Cordovilla la Real está situada en una extendida y fértil llanura por la que sigue su curso el río Pisuerga, en la comarca del Cerrato y a 29 kilómetros de la capital. En el pasado perteneció al partido judicial de Astudillo; a la Audiencia territorial de Valladolid y a la Capitanía General de la misma ciudad.

El solar en que hoy se asienta esta localidad fue inicialmente poblado por tribus de vacceos, que serían posteriormente conquistados por Roma, bajo cuyo régimen vivieron asimilándose a la cultura romana, que estableció sus urbes y explotaciones en estas latitudes. Fueron sustituidos por los visigodos, como queda demostrado con el hallazgo al lado de la iglesia de una necrópolis de época visigoda que nos confirma fehacientemente su paso por estas tierras.

La población que hoy llamamos Cordovilla la Real surgió entre finales del siglo IX y principios del X como uno de los primeros asentamientos de mozárabes de tierras cordobesas que subieron huyendo de la dominación morisca, encontrando a orillas del río Pisuerga el paraje adecuado para asentarse en territorio cristiano y comenzar de nuevo; de ahí el nombre de su nueva población, «La pequeña Córdoba». Al mismo tiempo que el primitivo núcleo de Cordovilla, surgieron las aldeas de Matanzas, San Salvador del Moral y Villandrando. 

En 1532, siendo señor de la villa  Diego García de Padilla, Cordovilla era lugar de behetría cerrada, es decir, los vecinos podían elegir a un representante como señor de la villa, pero sólo entre los que tenían raíces en el pueblo. De esas fechas es el Rollo de Justicia, monumento histórico-artístico, que se mandó erigir como signo de jurisdicción propia.

Cordovilla la Real formaba parte, en su categoría de pueblos solos con jurisdicción de realengo y alcalde ordinario, del partido de Castrojeriz, uno de los catorce que formaban la Intendencia de Burgos durante el periodo comprendido entre 1785 y 1833, según en el Censo de Floridablanca de 1787. Las demarcaciones provinciales cambiaron en 1833 con la división territorial de España en provincias, que sigue existiendo en la actualidad, realizada por Javier de Burgos.

El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, dirigido por Pascual Madoz a mediados del siglo XIX, decía: «Cordovilla la Real es villa con ayuntamiento que cuenta con 64 casas muy deterioradas en su mayor parte, habitadas por 51 vecinos y 265 almas; una escuela a la que asisten 33 alumnos de ambos sexos, cuyo maestro está dotado con 700 reales; una iglesia parroquial (La Asunción), asistida por un cura y un medio racionero; en el campo se encuentran tres fuentes bastante buenas. 

Hoy, el Ayuntamiento de Cordovilla la Real está formado por la capital municipal del mismo nombre, con 81 habitantes; la Dehesa de Cordovilla con dos habitantes, la Dehesa de Matanzas, con siete habitantes; la Dehesa de Matanzas de Abajo, con seis habitantes; la Dehesa de Matanzas de Arriba, con un habitante; la Dehesa de San Salvador de Moral, con dos habitantes y la Dehesa de Villandrando, con 19. En la actualidad estas dehesas están dedicadas a la explotación agropecuaria.

La actividad productiva de los habitantes que forman el Ayuntamiento de Cordovilla la Real está, principalmente, vinculada con la agricultura y la ganadería: cultivan trigo, cebada, centeno, avena, legumbres y vino y crían ganado lanar, cabrío y vacuno. Además, se ubica en una zona apta para la caza de perdices, liebres, conejos, lobos y raposos, y de pesca de barbos, truchas y anguilas.

Lugares de Interés.

Uno de los puntos más destacados de Cordovilla La Real es el magnífico puente de piedra de 19 ojos cuya longitud es de 327 metros y una anchura de 15 levantado en estilo clasicista sobre el río Pisuerga en el año 1778, durante el reinado de Carlos III.

Otros lugares son la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, edificada en el siglo XVI en estilo gótico plateresco, aunque la torre se levantó en el siglo XVIII en estilo neoclásico; y dos rollos jurisdiccionales: uno propio de esta villa realenga del siglo XVI ubicado en la plaza, de tosca talla y sin apenas decoración, coronado por la picota y una cruz de hierro y otro del monasterio de San Salvador del Moral, ya desaparecido, en la plaza del Ayuntamiento, de fuste octogonal que presenta un bello escudo. Ambos fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1960.