Creador de historias

Jesús Hoyos
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Apasionado del cine y del teatro, acaba de triunfar en la Seminci. El saldañés Pablo Quijano comparte con 'DP' sus diez lugares favoritos

Creador de historias - Foto: Oscar Barba

PASIONES. Enamorado de la cultura, su pasión es contar historias, en cine y en teatro. Le gustaría rodar todo el tiempo en la provincia de Palencia. Le encanta volver a Saldaña, su pueblo natal, y encontrarse con su familia y amigos. Cada vez valora más la naturaleza.

 

TRAYECTORIA. Nacido en 1996 en Saldaña, estudió Arte Dramático en el Estudio Corazza en Madrid. Ha trabajado con directores como Ernesto Caballero o Juan Carlos Corazza. Ahora escribe y dirige sus propias historias. Acaba de estrenar el corto Marinera de Luces, rodado en Saldaña, que recientemente ha sido Mención del jurado en la Seminci.

 

1. Teatro de Carrión de los Condes. «Sin duda el teatro de mi infancia. Voy creciendo y conociendo más teatros y este es, para mí, el más bonito. Mi madre fue la programadora durante muchos años cuando era un niño. Me aprendía los programas de mano de memoria. Me sabía de pé a pá las sinopsis, repartos y obras de teatro que iban a estar en la temporada. A veces entraba a los camerinos a saludar a los actores. Recuerdo hablar con Pepe Sancho o Manuel Galiana. Aunque el Teatro Principal de Palencia ha sido importante para mí, sin duda el Teatro de Carrión junto con Begoña Gútiez, mi profesora de teatro de toda la vida, fueron mis maravillosos maestros».


2. Camporredondo. «El pueblo de mi abuela Bea. La mujer a la que más besos he dado en la vida. De pequeño paseaba con ella del brazo y saludábamos a todas las vecinas y amigas que tenía. Allí había nacido y era su debilidad. Todavía tenemos una casa que ahora es de mi madre y de mis tíos. Recuerdo a mi tía Tere arreglando el jardín y podando los árboles que había plantado mi abuelo. A mi tía Bea fumando en el balcón como una diva de los años 60 y a mi madre dando paseos eternos por los alrededores. Yo siempre paseando con mi madre o con mi abuela. Las mujeres de mi vida».


3. EMO, la escuela de música Ortega. «Otro de mis espacios sagrados de la ciudad de Palencia. Estudié en ella órgano electrónico desde los siete a los 18 años. Allí me empapé de toda la cultura musical y cinematográfica que pude. Es un lujo para la provincia tener una escuela como la EMO. Ana y Marta, sus directoras, me enseñaron el amor y la disciplina por el arte. Aunque la música no era lo mío claramente -eso se lo he dejado a mi hermano, que es un virtuoso-, Marta y Ana siempre vieron en mí un artista en potencia. Me incentivaron y apoyaron de muchas maneras. Todavía recuerdo el último concierto que di en la escuela y el abrazo en el que Marta Ortega y yo nos fundimos. Además conocí mucha gente que ha sido muy importante para mí, como Yana Laso».


4. La calle Mayor de Palencia. «Emblema de la provincia. En el Casino de la calle Mayor, un sitio que me encanta, se rodó alguna secuencia de la película Plenilunio, y también algún exterior de la película Calle Mayor de Juan Antonio Bardem. Hay películas que no solo te marcan en sí al verlas. También influye el relato que se construye alrededor de ellas. He crecido con mi cinéfilo padre contándome qué películas se habían rodado en la provincia. Él y sus historias han sido mi referencia cinematográfica base».


5. Hotel Villarromana en Saldaña. «Un rincón escondido pero increíble para el que viene de fuera y para el que es de Saldaña. Paco Caballero, su actual director, es un gran amigo de mi familia. Gracias a él pude rodar mi primer cortometraje, Marinera de Luces. También recuerdo las fiestas de la matanza a las que iba con mis padres. Allí, siendo un niño, conocí a amigos de Paco que se dedicaban al cine y al teatro».


6. Cines Ortega. «Recuerdo cuando vi Los abrazos rotos de Pedro Almodóvar. También los conciertos de la Escuela de Música Ortega y muchas otras películas. Mis padres siempre han sido asiduos de los cines Ortega y yo con ellos. Después hemos conocido a Ramón, de la familia Margareto, que son los dueños del cine. Él me enseñó que la gente de Palencia también hacemos cine».


7. La plaza Vieja de Saldaña. «No podía faltar. La plaza Vieja es un espacio eterno donde confluyen muchas vidas. Ahora veo a mis sobrinas corretear por allí y me muero de la ilusión. En esta plaza he pasados muchos ratos con mi hermana y sus amigas, que también son las mías.  Allí se rodaron unas secuencias de la película Las huellas borradas, de Enrique Gabriel, otra  cuyo relato contado por mi padre ha marcado mi vida».


8. El Bodegón. «Uno de mis sitios favoritos de Saldaña. Un lugar que hace actual lo típico y al que llevo a comer a todo el que viene a visitarme. Asun y Ruth ya forman parte de la geografía saldañesa y palentina. Todo el que vuelve repite. Las croquetas y los callos son una fantasía. Siempre me tratan genial».


9. El instituto Condes de Saldaña.  El lugar donde empecé a hacer teatro, donde me hice más culto con las clases de Literatura Universal de Ana Isabel Díez. Horas y horas en el salón de actos ensayando con mi querida y ya citada Begoña Gútiez. Allí pasé seis años de mi vida con mis amigas, mi apoyo fundamental y básico en esa época. Arquitectónicamente, me encanta la parte antigua del instituto. Ojalá nunca cambie físicamente. También rodé en él una secuencia de mi corto Marinera de Luces».


10. El merendero y la piscina natural de Pino del Río. «Pino es uno de los emblemas de la familia Quijano. Parte mi familia tiene casa allí. De Pino sois y a Pino volveréis, decía mi abuelo. Mi hermana y mis primas se han casado con zagales de Pino. En los veranos íbamos allí a comer y a merendar. Yo nunca me bañaba en la piscina porque el agua estaba gélida, pero he disfrutado mucho de todos mis tíos y primos allí. Especialmente de mis tías Pili y Carmina».