Gastronomía, arte y naturaleza

César Ceinos
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La directora de Comunicación Andrea Martín recuerda grandes momentos del pasado gracias a sus lugares preferidos

Andrea Martín Enríquez, junto a su «chico preferido», su perro, y al fondo, el Cristo del Otero. - Foto: DP

PASIONES: Le encanta leer, el cine, el mar, el ballet, el vermut de los domingos, los baños de espuma, las series policíacas y pasar las tardes con su familia o amigos. Siente debilidad por las cosas bonitas y por eso colecciona figuras de Swarovski, zapatos brillantes y todos los bolsos de formas raras que Internet le permite encontrar.

TRAYECTORIA: Se graduó en Publicidad y Relaciones Públicas y estudió un máster de Escritura Creativa y otro de Marketing. Actualmente vive en Madrid y trabaja como directora del departamento de Comunicación de una editorial.

 

1. La Mejillonera.  «Gastronómicamente hablando tengo que destacar este lugar. ¿Cómo no hacerlo? Allí se encuentran las mejores patatas bravas de España y es un establecimiento con banda sonora. Su nombre no solo recuerda sabores (y vaya sabores), sino ese mítico «escoceesa» de sus camareros. Pienso que es una cervecería donde la mayoría de los palentinos tenemos buenos recuerdos».
 

2. Gomila. «Siguiendo con el tema hostelero, no puedo dejar de hablar de espacios que me gustan de Palencia sin mencionar a este bar. Entre sus paredes pasé gran parte de mi adolescencia.Ya cerró, aunque creo que volverá a abrir en una nueva ubicación y me muero de ganas. Gomila era un sitio en el que cualquiera podía ser uno mismo. Además, tengo tantas anécdotas allí que era imposible que no se convirtiese en uno de mis sitios preferidos de la ciudad».


3. El Cuatro Gatos.  «Es mi nuevo refugio. Me encanta por la amabilidad de sus camareros, por su decoración espectacular y por sus tapas. No puedo decir que he vuelto a Palencia si no voy allí a arreglar el mundo con una amiga a golpe de cervezas o si no me tomo el vermú los domingos con mi familia».


4. La catedral.  «Palencia no solo es gastronomía.También es arte y para descubrirlo solo tienes que pasear por la provincia y apreciar las joyas románicas que la componen. Sin embargo, si hay que escoger, quizá por cariño, me quedo con La Bella Desconocida.A veces creo que no la admiramos como se debería.Su interior es digno de ver y ¡tenemos la gárgola del fotógrafo! Imagino que todos sabéis dónde está.Si no es así, ya estáis tardando en ir a buscarla».


5. La Olmeda. «Si hablamos de lugares increíbles, no puedo no mencionar esta villa romana. Conocí este yacimiento por una excursión que hice cuando era una niña y ahora es un sitio que siempre recomiendo. Tenemos muy cerca un fragmento de Historia y me parece una pena desaprovechar la oportunidad de conocerlo».

 

6. La Trapa.  «Fue otro hallazgo de mi yo del pasado, y no nos engañemos, una excursión para probar chocolate alegra la infancia a cualquiera. El chocolate es bueno para el alma y por eso este lugar tiene que estar entre mis favoritos».

 

7. Montaña Palentina.  «Me considero cosmopolita, no voy a mentir. Sin embargo, a veces, me apetece perderme en la naturaleza y para eso no hay mejor lugar que el norte de la provincia.Esconde unas vistas dignas de retrato. Creo que es un buen plan de fin de semana que todo el mundo debería hacer al menos una vez en la vida».


8. Mirador de Autilla.  «Si nos quedamos más cerca de la capital, no eres palentino si no has ido a ver un atardecer a Autilla del Pino. Si alguien no lo ha hecho, está tardando en hacerlo. Es muy bonito y ver las estrellas es algo que echas de menos cuando no tienes la oportunidad, al menos a mí me pasa».

 

9. El Carrión.  «Otra cosa que recuerdo con cariño son las tardes en las orillas del río. Pienso que mi generación tiene grabadas a fuego aquellas fiestas en las Huertas del Obispo, así que este espacio debe de estar entre mis diez elegidos, aunque sea solo por los momentos vividos. Además, es un parque bastante bonito».

 

10. El Cristo.   «Por último, y quizá el más importante de los diez, mi lugar favorito de Palencia es el Cristo, mi casa. Al pensar en él veo el cerro y su monumento, al que tantísimas veces he subido. También me acuerdo de las cuevas de San Juanillo, que están justo detrás, donde me he sentido la reina del mundo. Y también recuerdo paseos, muchos paseos. Este lugar fue mi salvavidas durante la pandemia. Por allí caminamos infinidad de tardes mi madre, mi hermano y mi chico favorito, es decir, mi perro. De hecho, la fotografía del artículo es muy especial para mí ya que la hice el primer día que se permitió salir a pasear tras el confinamiento provocado por la pandemia de coronavirus. El Cristo es todo esto y mucho más.  Si pienso en él, pienso en el barrio, en las fiestas y sus verbenas, en las mañanas viendo amanecer en el parque tras una noche loca, en las tardes en la acequia, en la casa de mis abuelos, en la mía propia...»