Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Altas de personal

19/11/2022

La hostelería, por su idiosincrasia, está conformada por multitud de tipologías de locales que tienen que lidiar, a su vez, con sus circunstancias particulares de localización, estructura, etc. para que el desarrollo del trabajo sea óptimo. Se nutre de un amplísimo espectro de capital humano que puede formar parte de la plantilla fija o puede constituir el equipo itinerante en forma de extras ante incrementos previstos de la actividad. Quédense, por favor, con la palabra previstos, porque es donde radica el problemón. El icónico Mariano Medina erró, seguro, en la predicción de alguna tormenta gorda en pleno puente de la Constitución. Me juego la paga semanal a que la pizpireta Minerva Piquero metió el zancajo en algún pronóstico soleado en Galicia con la A-6 a rebosar de madrileños ávidos de atiborrarse a empanada. Incluso Roberto Brasero, con esa energía con la que entra en nuestras casas cada día, habrá sufrido algún desmán en su quiniela meteorológica playera. Intentan tender al pleno al quince pero los devenires terráqueos son como los caminos del Señor. Si existe el vocablo previstos, el imprevistos es el que tiene cara de cabronazo, sonrisa de maldad turbia y hace su aparición estelar como estrella invitada cuando nadie le ha convidado. O sea, a joder. Sábado, 17 horas, sol a plena capacidad de fuego, terraza lista y preparada para los digestivos. Pero un compañero, dado de alta como trabajador, se ha roto un tobillo, otro no da señales de vida y a un tercero, un 'imprevisto' de primera necesidad ha ido a darle las buenas tardes. El negocio necesita tres efectivos ipsofactamente porque, si no la debacle será recordada y la apisonadora clientelar aplastará al resto de la plantilla. Hay que tirar de agenda de extras y comenzar a llamar, porque el trabajo hay que sacarlo. Y damos con ellos, que no es poco. Al tajo. Hemos salvado el movidón. Respiramos... De repente, inspección de trabajo… adiós… sanciones al canto. En pleno siglo XXI, disponemos de aplicaciones en el móvil hasta para informarnos de la regularidad de nuestras deposiciones, pero no existe ningún sistema virtual para solventar legalmente situaciones tan habituales. Y tan gravosas. ¿Cómo es posible? Y, además, no habría excusas. Ahí, ya, cada cual.