Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Tumbos y gurús

05/01/2022

Cerrado el año de la vulnerabilidad y de la frustración, se abre el 2022 con no pocos indicadores inquietantes y más incertidumbres que certezas. Al desasosiego y la irritabilidad que acredita el mayor consumo de ansiolíticos y la frenética actividad de psicólogos y psiquiatras se suma el malestar que supone comprobar cómo la vacuna salvadora no era tal y el virus escurridizo sigue haciendo de las suyas, poniendo en jaque un comienzo de año que se presuponía tranquilizador con tanta dosis inoculada. Pero no, ha tenido que venir la variante ómicron a fastidiarnos la fiesta y confirmar de nuevo que sobre esto del coronavirus hay exceso de teoría y demasiado gurú suelto.

Al final estamos casi como al principio: la mejor medicina sigue siendo la distancia social, la mascarilla y la responsabilidad individual. Y qué decir de la gestión de la crisis sanitaria, cuando tampoco ha variado mucho: allá cada comunidad autónoma con sus respectivas medidas restrictivas. De los aplausos y el reconocimiento público a los sanitarios hemos pasado a comprobar la escandalosa falta de personal en hospitales y el colapso diario en atención primaria. Vamos, como en el 2020.

No hay cosa peor en todo esto que el miedo, la desconfianza y la ignorancia sobre lo que nos haya de suceder en un año que, a poco que se intente, debería ser mejor que el recién terminado. Pero ya uno duda de ello al comprobar que lo nuevo es peor que lo anterior y que lo de ser ejemplares es la auténtica entelequia a poco que veas esas imágenes con fiestas multitudinarias y botellones sin mascarillas como si aquí no pasara nada.

Por no hablar del otro debate sobre el pasaporte Covid, una medida que, a mi entender, persigue obligar a vacunarse a los que han optado por la insolidaridad recalcitrante, una muestra del sinsentido de una parte de la población.

Total, que a veces ya es lógico hasta pensar que hay quienes desde el poder decisorio se preocupan más por el voto del mañana que por la salud del presente. Pero, sigamos dando tumbos y ejerciendo el funambulismo hasta que el cuerpo aguante.