Rampa de lanzamiento

David del Olmo
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Varios jugadores han aprovechado su paso por el Palencia Baloncesto en la última década para impulsar sus carreras hacia cotas superiores. Uno de los últimos ejemplos, el de Steve Vasturia, recién llegado al Zalgiris

Rampa de lanzamiento - Foto: Óscar Navarro

El pasado miércoles el Zalgiris Kaunas anunciaba la contratación para las dos próximas campañas y una tercera opcional del escolta estadounidense Steve Vasturia, jugador que asombró al baloncesto español desde la LEB Oro en la temporada 2018-19 vistiendo la camiseta del Chocolates Trapa Palencia.

De la LEB Oro a la Euroliga en apenas un año. Poco tiempo más ha transcurrido desde que el joven exterior de Medford (New Jersey) firmara sus últimos 14 puntos como morado. Fue en el quinto encuentro de la serie de cuartos de final por el ascenso a la ACB ante el Retabet Bilbao con casi 10.000 espectadores (más de 400 palentinos viajaron en un miércoles laborable) como testigos en el Bilbao Arena. Fue su despedida de Palencia, tres días después de haber jugado por última vez en el parquet de un pabellón municipal que va camino de tres meses sin escuchar el bote del balón.

La de Vasturia y su representante fue una apuesta, tras haberse formado en la prestigiosa Universidad de Notre Dame y de haber sido fichado por el Alba Berlín (de la mano del director deportivo Himar Ojeda) de la Bundesliga, donde apenas jugó en sus primeros meses como profesional tras llegar a mitad de temporada. Todo un diamante en bruto que aterrizó en el Palencia Baloncesto (la otra parte de la ecuación) para, de la mano primero de Alejandro Martínez y después de Carles Marco, que le brindaron su total confianza, demostrar que estaba llamado a más altas empresas. 15,9 puntos, 5,4 rebotes y 3,5 asistencias en 30 minutos de juego le auparon a la segunda plaza de la lucha por el MVP liguero tras Junior Robinson y justo por delante de otro jugador que dio el salto a una categoría superior, Tyson Pérez (del Canoe al Morabank Andorra de la ACB).

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El pasado verano el Rasta Vechta del español Pedro Calles reclamó sus servicios para jugar la Bundesliga y la Basketball Champions League. Ya en noviembre el Zalgiris Kaunas se interesó por el jugador, aunque finalmente no pudo hacerse con sus servicios y fue KC Rivers quien llegó desde el Betis. Pocos meses después Jasikevicius ha cumplido su deseo.

 

ALBERTO BLANCO. El de Villagarcía de Arosa llegaba hace un año al banquillo del Chocolates Trapa después de cuatro cursos desempeñando su labor profesional en el baloncesto lituano dentro del Lietuvos Rytas, la alternativa más poderosa al Zalgiris Kaunas en la LKL.

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Es una voz autorizada, por su conocimiento de dicha competición, además del que posee del scouting y el mercado de jugadores (como demostró sin ir más lejos el pasado verano). Hace un año, tras conocerse su fichaje por el club palentino, preguntado por un Vasturia cuya continuidad se presumía un sueño imposible de los aficionados morados, lo describía como «un jugador excelente, que en la LEB Oro marca diferencias. Y ahora es un jugador que no va a estar en el dinero que estaba hace un año. El club hizo una apuesta y acertó. No siempre aciertas».

12 meses después el estadounidense ha demostrado en su regreso a la Bundesliga lo que proyectaba en la LEB Oro. Blanco explica el nuevo salto del escolta en su carrera: «En primer lugar es un estilo de jugador muy de Saras Jasikevicius, el estilo que le gusta mucho. Es un tirador, trabajador, con gran envergadura, capaz de hacer muchas cosas, con muy buenas piernas, una mano excepcional. El hecho de ser americano en Lituania no tiene mucha importancia porque puedes tener hasta cinco, y en la Euroliga tampoco».

Y le aventura mucha exigencia, con premio: «va a pasarlo duro, porque va a tener que estar al mil por cien cada segundo que pisa esa pista, porque Saras es muy exigente. Pero puede tener claro que cuando termine la temporada va a dar un salto enorme como jugador. Va a pasar mucha presión, porque jugará delante de 16.000 o 17.000 espectadores con lo que significa el baloncesto en Kaunas. Va a vivir la presión más importante de su vida. Creo que esos dos pasos que ha dado, Palencia y Alemania, le van a servir para tener mucho andado para asentarse en una plaza tan difícil de hacer feliz como es el Zalgiris Arena. Cuando entras, todo te pesa. Recuerdo el primer día que jugué allí. Había visto partidos desde la grada, pero cuando me senté en el banquillo, justo antes de empezar el partido me notaba sobrepasado por el escenario. Es una sensación muy personal, ese escenario impone».

 

EL MEJOR. Recientemente la afición morada votaba a Vasturia como el mejor escolta en la historia del club.

Entonces reconocía que «es un grandísimo honor para mí que me hayan elegido (...). Soy consciente de que el Palencia Baloncesto es un equipo con una gran historia y muchos jugadores increíbles han vestido esta camiseta, por eso sé que es un orgullo ser parte de la historia del club».

