"En Palencia el ciclo de flamenco tendrá mucho empaque"

Fernando Pastor
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El promotor de la Gira Flamenco del Norte, Antonio Benamargo, explica que escenario requiere una producción específica. «Hay artistas que sirven para un sitio grande y otros que no. Nos esmeramos mucho en las cuestiones técnicas», asegura

"En Palencia el ciclo de flamenco tendrá mucho empaque"

Desde 2020 Palencia es una de las ciudades que acoge actuaciones de la Gira Flamenca del Norte. En esta XXVII edición, el cartel es más completo y de la máxima calidad, para regocijo de los amantes del género. Antonio Reyes (10 de febrero, 20,30h), La Macanita (24 de febrero, 20,30h), El Pele (12 de marzo, 19,30h.) y Ángeles Toledano (24 de marzo, 20,30h) actuarán en las IV Noches Flamencas del Teatro Principal. El promotor de estos espectáculos es Antonio Muñoz Gómez, conocido como Antonio Benamargo por su lugar de nacimiento, Benamargosa (Málaga).

 

¿Cómo entra usted en contacto con el flamenco?

A principios de los años 60 en la radio se escuchaba canción española, y dentro del flamenco artistas con voz de melodía como Valderrama, Marchena, la Niña de la Puebla… 

Con 12 años escuché por primera vez a Los Beatles y eso fue para mí como la caída del caballo de San Pablo camino de Damasco: vi una puerta abierta a la música en general y me metí de lleno en el mundo del rock, del pop, descubrí el soul cuando estaba emergiendo. Siempre  he sido muy aficionado a la música y escuchaba mucha radio. Algunas noches se cogía en onda corta Radio Gibraltar e incluso Radio Difusao Portuguesa en la que ponían música que no se escuchaba en emisoras españolas.

En 1974 me establecí en Madrid, trabajando en un banco en el que estuve 20 años. Ese año Jesús Quintero, El Loco de la Colina (entonces yo no sabía quién era), organizó un festival en el Teatro Monumental de Madrid, y fue la primera vez que asistí a un espectáculo de cante jondo. Actuaba Fernando Fernández Monje, Terremoto de Jerez, y me quedé alucinado, yo no sabía que existían esas voces, tan naturales, tan rajadas, yo pensaba que era todo melodía, nunca había escuchado flamenco cantado así, con voces negras que me recordaban a Otis Redding, Wilson Pickett, mis héroes del momento. Y aunque seguía metido en la otra música, sobre todo en el jazz, como aficionado, a raíz de ahí empecé a meterme en el flamenco yescuchar discos de Menese. Los musiqueros somos de meternos a fondo cuando nos gusta algo, porque eso me ha pasado también con el son cubano, con los cantautores sudamericanos como Sergio Cafrune, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Violeta Parra o  grupos como Inti Illimani, Quilapayún, etc.

En 1977 intervine en una aventura musical con un rapsoda. Se formó un grupo encabezado por un guitarrista flamenco que venía de Chicago y aprendió la guitarra flamenca de Diego del Gastor, pero era saxofonista también: cuando tocaba el saxo era Tom Sorensen y cuando tocaba la guitarra flamenca se llamaba Tomás de Utrera. Con él aprendí la soleá de Juan Talega. Junto al poeta y rapsoda Luis Melero y el violinista Arthur Wold hicimos un montaje que se llamaba Andalucía Despierta, y lo llevamos por centros culturales, en circuitos paralelos, no dentro del mundo del flamenco. Pero fue mi primera incursión en el jondo.

En 1983 empecé a hacer un programa de radio, en una radio libre, Radio Luna,  en la que estuve tres años. Poco después participé en la fundación de la peña Luis Marín.

Desde 1988 hasta 1995 llevé la programación de Casa Patas, una sala diferente a lo que había hasta entonces, no tenía nada que ver con los tablaos, el planteamiento era programar cante flamenco con el ambiente de un café cantante (cercanía del público, sala reducida, sin micrófonos…) pero con la seriedad del escenario como si fuera un teatro (silencio total escuchando). Y con los recitales básicos de cante y guitarra. 

Poco después ya promueve la Gira Flamenca del Norte

Sí, en 1997. Con una fórmula similar pero en espacios un poco más grandes. No mucho, pues me gusta trabajar en escenarios que no superen los 300 espectadores; si hay más es difícil controlar el espacio para hacer una cosa recogida y mantener la cercanía del público. 

Aunque el flamenco se puede hacer en un espacio de 50 personas o en un espacio para 1.000 o en un polideportivo de 5.000 o en un estadio de 100.000. En cualquier sitio se puede organizar, aunque siempre aplicando una producción adecuada a cada escenario. Hay artistas que sirven para un sitio grande y otros que no.

¿Qué ciudades son sede de esta gira de artistas?

