Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


Carmen

20/03/2022

Me gusta mi nombre por varias razones: es eufónico, rotundo y posee un precioso significado: poesía, canción, encanto. Somos muchas las que llevamos tan bello nombre, pero hoy voy a hablar de solo una de ellas: Carmen Arroyo. Columnista de los jueves en Diario Palentino, maestra y escritora incansable. El viernes presentamos en el casino de Palencia, el último recién publicado. Su título Del viento y otras voces, prologado por el señor Obispo y por mí misma. Es un libro que contiene dieciséis deliciosos cuentos con protagonistas femeninos. Carmen ha seleccionado tipos de mujeres que sufren por su condición y por la carencia de recursos, pero que poseen un alma generosa, una muy marcada entrega al trabajo y a su familia con incansable abnegación. Son cuentos muy recomendables para todo tipo de lector que guste de lectura agradable y tranquila, pero, de modo muy especial, para los más jóvenes, que encontrarán en los cuentos ejemplos de distintos modos de vida que forman parte de nuestra sociedad, con los que invita al lector a meditar sobre  los problemas más frecuentes de la actualidad. Pienso especialmente en los abuelos que pueden disfrutar leyendo estos cuentos con sus nietos y comentar con ellos el contenido moral de cada cuento. La enseñanza común a todos y cada uno de los dieciséis cuentos no es otra que el valor de obrar bien. La bondad y los buenos sentimientos que nos conducen por la senda oculta de la vida hacia la felicidad. Todos estos relatos poseen un fuerte contenido emocional, ya que la autora quiere conmover al lector con la descripción de personajes dotados de gran sensibilidad que sufren por la incomprensión y la crueldad de una sociedad hostil. El estilo de Carmen se ajusta perfectamente al género y a la intención que guía su escritura. Es intimista y cálido; las descripciones de ambientes y de paisajes son muy líricas y nos hacen sentir el estado de ánimo de los personajes de los cuentos. Los beneficios obtenidos con la venta de ejemplares del libro, los cede Carmen a la fundación San Cebrián de Campos, como lo hizo con otro libro para Manos Unidas. En su nombre, gracias, tocaya.