Víctor Corcoba

Algo más que palabras

Víctor Corcoba


Lo superficial

16/11/2021

No me gusta este modo superficial de considerar la vida, de vivir desprendidos del cuidado hacia nuestros acompañantes, máxime cuando sabemos que nuestra debilidad humana es grande y que cualquier amenaza contra el ser humano, por minúsculo y lejano que nos parezca, acaba afectándonos a todos. Deberíamos, pues, pensar más en nosotros. El respeto ha de ser el lenguaje común. Esto nos exige luchar contra ese dominante soplo intolerante que todo lo envenena de odio. Tenemos que cumplir y hacer cumplir las normativas sobre derechos humanos. Esto es esencial para frenar todos los vicios que nos corrompen. Siempre resulta más valioso tener la compostura que el pedestal, la estima que la admiración; por eso, es imprescindible una mayor implicación de los gobiernos ante este huracán que todo lo discrimina poderosamente.
La vida es algo profundo, poético a más no poder, que necesita de los latidos conjuntos para hacer un bosque de humanidad y poder crecer todos a una. Esto es tan real como el amanecer de cada despertar. Me cansa, por tanto, ese aire intolerante que te encuentras en cada esquina del paseo diario. Deberíamos reeducarnos en otras sensaciones más puras, sólo así podremos rehabilitarnos de tantas miserias vertidas unos contra otras, que nos están dejando sin fuerza, llevándonos a la desconfianza y generando multitud de fuegos volcánicos entre análogos. No olvidemos que los problemas que nos afectan son cada vez más globales, nos los hemos generado entre sí, lo que requiere otros cultivos más auténticos y efectivos solidariamente, otras formas de expresión más acordes con el corazón, que es lo que realmente nos injerta vida, fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad. 
El estado confuso en el que vivimos como linaje nos está llevando a una siembra de crueldades verdaderamente destructivas, donde nadie venera a nadie, porque el amor verdadero ya no existe. Nos falta bondad y verdad en los sentimientos. Quizás antes tengamos que aprender a amarnos a nosotros mismos. Andamos derrumbados interiormente. El tanto tienes, tanto vales; nos ha dejado sin nervio para reaccionar. Parecemos piedras andantes, sin atención hacia nada ni hacia nadie.