Vigilantes jurados con distinción policial

J. Benito Iglesias
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Eduardo Rodríguez, Alberto Allende, Jorge Pérez y Rodrigo Aguayo reciben una mención honorífica del Cuerpo Nacional de Policía por su esfuerzo y dedicación en el ámbito sanitario en la pandemia

Vigilantes jurados con distinción policial - Foto: Sara Muniosguren

Son 486 en activo en la capital y provincia encuadrados en nueve empresas y su labor está siendo  clave para garantizar la integridad de bienes, usuarios y personal de numerosos centros de trabajo. Los vigilantes de seguridad, como otros servicios esenciales, son claves en  primera línea y su coordinación con los distintos cuerpos policiales ha servido, y mucho, para garantizar el buen funcionamiento en ámbitos como el sanitario durante más de 14 meses de pandemia.

Eduardo Rodríguez, Alberto Allende, Jorge Pérez y Rodrigo Aguayo -el primero en el hospital San Telmo y los otros tres en el complejo asistencial Río Carrión-  han sido condecorados por el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) con una mención honorífica. En este sentido, se distingue su labor en los recintos hospitalarios durante la crisis del Covid-19, «por ser considerada como una situación de emergencia que ha limitado y exigido una mayor dedicación, si cabe, a los vigilantes de seguridad», tal y como se recoge en el escrito que refleja la concesión de las condecoraciones a los cuatro empleados de la empresa Vasbe.

Uno de los galardonados, Eduardo Rodríguez, que además de vigilante es formador de seguridad privada, recuerda que para acceder a la profesión se precisa un curso de 180 horas en una academia homologada por el CNP, pruebas físicas y ejercicio teórico. Ya en activo hay que realizar un curso de reciclaje anual de 20 horas y dos ejercicios de tiro al año supervisados por la Guardia Civil. «Cuando llegó el virus nos pilló a todos con el pie cambiado y hubo miedo al carecer de equipos de protección. La empresa no pudo disponer de mascarillas y nos las proporcionó el hospital. Hubo algunos contagios y cuando se empezaron a realizar los PCR la situación se tranquilizó», explica Eduardo Rodríguez sobre su experiencia profesional y personal en el centro hospitalario San Telmo, donde lleva 25 de los 31 años que acumula como vigilante de seguridad.

Jorge Pérez, que realiza su labor de vigilante en el complejo Río Carrión, indica que «dado que los protocolos contra el virus cambiaban hubo momentos a pecho descubierto e incertidumbre al tener que actuar sin mascarilla, accediendo a plantas Covid cuando algún paciente contagiado no se quería quedar ingresado y se precisó de una orden judicial».

Por su parte, Alberto Allende, que al igual que Jorge trabaja como vigilante  en el Río Carrión desde hace once años, concreta que   en los primeros meses de pandemia «hubo momentos muy complicados en lo personal y lo profesional al no poder descartar que sufras un contagio y lleves el virus a casa y se infecte la familia, aunque ahora las vacunas han tranquilizado un poco todo».

Eduardo Rodríguez apunta que la coordinación con los integrantes de las Fuerzas de Seguridad  del  Estado es muy fluida. «La vigilancia privada completa el trabajo al que no puede llegar la actuación policial y viceversa, con una total colaboración», relata, al tiempo que alude a los momentos de tristeza durante la pandemia , «como el del fallecimiento por Covid de Jacinto, un conductor de ambulancia muy  querido y persona entrañable en el hospital San Telmo,  y alguna muerte más de gente conocida, algo que cuesta tiempo superar y se lleva mal».

Alberto Allende precisa que, en el caso del complejo asistencial Río Carrión ha tenido gente conocida ingresada y percibido «la soledad que se sufre cuando nadie te puede visitar», y Jorge Pérez, incide en que cuando coincidió con familiares de gente cercana en urgencias «ya que no pueden entrar y recibir la información que ellos podrían necesitar, tratas de servirles de apoyo y ayudar en lo que pudieran necesitar en momentos difíciles hasta donde se podía llegar»

Los tres vigilantes de seguridad coinciden en señalar que las condiciones del personal sanitario han sido muy duras en los momentos de mayor incidencia por Covid e ingresos en planta y en la UCI. «Cuando el virus empezó a hacer estragos la gente caía de baja laboral, las infecciones no perdonaban, venía personal nuevo y el esfuerzo para luchar contra el virus era agotador», indican con conocimiento de  causa, ya que Eduardo y Rodrigo -que no pudo acudir el reportaje junto a a sus compañeros distinguidos con una mención honorífica- se contagiaron por Covid-19.

Para finalizar, sobre la distinción recibida por la Policía Nacional, el más veterano, Eduardo Rodríguez, apunta que los vigilantes de seguridad son un servicio ciudadano más. «No nos atribuimos más mérito que el de otros profesionales en la pandemia. La mayor satisfacción que podemos tener es que la gente que está a nuestro lado a diario se sienta segura», enfatiza.