«Las mujeres nunca han sido bien acogidas en la fotografía»

Jesús Hoyos
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La fotografía del siglo XX es la más «rica» para la directora artística del FIFCyL, que considera que Palencia tiene el «potencial para ser referente» gracias a unos espacios urbanos «propicios» y un Archivo Provincial con un fondo «excelente»

La visita de personalidades de Nueva York, como los Lucie, «permite situar a Palencia en el mapa». - Foto: Sara Muniosguren

El Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León (FIFCyL) tuvo una gran acogida de público el año pasado. Un éxito que ha propiciado esta segunda edición, que busca convertirse en referente mundial y que tiene la vocación de mantener a Palencia como sede. Su comisaria, Anne Morin, comenta con Diario Palentino las novedades, los objetivos y sus gustos personales a la hora de seleccionar la muestra final. 

Háblenos sobre usted y su trayectoria profesional

Soy la directora artística del festival por segunda vez y dirijo diChroma photography en Madrid, una empresa de gestión cultural que se dedica a producir exposiciones de fotografía.

He estudiado en la Escuela de Fotografía de Arles, razón también por la que le rendimos un homenaje celebrando sus 40 años. Es una institución reconocida a nivel mundial.

¿De dónde viene su relación con la fotografía?

Mi gusto por la fotografía viene de mi infancia y las estancias con mi abuelo. Él mismo tenía una gran pasión por la imagen y yo tomé su testigo. Es una experiencia que los visitantes a estas exposiciones tienen que compartir porque es algo extraordinario.

Mi abuelo tenía una Voigtländer -un modelo de cámara del fabricante homónimo-. Me gustaba tocarla mientras no me miraba. Era una especie de objeto sagrado. Luego empecé a hacer yo misma fotografía. También estudié Bellas Artes. Me di cuenta de que mi papel era más analizar la obra de los demás. Me interesaba más comisariar proyectos y poner de manifiesto los trabajos de los demás que ser fotógrafa yo misma.

¿Cuáles son sus gustos personales y referentes? ¿Alguna escuela de fotografía en concreto?

La fotografía del siglo XX me fascina. Es probablemente el tejido que más rico veo en toda la historia de la fotografía. Hay grandísimos autores. Me interesan Irving Penn, Lillian Bassman, Robert Doisneau -lo tenemos en esta edición-, Lee Miller -que también está presente en el FIFCyL-. Todo lo que propongo son cosas que realmente me interesan y de las que no tengo la más mínima duda.

¿Cómo surgió la posibilidad de coordinar el festival y por qué ha decidido repetir?

A un festival de esta envergadura se le coge fácilmente cariño. Primero me contactó la Fundación Siglo de la Junta a través de Juan González Posada, un impulsador con mucha potencia de proyectos. Este fue uno de ellos. Me pidió hacerle una propuesta de cómo podía diseñar el festival desde un marco preciso. Lo hice y entré en el juego. Es verdad que hay festivales que definen el mandato de sus directores durante un año. Yo creo que hay que estar dos o tres para asentar bien las bases del mismo.

La primera edición tuvo muy buena acogida. Con esta se aspira a convertirlo en referente. ¿Cree que Palencia tiene el potencial suficiente para ello?

Sí, desde luego. Palencia es un teatro perfecto con una medida perfecta. Su número de salas es propenso a una colaboración fácil. Todo lo es, en realidad. La ciudad tiene unos espacios urbanos propicios y yo creo que se pueden inventar más cosas y desplegar el festival más allá de solamente hacer exposiciones. Quizá haya otras fórmulas que podemos llevar a cabo.

¿Cree que el número de salas de la ciudad es suficiente?

Es un formato pequeño. Lo que nos gustaría es abrir los círculos alrededor de la ciudad, como lo hemos hecho con Monzón, e infiltrarnos en zonas más rurales y dar protagonismo a estos espacios que solo están esperando contenido.

¿Cómo valora el impacto del festival fuera de España?

Hemos tenido visita de dos personalidades de Nueva York, los Lucie, que han seguido el festival y ya tuvieron una exposición el año pasado. Es una institución reconocida a nivel mundial. A nivel de prensa y de visibilidad, permite situar Palencia en el mapa.

