La Vera Cruz acompaña a Jesús en su soledad antes del calvario

Carlos H. Sanz
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La procesión de La Oración en el Huerto lució los once pasos de la cofradía entre la emoción de numeroso público

La Vera Cruz acompaña a Jesús en su soledad antes del calvario - Foto: Óscar Navarro

Dicen las Escrituras que inmediatamente después de la Última Cena, Jesús se fue a orar al huerto de Getsemaní o de los Olivos. Allí, el Hijo de Dios comenzó a sentir «una angustia y una tristeza agobiantes» ante la certeza del calvario que se avecinaba. Un momento trágico del Jueves Santo en el que la cofradía de la Vera Cruz sacó todos sus pasos a la calle para acompañar a Jesús en esa soledad que parece impregnada en los toques de tararú que marcaron, como es costumbre, la apertura de puertas de la capilla de la Vera Cruz con la que da comienzo la procesión de La Oración en el Huerto.

La calle de la Vera Cruz lució abarrotada de gente expectante del inicio de un desfile procesional que a las 20 horas echaba a andar, poco a poco, con la incorporación de los pasos en un orden marcado. Primero, El Lavatorio (de Melchor y Víctor Ramsés Gutiérrez, 2002) y La Sagrada Cena (también de Melchor y Víctor Ramsés Gutiérrez, 2002), seguido de La Oración del Huerto (anónima, 1672), Las Lágrimas de San Pedro (de autor desconocido, de 1918), Jesús Atado a la Columna (anónimo del siglo XVII), el Jesús Coronado de Espinas (Escuela castellana, siglo XVII), el Santísimo Cristo del Otero de San Pablo (Escuela palentina, siglo XVII) y San Juan  (Melchor Gutiérrez, 2006). 

Fue en ese momento cuando se vivió uno de los instantes más impactantes de esta procesión, en el que las puertas de la capilla de la Vera Cruz se abrieron por segunda vez y se incorporaron a la procesión las tres tallas que doblegan el sentimiento de todo miembro de esta cofradía palentina.

En primer lugar, el Cristo Yacente (talla anónima del siglo XVI), que hizo su aparición al abrigo del Himno de España, interpretado por la Agrupación Musical de la cofradía , escoltado también por los cofrades más jóvenes, que portaban su propio paso de la Virgen a escala, y que fueron recibidos entre aplausos de los asistentes. 

Acto seguido, llegó el turno del paso de Nuestra Señora de la Vera Cruz, al que se ha sometido a una estricta dieta para rebajar su peso en 400 kilos para facilitar su transporte, además de estrenar una nueva formación de los cargadores de los más altos (delante) a los más bajos (detrás). Detalles que seguro pasaron desapercibidos para el común de los espectadores que emocionados vieron cómo la talla se incorporaba a la procesión al paso de la Banda Municipal de Música, que interpretó El Evangelista. 

Y, en tercer lugar, hizo su aparición la imagen titular de la Cofradía, el Lignum Crucis, de la que afirman que contiene el fragmento de la cruz en la que fue crucificado el Hijo de Dios. La Agrupación Musical acompañó su salida con el himno de la cofradía.

Los tres pasos marcharon cargados a hombros de los cofrades, y los tres hicieron su aparición precedidos de otros tantos toques de tararú que advirtieron a los presentes de que era la hora de emprender un camino que les llevó por la plaza de San Pablo hasta la calle Mayor, la cual recorrieron hasta llegar a la plaza Mayor. La casa consistorial fue testigo de cómo muchos ciudadanos admiraron el paso lento y sentido de una procesión que se encaminó hacia la calle Colón, para girar en Becerro de Bengoa.

Para entonces hacía muchos minutos que el cruce de los Cuatro Cantones lucía lleno de gente, y es que fue en este punto donde se vivió otro de los momentos de gran interés de la procesión de La Oración en el Huerto. Siempre sobrecoge escuchar el Ave María en este punto de la procesión, así cómo el silencio que durante un minuto reina en uno de los puntos más concurrido de la ciudad durante el resto del año. Solo el sonido de la campanas -una grave y otra aguda- ordenó levantar al cielo los pasos para librar los obstáculos para encarar la recta final de la procesión.

Larga tradición. Hay que tener en cuenta que de la procesión de La Oración en el Huerto se conservan referencias desde inicios del siglo XVI, entonces bajo el nombre del Jueves de la Cena. Su antigüedad la confiere el honor de ser «casi con toda seguridad» la más antigua de las procesiones penitenciales de la ciudad, y es que, al menos desde 1524, se ha celebrado ininterrumpidamente», según señalan desde la cofradía. Solo la guerra y el mal tiempo han impedido que se celebre cada Jueves Santo.  Ayer, por suerte, ni una cosa ni la otra lo evitaron para alegría de los cofrades de la Vera Cruz, que se volcaron para acompañar al Hijo de Dios en la soledad previa a su calvario, muerte y resurrección.