18 años y nueve meses de prisión por violación y maltrato

Alberto Abascal
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La Audiencia Provincial establece una indemnización para la víctima de 64.260 euros por daños morales y casi 30 años de prohibición de acercamiento a ella

18 años y nueve meses de prisión por violación y maltrato

La Audiencia Provincial ha condenado a un vecino de Palencia, J.F.P.J., a una pena global de 18 años y nueve meses de prisión como autor responsable de un delito continuado de violación, otro de maltrato habitual y un tercero contra la integridad moral de la víctima en la persona de su esposa, según la resolución judicial a la que tuvo acceso Diario Palentino.

La sentencia, que puede ser recurrida en apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, establece también en su apartado de responsabilidad civil una indemnización en favor de la víctima, cuantificada en 64.260 euros, y también establece casi 30 años de prohibición de acercamiento o comunicación con la mujer.

Concretamente, el alto tribunal de la provincia le condena a J.F.P.J., a 15 años de cárcel por el delito continuado por violación, dos años por un delito contra la integridad moral de la víctima y 21 meses por el delito de maltrato habitual, mientras que le absuelve de los cargos de maltrato de obra, injurias, amenazas leves y coacciones de las que inicialmente también había sido acusado.

El caso es que este vecino de Palencia, J.F.P.J., se enfrentaba inicialmente a una pena global solicitada por el fiscal de 24 años de prisión como presunto autor de hasta nueve delitos cometidos contra su esposa. Por su parte, la acusación particular ejercida por la víctima elevó dicha petición de penas de prisión hasta los 52 años por los mismos cargos, mientras que la Asociación Clara Campoamor solicitaba para el procesado un total de 33 años de cárcel.

La defensa del acusado, mientras tanto, había pedido la libre absolución de su patrocinado al negar todos los cargos que se le imputaban.

Larga relación. Según sostenía la Fiscalía, el acusado empezó la relación sentimental con la víctima a los 13 años. Tras quedarse embarazada a los 19, con el ánimo de atentar contra la integridad física y psicológica de la esposa, supuestamente «le propinaba de modo constante patadas y empujones, acompañándolos de insultos». 

La acusación dirigida contra J.F.P.J. también pormenorizaba que el procesado impedía a su cónyuge relacionarse con normalidad con los suyos, limitando sus salidas del hogar familiar si no eran en su compañía. La mujer accedía a no tener casi contacto con terceros a sabiendas que, si le contravenía, el sujeto «la golpearía o la insultaría».

Pero la cosa iba a peor porque la Fiscalía refleja que, de modo constante, en las discusiones le hacía saber que podía quitarle la vida. La Fiscalía, llegado a este punto, recordaba que el calvario que sufría la mujer dentro del matrimonio era incuestionable. 

Así las cosas, recordó cómo en el verano de 2019 el acusado le agarró a su esposa de la cabeza para golpearla contra la pared, causándole una brecha, si bien no fue al centro médico para su cura, haciéndolo ella misma. Tras la agresión, «mantuvo relaciones sexuales completas con la mujer, sin su consentimiento por miedo a ser nuevamente golpeada». 

Asimismo, la obligaba a vestirse y maquillarse como una prostituta. De hecho, en una ocasión la llevó a un club de alterne contra su voluntad para que viera lo que hacían las mujeres y luego la obligaba a realizar prácticas sexuales que suponían una humillación para ella. La Fiscalía también señala a en su escrito de acusación que el 8 de enero de 2020, sobre las 21,30 horas, la víctima se tuvo que vestir como el acusado quería, concretamente como una prostituta y poniéndole buena cara por temor a ser golpeada como ocurría habitualmente.

Por estos hechos narrados, J.F.P.J. ingresó en prisión preventiva. A consecuencia de lo relatado, la víctima presenta, según el Ministerio Fiscal, depresión, sentimientos de inutilidad, retraimiento en las relaciones personales, sentimientos de fracaso, tristeza, alteración del sueño, reducción de la energía, pérdida de apetito y peso, baja autoestima, miedo intenso, pánico, identidad personal profundamente dañada y estrés postraumático crónico: Todo ello compatible además con la existencia de violencia habitual en la pareja de tipo sexual, física y verbal.