«Historia es también la de los vencidos»

A. Benito
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El libro que acaba de publicar el historiador palentino Pablo García Colmenares analiza el trabajo realizado estos años por el movimiento memorialista. «Es un intento de síntesis de dónde estamos y adónde queremos llegar», afirma el autor

«Historia es también la de los vencidos» - Foto: Óscar Navarro

Historiador y catedrático en la facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Valladolid, Pablo García Colmenares es también académico de la Institución Tello Téllez de Meneses y durante varios años presidió la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia. Acaba de publicar un nuevo libro sobre el movimiento memorialista en España.

Explíquenos qué recoge esta nueva publicación

El libro es un intento de síntesis de dónde estamos y adónde queremos llegar. Además, tiene un sentido claramente divulgativo al plantearse como un ensayo científico al alcance de todo el mundo. Los historiadores y las asociaciones no vamos contra nadie, y tampoco el libro, en todo caso pretende sacar las vergüenzas de la sociedad, no de unos en particular. Creo que las reticencias en torno a la memoria histórica son fruto de la ignorancia y que cuando uno llega al conocimiento se da cuenta de que el objetivo es aprender de los errores de nuestro pasado para que no vuelvan a producirse. Eso es lo que los filósofos definen como el deber de memoria. 

«Historia es también la de los vencidos»«Historia es también la de los vencidos» - Foto: Óscar NavarroEl movimiento memorialista surgió en España ante el vacío institucional. Toda la normativa internacional implica a los estados en este asunto, sobre todo cuando se trata de abrir fosas y recuperar restos, puesto que se trata de una cuestión técnicamente compleja que no debe dejarse en manos de voluntarios. En el caso de España, las asociaciones se han convertido en una especie de subcontrata, por eso, la demanda es hacia las instituciones.

El libro está dedicado a las víctimas, a sus familiares, al movimiento memorialista y a todos los investigadores que hemos trabajado y estamos trabajando por recuperar, y su objetivo es señalar lo que se ha hecho, que ha sido mucho, y lo que en otras comunidades autónomas y en otros países del mundo se ha hecho después. De recuperar la memoria desde el punto de vista del conocimiento, de la historia o de las fosas se ha pasado a levantar hitos, tótems y memoriales, pero lo que ahora interesa es que esos itinerarios de memoria sirvan para recordar lo que fuimos e hicimos y para dar el siguiente paso: aplicar este conocimiento en los libros de texto. 

Las asociaciones e historiadores no pedimos nada extraordinario. En la Ley del Estado de 2015 que regula el currículo ya se recoge la memoria histórica, igual que la represión y la violencia como arma política, pero nada de esto está desarrollado en la Educación. A nivel universitario sí que hay debate político y científico, pero a nivel escolar no. Ese es otro de los objetivos que tiene este libro: ayudar a los profesores de Secundaria -y en menor medida  de Primaria- proporcionándoles conocimiento y unidades didácticas elaboradas que contribuyan a crear conciencia histórica.  En muchas comunidades autónomas, desgraciadamente no en Castilla y León, se ha avanzado muchísimo. Es el caso de Andalucía, de Navarra, del País Vasco o de Cataluña.

«Historia es también la de los vencidos»«Historia es también la de los vencidos» - Foto: Óscar Navarro¿A qué se debe esa desigualdad?

En la región tenemos al mejor equipo de  pedagogos, didactas, historiadores, filósofos y psicólogos de España, que ha trabajado desde 2010 en crear unidades didácticas adaptadas a la enseñanza de 2º de Bachillerato. Los responsables de su elaboración son de la Universidad de León y todo este trabajo está publicado en Internet. En otros sitios también se está trabajando en esa dirección, por tanto, hay conocimiento, hay experiencia y hay saber hacer. Por desgracia, en esta comunidad no parece que haya voluntad de avanzar en este sentido.  La única opción que nos queda es esperar a la reforma de la Ley de Memoria Histórica, que recoge la creación en las comunidades de centros memorialistas. 

Como digo, las desigualdades entre las 17 CCAA son extraordinarias. Lo que se ve, desgraciadamente, es que el color político, la mayoría de las veces, es decisorio. Es una pena porque todas las iniciativas trabajan para dar a conocer el sufrimiento de las víctimas y de sus familiares, así como el trauma desatendido de todas las generaciones siguientes. Esa investigación antropológica, filosófica y psicológica es verdaderamente espectacular y llamativa. Lo que le interesa hoy al movimiento memorialista es que la enorme cantidad de información que se ha recopilado a lo largo de estos años se vuelque en esas unidades didácticas y centros de la memoria de los que hablaba antes.  En este sentido, el libro analiza también el calado que tiene en la sociedad el trabajo que se ha hecho.