Este año, además de Palencia, Logroño, Vitoria y Valladolid. Otros años hemos visitado Zaragoza, Burgos, Donosti, Barakaldo, Pamplona, Tudela, Eibar, etc.

¿Cómo se vive el flamenco lejos de su centro neurálgico?

Los andaluces vemos el flamenco como algo habitual, quizás por eso no lo valoramos como se merece y no nos esmeramos mucho en las cuestiones técnicas. Pero fuera, de Madrid para arriba, se vive como una música más y por tanto se le aplica la producción y profesionalidad adecuadas.

Además gusta el cante jondo, las voces, lo clásico; afortunadamente no gustan los productos edulcorados, como ese sucedáneo que llaman flamenkito. Hay que apoyar el cante, porque por la cuestión del idioma al extranjero sale más el baile y la guitarra que el cante. Tenemos que apoyar el cante, que es la médula del flamenco, pues la guitarra toca al cante y el baile danza al cante; el cante es como el término bíblico: lo primero fue el verbo. Y creo que gusta muchísimo en el norte. Esta es la 27 edición, que no es moco de pavo.

 

¿Qué podría decir de las actuaciones que veremos en Palencia?

En Palencia este año es la primera vez que va a cuajar un ciclo con mucha prestancia y empaque, ya que por primera vez son cuatro actuaciones, de artistas que han recibido grandes premios y que cubren un amplio espectro artístico. Antonio Reyes, de Chiclana, suena a los Puertos, a Camarón, o a Rancapino, a Pansequito, en la forma de sentir y expresar el cante, aunque imprimiendo su propia personalidad. Viene con un gran guitarrista como Dani de Morón. La Macanita es una veterana que recoge toda la herencia jerezana de la Paquera, y con un eco de voz que recuerda a su admirada Fernanda de Utrera. Viene acompañada por Manolito Valencia a la guitarra y por Chicharro de Jerez y Macano al compás. El Pele es un maestro del cante, de las mejores voces que hay en el flamenco hoy día, una figura importantísima. Es caracolero, tiene también influencia de Enrique Morente y canta muy bien por Marchena. Le acompañará otro gran guitarrista, Niño Seve. Ángeles Toledano, de Jaén, es una voz muy joven. Su sonido y la manera de estar en el cante recuerda mucho a Estrella Morente en sus inicios que tanto impactó en la afición y en el público en general. La acompaña a la guitarra Benito Bernal, gran guitarrista onubense. Recomiendo no perderse la actuación de Ángeles Toledano para la que los aficionados de Palencia (y de Valladolid y Zamora, que sé que van a venir) la recuerden cuando dentro de no mucho sea una gran figura, que no tengo duda de que lo va a ser, y puedan decir que la vieron en Palencia cuando irrumpía. 

 

¿Cómo valora la acogida que Palencia ha dispensado a esta gira en ediciones anteriores?

Recuerdo que ya el primer año que la gira recaló en Palencia acudió Marina Heredia y llenó el teatro. En cualquier ciudad hay potenciales aficionados, lo que pasa es que ellos no saben que lo son, porque nadie les lleva cante y en cuanto se lo llevan reaccionan. Da gusto trabajar con teatros que te dan los medios para hacer el trabajo en condiciones, en cuanto a producción, técnica, etc.En la primera edición de la Gira, allá por 1997 en Logroño no llegó a la gente. Allí no habían escuchado cantes nunca. Pero desde el segundo año se formaron grandes colas y se vendieron todas las entradas por anticipado. Si das calidad y llevas cante jondo de verdad, gusta y conecta con el público. 

 

Palencia es una plaza que tradicionalmente ha acogido con entusiasmo a  numerosos artistas flamencos de la talla de José Mercé, Tomatito, Marina Heredia, Pedro el Granaíno, Israel Fernández o Rocío Márquez, ¿sabe como surgió la afición por el flamenco en provincias castellanas como Zamora, Valladolid y Palencia?

No.

Pues si me lo permite se lo cuento yo, a usted y a nuestros lectores. Cuando en Zamora se iniciaron dos grandes obras de construcción como fueron el embalse de Ricobayo (entre 1926 y 1931) y la línea férrea Medina del Campo-Galicia (en 1928) llegaron dinamiteros de La Unión, y andaluces y extremeños procedentes de Linares, Río Tinto, etc., que por lo general eran aficionados al flamenco y que en su tiempo libre se acercaban a la capital zamorana en busca de ocio. Los artistas sabían que esos trabajadores eran un público potencial para compañías flamencas, lo que propició que estas compañías iniciaran sus giras por Zamora, para antes de estrenar su espectáculos en Andalucía testar si tenían buena acogida. Y para que el desplazamiento les fuera rentable no se limitaban a Zamora sino que actuaban también en Valladolid y Palencia antes de ir hacia el sur. Así surgió el poso de la afición al flamenco en estas provincias. Otra cosa es que se haya mantenido o no.

Pues muchas gracias Fernando por contármelo, porque no lo sabía.