Ha tenido que pasar medio siglo para que Tiempo de destrucción, novela póstuma de Luis Martín Santos que vio la luz en 1975, regrese ahora de la mano de los hijos del autor para hacer justicia a un libro que pasó desapercibido en su tiempo. «Esta obra se publicó once años después del fallecimiento de mi padre y nosotros éramos unos niños, estábamos en shock. Había una leyenda negra en torno a la novela y, ahora en la distancia, hemos hecho un trabajo con casi 1.000 folios. Esto termina de disipar todas las dudas», señala uno de los hijos del escritor, Luis Martín-Santos.

Dos años después de la publicación de Tiempo de silencio, novela que revolución las letras españolas, Martín-Santos falleció en un accidente de tráfico. Había dejado preparado gran parte de su siguiente obra, Tiempo de destrucción, que el propio escritor consideraba aún más importante que su obra anterior. «Era el gran proyecto literario de mi padre, porque aunque irrumpe en la literatura con Tiempo de silencio, en esta última novela tenía todas sus esperanzas puestas», asegura su hijo. 

Superar un shock

Fue Carlos Barral el encargado de preparar un estudio crítico los meses siguientes a la muerte del autor y quien trabajó con los originales junto a la viuda de Martín-Santos e incluso su gran amigo, el cineasta Mario Camus. Sin embargo, diversas complicaciones llevaron a que Tiempo de destrucción no viese la luz hasta el año 1975, con edición de un por entonces principiante José Carlos Mainer y ya con Barral fuera de su propia editorial. 

A la pregunta de por qué se ha tardado tanto en llegar a esta edición que consideran «definitiva», los hijos del escritor reconocen que tuvieron que superar «un periodo de shock», pues su madre había fallecido once meses antes de este accidente de tráfico. «Realmente, recogimos esta herencia cuando éramos muy pequeños, queríamos vivir nuestras vidas y es ahora cuando ya podemos dedicar todo el tiempo y vivencias para la recuperación que la obra de mi padre merece», afirma Rocío Martín-Santos.

Tiempo de destrucción ha sido calificada como la «novela enigma»de la literatura española. Dividida en cuatro partes, Martín-Santos trató primero de hacer un fresco familiar a partir de la memoria para luego pasar a la novela y en la última parte jugar con una escritura oscura y singular a modo del irlandés James Joyce.