El tío alegría

Fernando Pastor
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/ Cerrato insólito

El tío alegría

De Cevico de la Torre era Macario Calzada. Un hombre ilustrado que no sabía leer ni escribir.

Era capaz de hablar en verso, amaestrar pájaros, inventar cuentos y representarlos mediante sombras chinescas con una sábana y un candil detrás y con muñecos de cartón que manejaba con las manos, etc.

Su nombre no podía ser más adecuado a su personalidad, ya que en griego la palabra macario significa feliz. Su jovialidad provocó que le pusieran de apodo El tío alegrías, que a su vez heredaron sus hijos y sus nietos, como suele ser habitual con los apodos, pues con frecuencia identifican a una saga familiar.

El tío alegríaEl tío alegríaSe disfrazaba de sacerdote y representaba procesiones, con sus nietos haciendo de monaguillos.

En una ocasión se disfrazó de misionero, junto con su hijo, ambos ataviados con barbas y sayal y tañendo una campana convocando a escuchar la misión en la plaza. Los vecinos, acostumbrados a este tipo de misiones frecuentes en la postguerra, acudieron allí sin que aparecieran los supuestos misioneros. La gente comenzó a buscarlos sin sospechar que eran Macario y su hijo, mientras ellos se escabulleron por un portal y finalmente regresaron a Palencia, donde vivían, sin ser descubiertos.  

Los carnavales eran fechas propicias para sus bromas. En cierta ocasión adquirió varios orinales y convenció a una cuadrilla para hacer chocolate. En el desfile de carnaval participaron con los orinales llenos de chocolate, que dado el continente el contenido parecía algo mucho más escatológico, y más dado que iban removiéndolo con escobillas.  El escándalo subía de nivel cuando comían del orinal y cuando pringaban a las chicas dándoles con las escobillas manchadas de lo que solamente ellos sabían que era chocolate.

En una celebración de la fiesta de la Virgen de Rasedo observó que en el momento del sermón todos los hombres se salieron de la ermita, por diversos motivos. La reacción de Macario ante ello fue subirse a un carro y dar él un sermón en el exterior. A raíz de ello le dejaron a él decir el sermón los años siguientes, pero siempre fuera de la ermita ya que un seglar no puede predicar en el interior de un templo. Los asistentes sí se quedaban dentro, pero mirando hacia la puerta para ver el exterior.

Lo fácil en Cevico de la Torre era ser agricultor, pero Macario no quiso atarse a la tierra. Ejerció diversos oficios. Incluso estuvo un tiempo en Argentina. Cuando regresó se quedó a vivir en Palencia capital, donde puso una cantina. 

Nunca dejó de vestir a estilo pueblo: con boina, guardapolvos, pantalón de pana... 

No compraba nada. Tenía un corral con gallinas, conejos, gatos… e iba a pescar cangrejos, a coger setas, espigas, fruta, etc. Con ello elaboraba su comida e incluso su orujo. Los huevos los comía crudos, agitándolos bien para que se mezclaran yema y clara y haciéndoles un agujero con un clavo en una punta se lo bebía directamente.

Los gatos para él eran como cualquier otro animal comestible: los criaba para matarlos y comerlos (excepto la cabeza), tras tenerlos dos noches al sereno para que se orearan y perdieran el sabor a bravío. 

Decía que a los gatos y a los conejos les mataba con razón. Una broma basada en que para matarlos les daba un golpe en la nuca con una garrota en la ponía la razón. 

Tenía un puesto en la plaza, donde iba con un carro para vender huevos y cangrejos. 

El 21 de diciembre de 1961 dijo a la familia que se iba al pueblo a por vino. Los hijos y los nietos le preguntaron «¿pero dónde va usted?, ¿está loco?, con el frío que hace cómo va a ir desde Palencia a Cevico solo a por vino?». Sin embargo hizo oídos sordos, cogió un garrafón y se encaminó al coche de línea. Al llegar a Cevico fue a casa de Daniela y Matías (su hermana y su cuñado), pasó allí la noche y al amanecer apareció muerto. Murió en su pueblo, donde hacía más de 30 años que ya no vivía, y de esa forma pudo ser enterrado allí. ¿Previó su muerte y por eso fue?

Juan Manuel Calzada. Un nieto de Macario, Juan Manuel Calzada Calzada, ha sido jesuita, alineado con la denominada Teología de la Liberación.

Ha compuesto la misa castellana con jotas, albadas, tonadas castellanas… con melodías creadas por él junto a otras tomadas del folklore castellano. En la parroquia de la Pilarica la coreografiaron para bailarla. En otras provincias la han llegado a versionar.

Juan Manuel Calzada ha tenido la gentileza de hablar para este Cerrato Insólito, indicando que «la misa castellana es El Cerrato, es lo que yo como adulto sentí que era esa tierra: una tierra dura, de mucho hambre, de mucha injusticia, de mucho sacrificio; los textos de la misa castellana están impregnados de una iglesia del pueblo, esa es su seña de identidad».

Trabajó de periodista y ha escrito varios libros. El más polémico, en 1977, en el inicio de la denominada transición política, Diálogos con la mitra. 12 Obispos se confiesan, en el que recogía la opinión de una docena de obispos y arzobispos sobre diversos temas. El Vaticano no lo vio con buenos ojos y prohibió la segunda edición. 

José Manuel ha viajado por casi todo el mundo, por temas de cooperación, educación, etc. De Mozambique le expulsaron.

Estando en Valladolid le procesaron por un artículo que escribió en apoyo de unos sindicalistas. Y cuando vivía en Madrid estuvo encarcelado en la prisión de Carabanchel por sus actividades políticas (militaba en algunas organizaciones clandestinas).

Finalmente se afincó en Logroño, donde ha seguido escribiendo y haciendo colaboraciones en la cadena SER.