Editorial

El cine insufla aire fresco en una atmósfera enrarecida

Diario Palentino
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Es una muestra ambiciosa, que no obvia los problemas, pero que da un respiro al espectador

De dos años a esta parte vivimos una época en la que tiene cabida, como en ninguna otra, la expresión aquella de malos tiempos para la lírica. Poco espacio dejan la pandemia de covid-19, la sobrecarga de trabajo de los sanitarios, el número de víctimas mortales, los cierres de negocios y ceses de actividad derivados de la crisis económica que ha traído consigo, la falta de componentes electrónicos que está frenando gravemente la actividad del sector de la automoción, entre otros; la amenaza real de una guerra en la frontera entre Rusia y Ucrania o el giro que está dando estos días la política española. Con esos mimbres ni se pueden hacer buenos cestos ni queda espacio para la lírica. Pero, precisamente por eso, es la cultura en el más amplio sentido de la palabra la que enarbola la bandera de una cierta normalidad y del granito de esperanza que neceita la sociedad para seguir adelante, pese a todo. 

Y el séptimo arte, dentro de la cultura, tiene un tirón especial que conviene aprovechar a modo de aire fresco en esta enrarecida atmósfera que respiramos desde hace tiempo. Los artífices de la Muestra de Cine Internacional de Palencia (MCIP) son conscientes de que manejan un elemento útil y necesario en medio de la crisis generalizada y por eso mismo redoblan sus esfuerzos para que este año sea más atractiva que nunca. El hecho de que aglutine en torno suyo a una treintena de instituciones, entidades, colectivos, asociaciones y profesionales, de ámbitos como el Ayuntamiento, la Diputación, la Junta de Castilla y León, la UVa, el Centro de Formación de Profesores, la biblioteca pública o la Universidad Popular, además del comercio, la cultura, la empresa privada, los guionistas, los actores, los divulgadores y exhibidores del cine, los promotores musicales y hasta la organización del VII Centenario de la catedral, da idea de que los organizadores tienen los pies en la tierra, conocen la realidad y se rodean de sus cabezas representativas para configurar ese balón de oxígeno.

El rigor y la calidad se imponen, una edición más, en la selección de cortometrajes a concurso; se crean nuevos ciclos, se bate el récord de proyecciones con noventa, se ofrece un amplio programas de actividades paralelas, se implica a los centros de acción social, a los internos de La Moraleja y a los más jóvenes de la casa, se tocan temas tan actuales como la inmigración o el cambio climático, se propician los encuentros entre profesionales, se da cabida a las producciones de Castilla y León y a los nuevos creadores y se recuerda a figuras del cine ya desaparecidas como Fernando Fernán Gómez. Por si fuera poco, se suma un miniciclo a modo de prólogo enhomenaje a la catedra. Es una muestra ambiciosa, que no obvia los problemas, pero que da un respiro al espectador. ¡Viva el cine!