Editorial

El invierno más temido en hogares y comunidades de vecinos

Diario Palentino
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Sería preferible que se subvencionara directamente al suministrador para que este repercutiera la ayuda en una rebaja final del precio al consumidor,

La tarifa regulada del gas que acaba de anunciar el Gobierno para reducir el coste de la factura a las comunidades de vecinos que disponen de calefacción centralizada en sus inmuebles no convence a muchas de ellas. Consideran que es tarde para cambiar miles de contratos con los suministradores de forma efectiva y eficaz, eso por no hablar de que desconocen la letra pequeña, con lo que eso puede suponer en materia de obligaciones. 

En opinión del presidente del colegio palentino de administradores de fincas, que recoge el sentir de muchos de los colectivos afectados, sería preferible que se subvencionara directamente al suministrador para que este repercutiera la ayuda en una rebaja final del precio al consumidor, de igual modo que se hizo con las estaciones de servicio en su día para paliar los efectos de la subida de los combustibles de automoción. Sea como fuere, el panorama no es precisamente halagüeño, menos aún cuando hay comunidades de vecinos que van a ver cuadruplicada su factura, sobre todo si sus calderas son de gas natural, y desde luego habrá muchos que se las verán y se las desearán para asumir recibos mensuales que pasen de los cien a los quinientos euros. Y si en una comunidad hay varios vecinos que no pueden afrontar el coste, tampoco el conjunto de ellos podrá hacerlo respecto a la compra del combustible. Se multiplicarán las consultas, las reuniones y las protestas.

La recomendación en no pocos casos ya está siendo la de rebajar la temperatura y las horas de calefacción, algo que a buen seguro también harán los vecinos que tengan caldera individual, puesto que en esos casos el coste elevado ha de afrontarlo cada cual por si solo. Hay quien ha llegado a plantearse mantener cerrados los radiadores, ducharse con agua tibia o fría y echar mano de las mantas como sustitutivo barato y natural, pero está claro que no es algo que pueda mantenerse allí donde hay bebés o niños pequeños, ancianos o personas con la salud delicada; tampoco en los hogares reconvertidos en espacios laborales gracias al teletrabajo, ya que permanecer sentado varias horas en un ambiente frío no facilitará precisamente las cosas.   

 Son muchos los factores a tener en cuenta y muy variada la casuística, desde el tamaño, los materiales, la antigüedad, el mantenimiento, el aislamiento térmico, la orientación o la altitud a la que está situada la vivienda, hasta el número de personas convivientes, su carácter de trabajadores o jubilados, su estado de salud, las horas de permanencia en el hogar o el hecho de que haya o no mascotas, pasando por el tipo de calefacción, la existencia o ausencia de acumuladores, la forma, tamaño y antigüedad de los puntos de calor o el hecho de vivir en un bloque o en una unifamiliar.

Más allá de todo eso, toca confiar en que el que se avecina no sea un invierno especialmente frío, lo que proporcionaría cierto alivio a las economías doméstica, puesto que las temperaturas medias han subido durante los últimos años. Pero, calor, lo que se dice calor natural, seguro que tampoco abunda. Al menos en Palencia y sus entornos.