Dulces hechos con la mística de la oración

Ismael Martín
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Las Dominicas de la Piedad viven de su trabajo en el obrador

Dulces hechos con la mística de la oración - Foto: Sara Muniosguren

El ambiente espiritual y de oración marca todo lo que sucede en el interior del monasterio palentino de Nuestra Señora de la Piedad, fundado en 1523. «Nuestra mayor ocupación es la oración porque es la misión que se nos ha encomendado y la vocación que hemos recibido», resalta sor María de Jesús Gil Martín, priora de las Dominicas contemplativas. En la actualidad conviven 16 hermanas de tres nacionalidades diferentes -españolas, brasileñas y paraguayas- de entre 30 y 94 años.

La oración cubre un gran espacio en la vida diaria del convento, pero también existe entre las monjas la consigna ora et labora, es decir, la necesidad de dedicarle un tiempo al trabajo. «Hay que trabajar para comer, necesitamos un sustento y poder ayudar a personas que no tienen un trabajo o que están necesitadas también. Ese es el sentido del trabajo. También por nuestro voto de pobreza tenemos que ganarnos el pan», confiesa Gil, para resaltar que el trabajo lo hacen en silencio o rezando el rosario para no perder de vista la misión principal. Durante el tiempo de trabajo, desde las 10 hasta las 13,30 horas las tareas se acumulan. «Realizamos labores propias de casa y de atención a las necesidades de la comunidad, como la cocina, el lavadero y la sacristía»,  explica.

No obstante, es por sus dulces conventuales por lo que es de sobra conocida la labor de las Dominicas de la Piedad. «Mayormente las hermanas más jóvenes, las que están en edad laboral, son las que se encargan del obrador porque es un trabajo que requiere fuerza, agilidad y organización. En el obrador suelen estar unas nueve hermanas. Luego, las más mayores, por ejemplo, ayudan abriendo las cajas o preparando los lazos, cosas livianas que pueden hacer en una sala aparte y alivian mucho la carga de trabajo», admite la priora, quien señala que entre todas se ayudan mucho al repartirse las tareas.

 Como al resto de la sociedad, el encarecimiento de la vida influye en el convento como consecuencia de los elevados costes de los alimentos, la luz y el gas. «En la repostería se nota muchísimo. Compramos cada cierto tiempo productos en grandes cantidades y de una vez a otra se notan mucho las diferencias de precios. Ingredientes como la almendra están por las nubes», señala. A nivel de clientes de la repostería, Gil sostiene que las ventas están «un poco flojas» porque la situación económica no es la mejor.

elaboraciones. Durante el año tienen productos para todos los gustos en su tienda de la calle Hermanos Madrid. Hay dulces para desayunar como magdalenas, mantecadas, herraduras o bollos suizos. Para acompañar el café venden pastas caseras, cocadas, amarguillos, bollitos de almendra y rosquillas. También hay bombones, trufones, chocolatinas, almendras y cacahuetes garrapiñados, palmeritas y lazos, además de tartas por encargo. De salado tienen empanadas y canapés, principalmente en Navidad. Con vistas a esta última, «elaboramos turrones, polvorones, mazapanes y anguilas -figura hecha de mazapán, rellena de dulce de batata y decorada por fuera con merengue de color blanco», explica sor María de Jesús Gil. Además de en la tienda física, los diferenetes productos también se pueden adquirir online en la página web reposteriadelasmonjas.es.