño pensaba preparar una jornada gastronómica multitudinaria. Otro, lo que son las cosas, iba cargado de rollos y rollos de papel higiénico… tal vez tuviera un problema.