A Manuel Sánchez Gorjón le encantaba ir al colegio en su Béjar natal porque aprendía y porque se lo pasaba bien. Recuerda el nombre de los maestros que tuvo, su manera de enseñar, las ventanas de apertura al exterior, a la vastedad del mundo que simbolizaban, como recuerda los juegos en unas calles por las que apenas si transitaban coches.
Y rememora también las travesuras de chavales, que en casa les suponían una reprimenda o un castigo, pero que marcaban un grado entre los congéneres.
«El centro de Béjar estaba asfaltado, pero los barrios como el mío no y además la iluminación era muy precaria, unas cuantas bombillas y nada más. Jugábamos a romperlas a pedradas», explica. A veces los proyectiles formaban parte de canteas, guerras a pedradas o cantazos que a más de uno le acertaron en la cabeza y le abrieron una buena brecha.
Aquel entusiasta del aprendizaje y de los juegos, que empezaba a hacer sus pinitos deportivos, quería estudiar Filosofía y Letras «a toda costa», aunque al final lo cambió por el Magisterio y la Educación Física. No se arrepiente de la elección porque la docencia, el ejercicio y la atención a los jóvenes han llenado toda su vida profesional y le han colmado de satisfacciones . Y porque la carrera que en su años de instituto había colocado como primera opción, acabó estudiándola ya de adulto en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, cerrando un círculo formativo y vital.
*Más información en la edición impresa y en la app de Diario Palentino.