El balance de la moción de censura de Vox por candidatura interpuesta de Tamames a la Moncloa es decepcionante. Algunos contábamos con su componente provocador, que siempre es creativo, para generar novedades, sorpresas, giros inesperados. Pero nada de eso ocurrió. De modo que lo que pudo haber sido algo estimulante acabó resultando adormecedor, soporífero, tedioso, aburrido.
Elemento fijo en todos los análisis de lo ocurrido en el Congreso el martes y el miércoles es su hechura artificial, teatral y falsaria. Hasta el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, calificó de "estrambótica" la iniciativa de Vox. Otros han hablado de sainete, esperpento, teatrito, etc, en el que el aspirante, Ramón Tamames, no pasó de ser un actor secundario, un peso muerto de la trama, un cuerpo extraño en el exclusivo club de la banalizada política nacional,
Un mero razonamiento lógico nos permite deducir que si el debate ha sido una farsa, los actores han ejercido de farsantes. Y si la opinión publica lo ha percibido así también, como así parece, es evidente que lo más acertado era el descuelgue, la negativa a participar.
En ese sentido, acertó el PP con su posición abstencionista y con el publicitado desinterés de Feijóo en su condición de aspirante a presidente del Gobierno. Su escapada sueca mientras Sánchez y Abascal escenificaban un desapacible intercambio de pedradas verbales, con Tamames de espectador perplejo, le hubiera dejado fuera de juego. Se hubiera visto como una irresponsabilidad si el evento hubiera sido gran movilizador de votos y cargado de novedades. Pero no fue el caso.
Por tanto, acertó el PP y se equivocó quien propuso esta "moción destructiva", "farsa", "esperpento", etc. O sea, Vox, que faena en los mismos caladeros electorales que el PP. Más complicado es saber como se han podido mover las intenciones de voto al otro lado de la barricada ideológica, hoy por hoy afectada por los enfrentamientos en el seno del la coalición de Gobierno.
Es evidente que Sánchez y Yolanda Díaz se han repartido los papeles en la capitalización de las decisiones gubernamental. Y que la parte podemita ha estado recelosa, como dejó claro en los pasillos del Congreso su secretaria general, la también ministra Ione Belarra que, sin nombrar a nadie, dijo que lo fácil es ser progresistas frente a Vox cuando el progresismo decae a la hora de tomar decisiones en el consejo de ministros.
Así que me permito objetar el generalizado análisis de que la moción de censura de Tamames ha servido posar cohesionar al Gobierno. En todo caso ha cohesionado a Sánchez y Yolanda Díaz, pero sostengo que la fractura de la izquierda sigue abierta y sigue siendo un obstáculo para la continuidad de Sánchez en el poder.