Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Réquiem por Elisa

08/10/2021

Siempre vas buscando la emoción en autores de renombre, en autores convocados para ganar los premios más apetecibles, sin calcular que pueden defraudarte porque esperabas algo que ellos no contaron o, no lo contaron como tú esperabas.
La vida es retorcida. Almudena lo sabe bien, que hace un canto de unas vidas que se decidieron por el amor, dejando atrás la posición social, el barrio señorial, la servidumbre de la casa; también, el vacío existencial de quienes lo amañan todo, ajenos a la adversidad en la que viaja el resto del mundo.
La autora lleva su vida a la ficción de manera impecable. Se teme el desenlace desde el título, pero el lector, como los protagonistas, no pierde la esperanza de hallar una respuesta, de encontrar lo que busca, de que desaparezcan aquellos que desde su holgada posición los vapulean porque no cedieron a sus caprichos, porque no los eligieron a ellos para vivir del cuento, entre bambalinas, engañados pero felices sin eso que llaman amor.
Las cosas suceden por algo. A veces no sabes lo que te empuja a invertir el orden de la historia. Aparentemente estás bien, lo tienes todo, tus amigas te quieren, vives a cuerpo de reina, tu padre es un ilustre potentado; tu novio, como no podía ser de otra forma, se mueve en el mismo ambiente. Todo parece que gira adecuadamente, hasta que un día, por un despiste, te tropiezas con alguien. Te tropiezas de nuevo y caes en la cuenta de que te gusta tropezarte, que alguien se enamora de ti, que tú te vas enamorando también, hasta encontrar una emoción y una pasión que no esperabas, hasta perder la noción del tiempo y de las cosas. Ya no necesitas la casa grande, ni los regalos de postín, ni la sonrisa sarcástica de tu madre que quiere por encima de todo desengañarte de eso que llaman amor. ¡No hija, no, tú no te casarás con un don nadie! Es verdad que la vida es un taller de pruebas. Que ni el amor es suficiente para encontrar la dicha, porque nada es definitivo, porque acechan los celos, la envidia, porque las que decían ser tus amigas te dejaron; porque, además, por esas coincidencias del destino, perdiste lo que más querías. Enhorabuena, Almudena. Sigue adelante. Lo cuentas como el mejor de los maestros.

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