Antonio Álamo

Antonio Álamo


Recuerdos

19/08/2021

Quizá la imagen de Afganistán que perdure durante mucho tiempo sea la del avión norteamericano que despegaba esta semana del aeropuerto de Kabul rodeado de seres que huían despavoridos. Por lo pronto ha sido comparada con la del helicóptero de Saigón al que pretendían subir infinidad de personas, en pleno epílogo de la guerra de Vietnam, pero -drama por drama- no será la única porque se avecina una tragedia para miles de mujeres cuyas condiciones de vida van a ser lapidadas en nombre de una sociedad que, no se olvide, antepone las creencias religiosas a cualquier otra consideración. A partir de esta premisa que cada cual saque sus conclusiones. Sobre la reciente retirada de la civilización occidental del territorio afgano ya se ha dicho casi todo -pero no todo- aunque en estos días cabe la posibilidad de que se conozcan nuevos detalles sobre cómo fue el final de lo que es un episodio cuyas raíces se adentran en la Guerra Fría. Y conviene saberlo porque los hechos actuales sucedidos en Afganistán no son más que la consecuencia de otros sobre los cuales apenas se habla.
En la primavera de 1978, por ejemplo, un golpe de Estado marxista derrocó al gobierno pro-americano de Kabul, «con gran sorpresa de Moscú», según descubrió el historiador estadounidense John Lewis Gaddis y contó en La Guerra Fría (RBA. 2008). La URSS quiso aprovechar el regalo y terminó invadiendo el país con un resultado desastroso. Y también se conoce el nombre de los países que financiaron y armaron a los muyahidines, antecesores de los actuales talibanes, que combatieron contra el ejército soviético. Los llamaban guerreros santos, por si no se recuerda, y entre ellos figuraba un ciudadano saudí llamado Osama Bin Laden, a quien curiosamente ayudó la organización de inteligencia de un país occidental y a quien un sector de la prensa internacional llegó a considerar como un guerrillero antisoviético defensor de la paz.
Por lo demás, en el fondo de este asunto están entremezclados, una vez más, aromas geopolíticos y religiosos que conviene conocer para evitar más sorpresas. Los primeros guardan relación con áreas de influencia de las grandes potencias y los segundos están estrechamente vinculados a una rama del Islam, la sunita.