En busca del éxito

Jesús Hoyos
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Carmen Alonso y Víctor Pajares actúan este viernes en el bar Universonoro con su grupo Coco Wine. Sus letras, que explican la diferencia entre vivir en Madrid y en una ciudad como Palencia, también retratan los problemas de la generación de los 90

En busca del éxito

Esperan no tener mucha competencia con el Descendimiento. «El target es diferente», bromea Carmen Alonso, voz y guitarra rítmica de Coco Wine, que actúa por primera vez en Palencia este Viernes Santo a las 20 horas en el bar Universonoro.

La palentina, de 23 años, llega con su grupo madrileño con el aliciente de que «cuando empiezas, no puedes parar». Coco Wine estrenó en diciembre su primer EP, Capital. Madrid es, precisamente, el hilo conductor de este trabajo de presentación que surgió «de forma orgánica». Cuatro canciones «que intentan cercar la ciudad desde el prisma de quien emigra con la inocencia de una ciudad más pequeña y con las ganas de éxito del recién llegado». 

Y es que tanto ella como el bajista, Víctor Pajares, son de Palencia y ahí está el origen del grupo, cuyo nombre surgió del ingenio de él y del Casco Viejo, «un bar clásico de la ciudad muy conocido por su vino de coco, por lo que la raíz es palentina al 100%». Pronto conocieron a Pablo Rego, guitarrista segoviano con el que sintieron la unión castellana. Tras la entrada de Ignacio García, batería de Zaragoza, empezaron a tocar. «Fue conexión en el primer ensayo», recuerda Alonso. 

En resumen, «un grupo de colegas que aman la música y que, de manera profesional o personal, están conectados con ella». Su esencia está en «dar voz de una forma más madura» a los problemas de la gente de su generación, la de los noventa. Expresan sus sensaciones de forma crítica, pero desenfadada porque se sienten «hijos de todas las crisis económicas, políticas y de la democracia». «Estamos atrapados entre la gente de los ochenta -que tuvo problemas, pero pudo optar a trabajos fijos y remuneración suficiente- y la que viene detrás -mucho más preparada y actualizada», comenta.

Los otros tres integrantes se encargan de la parte instrumental, mientras que ella compone las letras. Eso y su voz la vinculan directamente con su familia materna. «Mi bisabuelo tocaba la dulzaina, mi tío-abuelo es el dueño de la tienda Sí Bemol y mi madre ha cantado desde joven en una orquesta y en espectáculos musicales -añade-. Es una artista impresionante. Como si Paco de Lucía tuviera un hijo guitarrista: vives en la sombra, pero siempre es mejor tener esa base e influencias». 

Siguen buscando su sonido aunque la gente les mete en el garage rock, «un rock más libre», precisa. A todos les apasiona el indie rock de The Strokes y les gustaría sonar a Los Nastys, The Hives o Perro, aunque asegura que también están muy atentos a la escena latinoamericana. 

Capital llegó, «como todo en esta vida», con dinero. Y es que, en vez de tocar primero «para sacar unas pelas», optaron por entrar por la puerta grande. «Somos músicos, habrá que dar conciertos», pensó después. El primero llegó también en diciembre, en la sala Maravillas. Reconoce que, si bien no es complicado encontrar un hueco para tocar en la capital, «la voluntad y las ganas son lo más importante». «Si no te apasiona, es un mundo que quema mucho», subraya para criticar a renglón seguido la falta de infraestructuras en Palencia.

Eso sí, afronta con «mucha ilusión» su visita a la ciudad: «Nada me haría más ilusión que mi prima pequeña me viera y quisiera montar un grupo de tías haciendo rock. Me gustaría ser un aliciente para quien piensa en formar una banda porque, pese a la precariedad, tener un grupo es la experiencia más guay que he vivido».

Continúan formándose gracias a una beca del Ayuntamiento madrileño, planean sacar otro EP antes de verano y seguir dando conciertos. A corto plazo, estrenar en mayo un  videoclip grabado en Frómista, su pueblo, reivindicando las propias raíces.