Anteayer se celebró el Día Internacional de la Croqueta. Y sí, creo que este día merece la pena ser celebrado. Y, al caer en lunes, coincidió con el Blue Monday, el día más triste del año, que se considera al tercer lunes de enero. Curiosa la historia e incluso la fórmula con la que en 2005 el profesor universitario en Cardiff Cliff Arnall hizo el cálculo para llegar a esta conclusión; seguro que no había comido croquetas durante los días en que hizo el estudio.
Pues sí, las croquetas suponen muchas cosas para nosotros; son recuerdos de madres y abuelas, símbolo del compartir y del disfrutar en compañía tanto adultos como niños, son tapa o ración por excelencia, desenfado, llenado de buche, cocina de aprovechamiento, recurso inteligente y/o muchas cosas más. Otro invento culinario de nuestros vecinos del norte y muy presente en numerosos países, con sustanciales diferencias en cuanto a los estilos y la elaboración en cada uno de ellos, no tienen nada que ver las elaboradas con una masa a base de patata como hacen holandeses o alemanes, por ejemplo, que nuestras finas bechameles del sur de Europa, o el uso de la yuca en Centroamérica.
Y para tirar un poco de chovinismo patrio ante los franceses, aparte de cuando nuestras selecciones se van a enfrentar en un partido de baloncesto, claro está, que ya saben lo que va a pasar… hay que decir que es en España donde se ha mejorado su invento para llevarlo al Olimpo de las recetas que más nos gustan a todos. Y más aún, si bien aquí las croquetas hicieron su entrada de la mano de las tropas napoleónicas y se las cogió el gusto a principios del siglo XIX durante la Guerra de la Independencia española, puede considerarse su entrada oficial a nuestro recetario popular un agasajo de fritura de croquetas a las tropas inglesas en 1812.
Dulces o saladas, redondas u ovaladas, de los ingredientes que queramos; las croquetas no tienen límites. Sin duda las más populares son las de jamón, seguidas probablemente por las de cocido, pollo, setas, bacalao o marisco. Necesito pistas, no sé donde se pueden disfrutar las mejores croquetas en Palencia, si bien quizás a las que más ganas tengo de hincarle el diente son a las que acaba de incorporar Rubén Villegas a la carta del San Remo.