Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Hablan las máquinas  

25/09/2020

Que no, que no, que ya podemos haber preparado nuestro alegato, para, descolgando el teléfono, exponer motivos de índole tan importante como salud... trámites burocráticos... cuentas bancarias... avisos para reparaciones..., en fin, papeleo en general, que siempre, siempre, de entrada, nos responderá una máquina.
Por ejemplo: Rin...rin..rin....Y... Ha contactado usted con... si necesita información sobre... pulse uno, si se trata de... pulse dos... sin no, espere por favor. Entonces te sientas, porque la espera es  prolongada, pero comienza a sonar una musiquilla de fondo y lejana que entristece un poco porque no está cantando El Arrebato, precisamente. Aquellas notas pausadas y espaciadas deprimen.. De pronto la melodía deja paso a...
En estos momentos todos nuestros agentes están ocupados, siga esperando, por favor. Y como la música ya ha pasado de insoportable a ponerte tan triste que te parece que estás oyendo un responso en la capilla de un tanatorio, terminas colgando el chisme y pensando: ¡A ver, mañana ! Pero... pasó un día y otro día, un mes y otro mes pasó, y un año pasado había... al fin decides ir personalmente a la entidad, con los consabidos  inconvenientes de los desplazamientos, y allí te dicen que ya se ha cerrado el plazo para el asunto en cuestión, y que en lo sucesivo no dejes estos trámites para tan última hora. ¡¿Última hora?! ¡Pero...si llevo mil años sumergida entre espere por favor y música celestial!.
En fin, en fin, que sí, que los avances en las redes sociales son un gran invento, pero  hay casos en los que casi prefieres el vis a vis con la ventanilla entremedias. Yo no sé si porque algún día me habré levantado con el pie izquierdo, o porque alguien me ha echado una maldición, llevo una temporada en la que se me amontonan los problemas.  Para uno de ellos me aconsejaron: Llama a tal número. Llamé, y respondió un hombre con acento hispanoamericano, expuse el tema, y se produjo algo que no me había ocurrido nunca: todo lo que dije, en su totalidad, se repetía, es la primera vez que he oído mi propia voz en otro país, me vino bien para sopesar los pros y contras en mi parlamenta, pero me resultó agobiante. Total, el panchito, después de responderme desinformado, torpe y cortito, me pidió datos, se los di, y a ver qué pasa. Eso sí, en el diálogo introdujo la palabra doñita  sin parar: De acuerdo doñita... tomo nota, doñita....
Pues las máquinas seguirán hablando, y cada día más, y cantando, y hasta nos cantarán las cuarenta  Pero yo, a la hora de enterarme de cosas prefiero la presencia humana, amable, culta y dialogante.