Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Disculpa I

26/03/2022

Cacholo me llamaba tío Fernando cuando le llevaba la Motoreta 2 para que obrara sus milagros en las averías de aquellos salvajes veranos de guaje en Cervera de Pisuerga. El abuelo Seve, 'El Patillas', como amantísimo abuelo que era, me decía caraguapa al invitarme al mosto en el bar de Felipe. La abuela Modesta, no menos amorosa, merluzo, con esa pícara sonrisa de cariño cuando tiraba (yo) una carta desafortunada en un lance de la brisca y formaba equipo con ella (siempre mandaba, para los leídos en naipes). Mi hermano Juampa, de cuando en cuando, y yo a él, Elías, en honor al mítico Larry Ayuso, baloncestista portorriqueño que la lió para bien en unos Juegos Olímpicos incluso contra la todopoderosa selección de Estados Unidos… y mi mamá, limonerillo… y en el basket, Sanse, como a papá… y todos y cada uno de estos apelativos o remoquetes me entusiasman, por el afecto, la confianza, las circunstancias o por la propia persona en cuestión.
Pero cuando, allende la barra, el profesional de hostelería, que se está ganando las habichuelas con el ahínco profesional que requiere el buen servicio para que la parroquia disfrute, escucha 'halagos' del tipo: campeón, máquina, jefe, crack, tigre, torero, fenómeno… con esa cosita y ese tonito… pues podremos entender que tal día hizo un año de aquello que pareció un accidente y archivado estará en algún almacén.
En tiempos de piel finísima ya no sabe uno cuál sería el correcto. Incluso alguno de estos bien traído, en el momento idóneo y con la gracia y el respeto correctos, podrían hasta entenderse como un chascarrillo amistoso sin más ánimo que compadrear de buena fe. Y ese, se nota. Porque no jode. 
El que es indiscutiblemente acertado y alegra el alma es ese «hijo, me puedes traer un mosto sin hielo, por favor» que uno de nuestros mayores, con la bondad de la experiencia en la mirada, te regala mientras disfruta de la terraza.
Los que chistan, e incluyo hoy en este grosero grupo (por ser eufemístico dentro del fango) a los que golpean insistentemente la barra con la monedita para reclamar la atención del camarero, remítanse con toda celeridad, por favor, a la columna del trigésimo de marzo del año 2019 titulada Misofonía de Bar. Por si estaban ustedes relajados.
Disculpen. Un cordial saludo, damas y caballeros.