La Historia la escriben siempre  los vencedores, pero historia también es la de los vencidos. Por supuesto, es una parte, pero nos llama, sobre todo, a reflexionar sobre la violencia. Es bueno conocer cuáles son sus resortes y esas consecuencias que luego pagamos todos. No hay guerras purificadoras, todas son tremendas y traumáticas, hasta para el vencedor, y continuar con un conflicto durante 30 o 40 años más traumatiza, de ahí que para los historiadores el tema de las equidistancia no exista. 

Todos los organismos internacionales acusan a España de no haber abordado este tema en 40 años de democracia. A los historiadores se nos acusa de poner patas arriba la Transición, pero lo que ponemos patas arriba es un aspecto de ella y es que, efectivamente, no se pudo revisar el pasado del Franquismo porque no había ni fuerza ni capacidad para hacerlo, pero cuando se entra en una dinámica de democracia plena y consolidada, eso ya da pie para empezar a hacer algo.  Por tanto, el libro es crítico con el Partido Socialista, y más aún con el Partido Popular, que ha mirado para otro lado e incluso le parece que el tema es insidioso, que va contra él. Insisto, esto no va contra los vencedores, sino contra una forma de actuar.

Lamenta usted que, a pesar de los años, no se haya logrado despolitizar este asunto e insiste en  que no se recupera contra nadie, sino a favor de la sociedad. A veces parece que mantener esas posturas enfrentadas les sale rentable a unos y a otros partidos

El tiempo da las razones. Cuando empezamos con el movimiento memorialista todo el mundo creía que íbamos a revivir la Guerra Civil y a abrir heridas. Todo lo contrario, nosotros queremos cerrarlas y para pasar una página del libro primero hay que leerla. 

Con enfrentamientos y negaciones previas, en muchos de los pueblos en los que hicimos homenajes conseguimos que los alcaldes acabaran presidiendo los actos. Lo que quiero decir es que cuando se avanza se ve que no se desmorona el edificio, sino todo lo contrario. Los homenajes no se han hecho contra los verdugos, hay otros objetivos superiores. Yo creo que el conocimiento nos da opciones, lo que nos mantiene en el miedo es la oscuridad, no saber. También creo que podemos querer a nuestro país más que nadie, y a la vez sufrirlo, eso no nos hace menos patriotas. 

Mantener posturas enfrentadas es un error, aunque dé rédito político. Los temas traumáticos no hay que olvidarlos, sino investigarlos porque para superarlos lo mejor es conocerlos. 

A su juicio, ¿qué personas deben ser reconocidas como víctimas? 

Víctimas son los inocentes, pero hay muchas formas de victimismo. Los conservadores, frailes, curas y monjas asesinados por la represión de reacción de los republicanos también son víctimas, por supuesto. Otra cosa son los implicados en el golpe de Estado que fueron ejecutados sumariamente, sin procedimiento o seguridad legal. Eso es un asesinato extrajudicial, pero no una víctima inocente. Todo eso cada vez se ve más definido, desde el punto de vista sociológico, psicológico e historiográfico. También están cada vez más documentados los niveles de participación e implicación. Tampoco son lo mismo los representantes políticos que los de base.  

En los últimos años, se ha dado voz a las personas que vivieron esta parte de la historia de España. Muchas de ellas, sin embargo, ya han desaparecido. ¿Considera usted que se ha llegado a tiempo o hemos perdido la oportunidad de salvar esos testimonios?

La ventaja es que la investigación empezó a realizarse en los años 90 con bastante precisión. Por tanto, se han hecho cientos de entrevistas en toda España, pero sí que es cierto que ese trabajo ha llegado un poco tarde. La causa es la evolución política de este país y que la Transicion no solo orilló este tema, sino que puso bastantes dificultades. 

En el libro se recoge toda la legislación para eliminar los archivos españoles de la represión. Con normativa expresa del año 78 toda esa información fue destruida, quemada, borrada. La norma dice que una vez legalizados todos los sindicatos y partidos políticos antirégimen ya no tiene sentido su persecución y, por tanto, toda la documentación existente puede ser expurgada. Eso nos ha privado de una información fundamental. Algunos archivos comarcales como los de Venta de Baños, Cevico de la Torre o Cevico Navero están muy completos, en cambio, Saldaña o Carrión están limpios. Nos hemos visto obligados a buscar otras fuentes de información y, por eso, muchos nos acusan de que nuestro trabajo no es científico. Es verdad que la historia se basa más en documentación, pero no es menos cierto que los historiadores utilizamos hoy la memoria con profusión.

El actual Gobierno tiene pensado reformar la Ley de Memoria Histórica durante esta legislatura. ¿Cuáles son las demandas que, a juicio del movimiento memorialista, deben incluirse en esa nueva Ley de Memoria Democrática? 

