Cristiano y la imparable agonía

Diego Izco (SPC)
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Dos actuaciones mediocres con su selección se han unido a la crisis de juego y resultados con el Manchester United en el presente curso: ¿está alargando innecesariamente (y emborronando) una carrera ejemplar?

La estrella lusa maldice con los brazos abiertos tras una jugada. - Foto: JOSE COELHO (EFE)

El paso del tiempo no respeta a nadie. Ni siquiera al máximo goleador de todos los tiempos, que en esta 'ventana' de la Liga de Naciones ha vivido un paso más en la imparable agonía del final de su carrera. A los 37 años (Funchal, 5 de febrero de 1985), Cristiano Ronaldo vive el momento más delicado de su profesión, ese en el que ni siquiera los más fanáticos se atreven a decir que «volverá». Es más, muchos sospechan que, a su manera, ya se ha ido.  

Algunos de ellos se convencieron en el minuto 71 del Portugal-España: Cristiano recibía una pelota franca para encarar a Unai Simón. Un mano a mano de esos que hace relativamente poco terminaban en gol en un 90 por ciento de las ocasiones (y hace aún más, el 100 por 100). Ni siquiera hubo disparo. El portugués estuvo lento, predecible, confiado… y Gayà recuperó tres metros para arrebatarle la pelota. El gesto posterior no ayudó a eliminar la sospecha de que 'CR' es ahora una mala copia de 'CR': miró al público e hizo una señal con las manos. «¡Avisadme!». La culpa del fallo fue del señor Gonçales, abonado del Sporting de Braga situado en la tercera fila, por no gritar a tiempo. 

Su partido ante España no le valió para aprobar: Unai Simón le sacó dos remates peligrosos, erró un pase clarísimo a Leao en una contra (minuto 79) que podía suponer el 1-0 y terminó mirando al cielo, gesticulando antes de tirar el brazalete al suelo. Un teatro con un triste toque de patetismo que se unió al 0-4 del sábado en la República Checa: no marcó, falló varias ocasiones, provocó un penalti y terminó sangrando tras un choque con Vaclik, portero checo. Sus choques son una ventana de diversión para los 'haters'. Y alguien como él, deportista gigante, triunfador sin paliativos y ególatra de manual, ha acumulado muchos a lo largo de su carrera: «Me envidian porque soy guapo, rico y buen jugador», como resumen. 

El gran duelo

Durante años, analizando el final de la carrera de los dos tipos que condicionaron el fútbol moderno (Cristiano y Messi), muchos especialistas coincidían en señalar que el declive del argentino sería mucho más amable porque entendía en fútbol de forma natural y casi no necesitaba trabajarlo. El mérito de Cristiano Ronaldo fue el de reinar donde había un rey, pero para ello necesitaba de un estado físico que ya no tiene. 

«Le falta ritmo, le falta confianza, le falta velocidad y le falta competición», era parte del duro editorial que A Bola le dedicaba en la misma noche del duelo. Cristiano necesita minutos para tener piernas, pero también necesita piernas para obtener esos minutos que hoy no tiene en el Manchester United: ha disputado ocho partidos, pero solo ha sido titular en tres de ellos y suma un gol en toda la 22/23... de penalti y en la Europa League. 

Casualidades de la vida, la noche de aflicción del luso coincidía con otro día de gloria para Leo Messi, su némesis. El atacante hacía dos goles en la victoria de Argentina sobre Jamaica (3-0), con lo que la Albiceleste iguala la segunda mejor racha histórica de encuentros sin derrota (35, a dos del récord absoluto de Italia), Messi alcanza las 100 victorias de selecciones (pillando a Cristiano… y necesitando menos choques para conseguirlas) y el genio de Rosario le recorta otros dos tantos en la gran carrera por ser el máximo artillero de la historia. 

¿Hasta cuándo?

«Un tipo como él debe quererse; si ya no puedes más, debes echar el cierre. Lo ha ganado todo, ha sido un fenómeno, ha ganado mucho dinero… Retírate. Ya está», decía Antonio Cassano, muy crítico con esta última etapa del portugués (desde que abandonó el Real Madrid). Y sí, hay un punto de tristeza en la debilidad del gigante que se niega a aceptar su suerte. Muchos de sus seguidores, manada de ellos en Portugal, prefieren quedarse con la imagen de lo que fue y no con esta versión triste, de tragicomedia, en la que ha decidido mantenerse: su idea, cuentan sus paisanos, es dejarlo tras la próxima Eurocopa de Naciones de 2024 en Alemania.  

Si es así (su crédito parece ilimitado en la selección portuguesa) habrá que ver en qué condiciones llega, porque su trayectoria es claramente descendente desde que salió del Real Madrid:la Juventus perdió la hegemonía en Italia y 'CR' cayó tres años en cuartos de la Champions, y su retorno al United ha coincidido con una etapa de indefinición y caos del club, que ha contratado a Ten Hag para poner orden... y este no cuenta con el portugués. Un mal plan.