Y Steve destacaba entonces en sus palabras a la web del club que «el mejor recuerdo que tengo de mi año en Palencia son los partidos en casa. Siempre había mucha gente, un ambientazo y era muy divertido jugar ante todo un pabellón apoyando… ¡Nunca lo olvidaré!».

 

JAIME PRADILLA. El siguiente en dar el salto a una máxima categoría (donde ya había disputado cinco duelos) ha sido el joven pívot Jaime Pradilla, esta temporada cedido por el Casademont Zaragoza en tierras palentinas tras el oro sub’18 con la selección española en el Campeonato de Europa.

Apenas alcanzada la mayoría de edad ha firmado una buena temporada, su primera como profesional. Así se despedía el jugador en sus redes sociales, rumbo a su tierra para disputar a las órdenes de Porfi Fisac la fase final de la ACB desde el 17 de junio: «Finaliza la temporada LEB Oro 19-20 con sabor amargo por que no se pudo acabar como queríamos. Muchas gracias a todos Palencia por este primer año como profesional, siempre os llevaré en mi recuerdo».

5, 5 puntos (58,7% en tiros de dos y 50% en los lanzamientos triples -11/22-) y 3,2 rebotes en menos de 15 minutos de juego fueron sus números. Difícilmente volverá a LEB Oro.

 

MICHEL DIOUF. Volviendo a Porfi Fisac, era el entrenador del Fuenlabrada en la campaña 2011-12 cuando, obligados por las bajas, miraron hacia la LEB Oro para encontrar un jugador interesante que les reforzara en mitad de la campaña.

Y pusieron los ojos en el senegalés Michel Diouf, que estaba brillando en el equipo palentino con Natxo Lezkano al mando. 9,5 puntos y 8,8 rebotes en 26 minutos de intensidad e intimidación le impulsaron hacia la ACB con un contrato de larga duración, previo pago de una indemnización a los morados. Apenas 15 partidos después regresó a la LEB Oro donde jugó en Breogán y Burgos (ascenso incluido) antes de marcharse a Dinamarca para establecerse definitivamente. Ha encadenado cinco temporadas en los Bakker Bears, donde es un pilar defensivo de un equipo que ha ganado, sin contar la última, inacabada (donde era líder), dos de las cuatro anteriores ligas.

 

NIKOLA MIROTIC. Hace apenas un mes era entrevistado en el siempre interesante podcast Basketcast por el también internacional Quino Colom (campeón del mundo con la selección española) y el periodista de la Euroliga, Javi Gancedo.

Este último preguntaba a Mirotic por su etapa en Palencia, a la que se refería el pívot del FC Barcelona con mucho cariño: «ha sido uno de los equipos clave en mi carrera, cedido por el Madrid, porque no estaba todavía preparado para ir al primer equipo». Se refería a Natxo Lezkano, «un gran entrenador con mucha experiencia, muy exigente. Yo llegaba como un niño, recién cumplidos los 17 años, tuve una gran experiencia». Y a compañeros de aquel curso 2009-10 como «Óliver Arteaga, que era el pívot más dominante de la LEBOro, que fue nombrado en el quinteto ideal», o «Carles Bravo, con Oli sigo en contacto, y muchos amigos fuera del baloncesto que viven allí».

Y añadía una anécdota de uno de sus primeros entrenamientos, de regreso al Madrid, con Ettore Messina al frente del banquillo, cuando el técnico italiano comentó: «les mandamos un niño y nos devolvieron un hombre». El resto es historia: una Liga, dos Copas y dos Supercopas con el Madrid; oros Europeos absoluto y sub’20 con España y un bronce en los Juegos de Río; más cinco temporadas en la NBA antes de fichar por el Barça.

Nikola, con 18 años, logró en Palencia 8 puntos y 4,6 rebotes de media. Su trabajo con Lezkano le hizo mejorar y, desde la mitad de la temporada siguiente explotó en el Real Madrid en la ACB y la Euroliga.

 

OTROS EJEMPLOS. Los estadounidenses Ian O’Leary y Quinn McDowell, el australiano Mitch McCarron (volvió a su país, donde es internacional), el alemán Chris McNaughton (este, desde la LEB Plata a la Bundesliga, siendo también internacional) o los nacionales (en sus casos, ya con pasado ACB) Roberto Guerra (de regreso al Gran Canaria), Rafa Huertas (se fue el Gipuzkoa tras media campaña) e incluso Urko Otegui (acabó una temporada en el Gipuzkoa), saltaron en algún momento desde Palencia a la máxima categoría.

En el caso de O’Leary, había jugado en Vigo (Oro) y Oviedo (Plata), pero sus 11,1 puntos y 7,1 rebotes en Palencia, junto a su capacidad de mejora y su exuberancia física le enviaron directamente a la ACB (Valladolid, Gran Canaria, Tenerife y Fuenlabrada). Se retiraba el pasado verano tras siete cursos en la máxima categoría.

Y en el de McDowell, llegó a prueba en septiembre de 2014 y se convirtió en imprescindible, ganándose el corazón de los aficionados muy pronto. Fichó por el VEF Riga, lo que iba a ser un paso intermedio hacia un destino al nivel de su talla como alero. Pero una grave lesión le impidió seguir jugando y hoy es entrenador asistente de los Mountain Hawks en la Universidad de Lehigh (NCAA).

Este verano quizá sea buen momento para apostar.