El movimiento memorialista castellano ya está en la siguiente fase: mejorar su página web y elaborar materiales didácticos, documentación e información. Los vestigios de muchas fosas ya han desaparecido y se han exhumado las principales, como Bugos, Valladolid, Palencia o León. Según el último dato del grupo Aranzadi, del año 2020, en Castilla y León se han llevado a cabo 233 exhumaciones efectivas y se han recuperado 1.936 víctimas. Somos la región de España en la que más exhumaciones se han hecho, por eso queremos avanzar en lo siguiente.

Para mí, lo más importante de la nueva ley es que tiene por objetivo crear estructura, institucionalizar y organizar la recuperación de la Memoria Histórica Democrática. En el libro también tiene mucha importancia el tema de los conceptos. Básicamente, memoria histórica es la que tiene cualquier colectivo de su pasado, por tanto, hay varias y todas son útiles, recuperables e importantes. En España se identifica más con los vencidos porque nunca se les ha hecho caso, mientras que los vencedores tuvieron la Causa General, que ordenó recuperar información sobre los asesinatos de los republicanos sobre personas conservadoras y elaboró un listado de todos los caídos por Dios y por España. Hoy lo que se recupera es la Memoria Histórica Democrática de todos aquellos que fueron víctimas por defender unas ideas de progreso. 

La Ley también incorpora como punto clave el papel activo y singular de las mujeres españolas como protagonistas de una larga lucha por la democracia y los valores de libertad, igualdad y solidaridad, así como la represión específica y el sufrimiento infligido por el hecho de ser mujeres. ¿Qué papel juega la perspectiva de género en la recuperación de la memoria histórica?

El libro hace diferencias profundas en la violencia de género y en la represión sobre las mujeres, que es desigual porque lo que ellas encarnan es el cambio social, cultural y de mentalidad. 

La invisibilidad de las mujeres también se ha producido en el estudio de la Guerra Civil y de la represión, sobre todo en esta última. Durante la II República no dio tiempo al cambio cultural que se propugnaba y las mujeres apenas llegaron a ocupar cargos de responsabilidad política, tampoco hubo ninguna líder sindical. Por eso, el impacto en mortalidad es menor, pero hay otro extraordinariamente potente: las mujeres son asesinadas todas, no es juzgada ninguna. En Palencia, solo Catalina Muñoz, la madre del sonajero, tuvo causa penal y fue condenada a muerte. Las otras 86 fueron asesinadas sin juicio. Hay muchos hombres asesinados sin juicio, los paseados, pero en el caso de las mujeres son todas y en todas las provincias de España. 

Se trata de eliminarlas por lo que representan. Sí que sabemos que se manifiestan el 1 de mayo, que salen con banderas republicanas o del grupo político, que dan algún mitin, que no van a misa, que son maestras y no tienen el crucifijo en clase, pero no tienen cargo. No hay argumentos legales para una condena judicial, pero sí para un asesinato con nocturnidad y alevosía. 

Yo destaco a las mujeres como las que resisten y mantienen; son las albaceas de la memoria, puesto que son ellas las que almacenan y transmiten. Muchas de ellas han guardado para sí la información con el objetivo de proteger a sus hijos y la han empezado a publicar cuando las hemos entrevistado. 

Para finalizar, la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos ha dado mucho que hablar. Algunos han tachado el acto de innecesario, otros de sumamente importante y simbólico. Ese fue el primer paso para la resignificación de un espacio concebido por el dictador para inmortalizar su victoria en la Guerra Civil. La idea es que el espacio se transforme en un centro de interpretación. ¿Qué opina usted al respecto?

Sobre este tema ha habido mucho debate. El PSOE de Zapatero creó una comisión, pero muy tarde. El filósofo Reyes Mate fue quien elaboró el informe sobre lo que había que hacer en el Valle de los Caídos según lo que estaba haciendo el resto de Europa y del mundo, pero en él también participaron antropólogos, historiadores, técnicos... El informe se publicó en el 2011 y las elecciones fueron poco después, así que no dio tiempo a hacer nada, pero de lo que habla es de reasignación. 

Evidentemente hay muchos elementos simbólicos del Nacional-Catolicismo, como esa gran cruz, que tienen que ser revisados, cambiados o eliminados. El Valle de los Caídos es un mausoleo del Franquismo, aunque en los años 60 Franco empezara a hablar del espacio como lugar de reconciliación. Realmente empezó a construirse con objeto de llenarlo con los restos de los ganadores, pero cuando los familiares de los que ya estaban enterrados rechazaron trasladar sus restos, decidió llenarlo de otra forma. Lo que se produce es una barbarie más: el Ministerio del Interior pregunta a los gobernadores civiles por fosas de su entorno para conseguir esos restos. De las 33.000 personas que hay en el Valle de los Caídos, 20.000 son desconocidas.  

Muchas personas consideramos que lo que hay que hacer con ese espacio es reasignarlo como memorial. Todos los historiadores y los informantes extranjeros aseguran que es inconcebible que no haya un memorial de la Guerra Civil en España.