La presencia de mujeres en el festival era una de sus preocupaciones. ¿Cómo se organiza una muestra con eso en mente?

El año pasado dimos voz a grandes fotógrafos norteamericanos. Este año, queríamos hacer un guiño a la problemática de cómo las fotógrafas desaparecen tan fácilmente de la historia, como es el caso de Sabine Weiss, Lee Miller, Margaret Watkins, Mary Ellen Mark y Vivian Maier. Existen todas en una especie de conjunto. También a mujeres de la actualidad como Cristina Fontsaré.

¿Cree que se ha valorado históricamente a las mujeres en el mundo de la fotografía? ¿Qué factores las han invisibilizado?

Probablemente que la historia haya sido escrita por hombres y que muchas veces solo se haya adjudicado a las mujeres papeles de amateur. Eso lo vemos muy bien en la exposición del Archivo Provincial Mujeres y juegos de identidad. Cómo las mujeres han tenido que emplear esta herramienta como un vector de visibilidad y de libertad, en muchos casos haciendo esas fotografías a escondidas de sus propias familias.  

Las mujeres nunca han sido bien acogidas en la fotografía. Entraron en trabajos técnicos (retoque y revelado) y poco a poco han ampliado su territorio.

¿Por qué esa apuesta por Mujeres y juegos de identidad?

Me parece que el fondo del Archivo Provincial es un tejido excelente. Cuando propuse hacer una exposición sobre esta dimensión no podía sospechar de la existencia de todas estas piezas. Es la vocación de un festival dar voz en algún momento a instituciones de este calibre, para que no solamente conserven sino que puedan tener un protagonismo y poner sus piezas para hacer hincapié en problemáticas concretas como la de la invisibilidad de la mujer.

La obra de estas fotógrafas, en muchos casos amateur, es descubierta por casualidad muchos años después

Alguien las tiene que sacar a la luz. Son archivos que se han visto arrastrados por la historia y desaparecen del mapa. En algún momento resurgen cuando alcanzan una cierta maduración. Vivian Maier ha vuelto a la superficie de lo visible porque hablaba de lo que hoy conocemos como selfie o autorrepresentación en la sociedad. Ella lo planteó hace 60 o 70 años.

¿Alguna otra exposición que quiera destacar?

Desde luego. La de Roger Ballen. Es un fotógrafo americano afincado en Sudáfrica. Es el que representa el pabellón de ese país en la Bienal de Venecia. Está ahora mismo allí y me ha agradecido estar también aquí presente. Eso es fantástico. Palencia es una ciudad pequeña, muy poco conocida en ciertos aspectos, pero traemos propuestas que se ven en sitios como ese. En este caso, inédita en España. Seguiremos colaborando con él porque su trabajo es muy impactante.

¿Cómo se decide las obras que forman parte de la muestra para equilibrar la fotografía más histórica y la contemporánea?

Se trata de dibujar un mapa en el que todo esté equilibrado, tanto hombres como mujeres, históricos y modernos, reconocidos como jóvenes. Es una relación de mentor-mentee, si quieres. Es decir, me interesaba conocer figuras icónicas del siglo XX y, a la vez, dar la posibilidad a jóvenes de tomar el relevo y de que esta generación emergente prolongue estas problemáticas. En una colección cada pieza y exposición tiene su lugar, tanto físicamente -la de Cristina Fontsaré en Monzón encaja muy bien- como entre sí. 

¿En qué se fija la fotografía actual?

Se toca mucho el medio ambiente, como los tres autores que pueden verse en la plaza de los Juzgados (Margaux Senlis, Faustine Marseille y Victor Droineau). Vienen de la Escuela Nacional Superior de Fotografía de Arles. Las tres propuestas hablan de la actividad humana y su impacto en la Tierra y el medio ambiente. 

La relación con otros festivales e instituciones de referencia es importante para ganar visibilidad

Desde luego. Lo hemos hecho con los Lucie, que nos han propuesto la exposición de RJ Kern en la plaza de la Inmaculada. Evidentemente, existe la posibilidad en próximas ediciones de hacer co-producciones con otros festivales sobre problemáticas que nos interesan.

En la calle Mayor hay fotografías más ligadas a la publicidad, un ámbito muy prolífico y creativo. ¿Se le da el suficiente valor dentro del mundo de la fotografía?

