Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Lo mío… ni lo toques

03/07/2022

Rufián tiene el don de que todo lo que diga o haga, convertirlo en tema de tuiteros. Él lo sabe y se aprovecha y así se ha erigido en el mejor entretenedor del reino. Una de las últimas va de melones y sandias al preguntar al presidente. «Sabe  que puede costar un melón en este país?» Y siguió con su alocución parlamentaria recriminando al presidente, cómo la gente con un salario medio de 16.300 euros anuales va a poder comer fruta. Pero cuando alguien le pregunta que cuánto dinero gana, con su habitual gracejo responde: «Cobro en sacos de arroz y patatas». Pues ¡menudo avance! O sea, como en la postguerra, cuando una parte del sueldo iba en metálico y otra en especie, destacando precisamente el arroz y las patatas, aunque nunca a sacos. Y siguió alertando a Sánchez: «La inflación se llevará por delante la coalición de izquierdas». ¡Vaya, vaya! 
Rufián, en su desafío por hacerse notar y proteger su carguito, lanzó otra pregunta que siembra la duda de si fue por los pobrecitos que no pueden comer melón este verano o más bien, por defender su divertido espectáculo desde su cómodo sillón con el que obsequia a toda la nación. Y es que con su verborrea, añadió: «Esta subida de precios puede arrastrar a ustedes y a nosotros. A cualquier Gobierno y, sobre todo, a cualquier iniciativa de izquierdas. Señor presidente, basta de parches; señorías del Gobierno, basta de cheques». Por tanto, el señor Rufián no aclara qué es lo que más le preocupa, si es la bajada del melón y la sandía o que si esto sigue así el hartazgo ciudadano pueda mandarles a casa. ¿Es sincero este diputado nacional al defender a los de abajo haciendo un cálculo que tira de media donde hay jornales y pensiones muy bajitas y otros desproporcionados, tal que el suyo, pues según el buscador Trasmparentia percibe 126.582,68 euros brutos anuales?  ¿Dónde está el sacrificio de esos sueldazos? Recurrir a la media sobre tema tan delicado es una burla, un mal chiste. Una pensión de 600 euros, sueldos de 1.200 mensuales frente a los 9.041, 62 del diputado, obliga a analizar quién se come la chicha y quién el arroz con patatas sin bacalao, que este también anda por las nubes.