Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


Contagio social

21/10/2022

La ideología de lo políticamente correcto tiene facetas inquietantes y estremecedoras, una de ellas es el tratamiento que hace de la disforia de género en las adolescentes. Muchas de ellas acabarán haciendo la transición social (saliendo del armario) y la transición física (bloqueadores de la pubertad, testosterona, mastectomía, metoideoplastia…).
Lo que era un fenómeno que afectaba al 0,01% de la población, sobre todo masculina, ahora afecta como una epidemia a las adolescentes. Una adolescente que tiene problemas para integrarse en el grupo de amigas del instituto o problemas de angustia o depresión, u otro tipo de problemas psicológicos, pronto encontrará en internet vídeos de influencers 'trans' que les golpearán a ritmo de dogma: «Si crees que puedes ser 'trans', lo eres». Muchas horas de estos vídeos dará lugar a una radicalización semejante a la que de produce en internet con jóvenes terroristas islámicos. Así encontrarán la forma de integrarse en un grupo donde todas las amigas ya se han declarado 'trans'. Es el contagio entre pares. 
En la disforia de género, en los primeros años de la infancia ya se dan los primeros síntomas, sin embargo en este nuevo fenómeno surge sin precedentes, por contagio social. Es la adolescente la que se autodiagnostica. En la anorexia el autodiagnóstico de la paciente que se ve gorda no es aceptado ni por el orientador escolar, ni por el terapeuta, ni por el médico. Sin embargo, si una adolescente dice que es 'trans', no sólo no se le cuestiona su autodiagnóstico, sino que se le facilita el camino para que elija su nuevo nombre y pronombre, lo cual se oculta a los padres en aras de la privacidad de datos, y se le hace una fiesta en el instituto cuando ha hecho la transición social. El siguiente paso es facilitar la testosterona y jalearle desde ese mundillo para que se haga la mastectomia. Llegados aquí, no hay punto de retorno, esa adolescente será estéril para siempre, aparte de otra serie de problemas graves de salud.
Yo no juzgo, sólo describo lo que cuenta Abigail Shrier en Un daño irreparable (2020). Un libro perseguido, censurado y finalmente publicado. Sería un buen libro de lectura para los centros educativo.