Más de un siglo ante sus ojos

Carlos H. Sanz
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Julia Hoyos Sanmiguel cumplió 108 años el pasado 3 de junio. Nacida en la capital, vivió prácticamente toda su vida en el Cristo

Más de un siglo ante sus ojos

El pasado viernes, 3 de junio, Julia Hoyos Sanmiguel cumplió 108 años. Si alcanzar el siglo de vida es todo un logro, superarlo con creces convierte a Julia en una de las personas de más edad de toda la provincia... si no la más longeva.

Cuando llegó al mundo en la capital en 1914, no solo no habían pasado 11 años desde que los hermanos Wright realizaron el que se considera el primer vuelo con un aparato con motor, es que ni siquiera se había terminado de construir el palacio provincial de la Diputación. 

Pasó la gripe española, que en 1918 se cobró la vida de unos 3.500 palentinos y afectó a más de 100.000 personas, sobrevivió a la Guerra Civil no sin llorar pérdidas e injusticias, y el viernes celebró su cumpleaños arropada por su familia. Un día para festejar, donde brindó con dos de sus tres hijos, su nuera, sus cuatro nietos y sus dos biznietos. Juntos disfrutaron de su presencia y compañía, y recordaron para Diario Palentino cómo creció en las Huertas del Pombo, donde su familia se dedicaba a cuidar un pequeño huerto.

Contrajo matrimonio con Mariano Villán, con quien tuvo tres hijos, Mariano, que nació en octubre de 1936, unos meses después de que estallara la Guerra Civil, Felisa y Víctor, de 80 y 73 años, respectivamente. La familia se marchó a vivir a un incipiente barrio del Cristo, «ellos mismos construyeron su casa con adobe», comenta su nieta María José Villán, «y abrieron un almacén, donde vendían yeso y cementos».

Mientras el patriarca de la familia trabajaba en la campaña en la azucarera de Monzón, Julia Hoyos sacó adelante a sus tres hijos, a los que vio crecer y prosperar. La vida le apartó de su marido cuando este había cumplido los 83 años y poco después, comenzó a vivir con su hijo, Mariano, y su nuera, Josefa.

«Siempre le ha gustado mucho estar en la huerta; la familia tenemos una finca y cuando íbamos siempre cogía la azadilla para quitar hierbas», relata su nieta. Sin embargo, llegó la maldita pandemia y aunque Julia no se contagió, sí tuvo la mala suerte de caerse en casa y romperse la cadera, lo que le obligó a pasar por quirófano para implantarle una prótesis.

A su edad y con las restricciones del coronavirus, no pudo hacer rehabilitación, lo que la sentó en una silla de ruedas porque camina con mucha dificultad. «Eso sí, ¡de cabeza controla todo! Hasta hace poco éramos nosotros los que le pedíamos que nos recordase que teníamos que hacer una llamada o cumplir con un recado», comenta María José Villán. 

su vida en la residencia. Para recibir la mejor atención, se trasladó a vivir a la residencia Ciudad de Palencia. Allí sigue practicando a diario la que se ha convertido en su principal afición: coser. «Siempre ha hecho mucho ganchillo, de hecho los hijos tenemos todas las casas llenas de cosas hechas de punto», bromea su nieta.

En la residencia, no duda en hacer algún arreglillo a sus compañeros, como coger el bajo de algún pantalón o coser un corchete. «Tampoco perdona ver un rato la tele y si le preguntas controla cualquier tema», añade María José Villán.

Vivir 108 años es un logro pero también un reto porque exige afrontar cada día con el mejor ánimo. Así lo ha hecho Julia Hoyos Sanmiguel. «Jamás la he escuchado decir que le llegaba la hora. Un día nos dice que le duelen las rodillas y otro que ha dormido mal, pero siempre afronta una jornada nueva como lo ha hecho durante toda su vida, de forma callada y sufrida», relata su nieta. Eso sí, siempre con el cariño y reconocimiento de su familia.