Es una asignatura pendiente, como la fotografía de deporte. Son capítulos sin explorar del todo. Queremos darle un valor pedagógico, para que quien no conozca la historia de la fotografía pueda entrar a verla y no sentirse rechazado porque no la conoce. 

¿Está más a favor de una fotografía ampliada y efectista, como los cubos, o prefiere exposiciones más íntimas como las Polaroid del año pasado?

Tengo una cierta tendencia por lo pequeño. Las fotos de Pentti Sammallahti, en la Fundación Díaz-Caneja, no necesitan grandes tamaños para tener potencia. Los cubos son una fórmula de mobiliario urbano que debe tener ese cierto formato, pero en el resto de exposiciones no hay grandes formatos. Son cosas humildes, pero a la vez potentes.

En todo caso, sacar las obras a la calle ya es una seña de identidad

Sí. Queremos que el visitante tome la decisión de ir a visitar y que el peatón se convierta en visitante.

También hay visitas guiadas. ¿Siempre es necesaria esa parte pedagógica que da contexto y profundidad a las fotografías?

Es importante que el festival abarque a todos los niveles de la sociedad y que alguien que no conoce la historia pueda tener las herramientas para visitarlo todo y acceder a su contenido.

Otra apuesta es poner en diálogo el lenguaje fotográfico y cinematográfico a través del Ciclo de Cine

No podemos limitar la fotografía a la imagen fija. En el cine se habla de fotografía, como es el caso de José Luis Alcaine, que ha sido el invitado de excepción del ciclo. El denominador común es la luz. Me interesa que converjan lenguajes próximos y veamos lo que pasa en su límite. Alcaine es una figura nacional con proyección mundial muy importante. Habla muy bien de su profesión.

¿Por qué esa selección de películas?

Ha sido trabajo de Sheila Cremaschi, directora del Hay Festival de Segovia. Me interesaba que fuese de otro ámbito -es un festival de literatura- y le di tarjeta blanca. Definió ese tramo sobre la dirección de fotografía en el cine.

En el ciclo de conservaciones han intervenido varios expertos en fotografía. ¿El debate posterior es importante?

Sí. Abre una dimensión de análisis a través del pensamiento y la reflexión. No podemos crear un festival sin eso porque es lo que nos permite crecer y avanzar. Es un espacio con mucha riqueza porque ha intervenido gente de Nueva York, de México o de París. Es la fuerza de un festival que personalidades y entidades formen parte de él.

¿Qué exposición diría que nadie puede perderse?

El festival es todo un conjunto. Tengo cierta debilidad por las dos de la sala Unicaja, que abordan la dimensión de lo extraño del ser humano. Miller y Sonck son de la misma generación y tienen la misma aproximación a este umbral entre la locura, lo normal y sus pequeñas diferencias. Funcionan muy bien. 

Las piezas de Mariana Yampolsky vienen de Nueva York y nunca se han visto en Europa. Son maravillosas. Es difícil quedarse con una porque siento que todas son mis bebés y no puedo dar protagonismo a una. Soy feliz de tener estas joyas que no volveremos a ver en un tiempo.

La idea de mantener Palencia como sede futura sigue en pie

Sí. Es el lugar para nuestro teatro y es perfecto para jugar, crear, inventar y pasarlo bien.

¿Tiene alguna idea ya para la tercera edición?

Ya hay nombres que no puedo decir aún. Tengo ideas para ampliar e ir más allá de las propuestas expositivas. Se puede tocar el foto-libro. Todos los festivales lo tienen en cuenta. Creo que es un soporte de visibilidad y de creación en sí. Todos los rincones donde se pueda crear son válidos. En Arles, por ejemplo, el libro es estrella.

Vamos a ver cómo se desarrolla esta edición y cuál es la respuesta del público. El espacio es genial, las colaboraciones son espectaculares y solo veo brazos abiertos de todo el mundo. Trabajamos con unos medios que nos permiten abarcar ciertas cosas, pero se piensa en crecer poco a poco.

¿Contará con más fotógrafos locales?

Cada pieza tiene su lugar. El Archivo ha sido protagonista de una exposición estupenda a la que se ha querido dar más peso. Es un trabajo muy bonito y se sienta al lado de otras sin ningún complejo.