a Feria de Artesanía  cerró ayer las puertas de su vigésima tercera edición, y el balance es «muy positivo» según se desprende de los expositores consultados, si bien alguno señala que «ha costado un poco». La afluencia de personas  ha sido masiva, con jornadas de especial concurrrencia, como la víspera de la festividad del patrono, así como el día grande y el primer sábado que la feria estuvo abierta al público.

El evento servió una vez más  de escaparate a la versatilidad de materiales como el cuero, la madera, la arcilla, el vidrio o el metal y a la variedad de artículos creados por artesanos especializados en cerámica, joyería, marroquinería o cosmética natural.  Se dieron cita en el espacio que el programa de las fiestas de San Antolín reserva  a oficios artísticos y tradicionales en el paseo del Salón de Isabel II un total de 27 talleres de 14 provincias (a la  presencia mayoritaria de artesanos castellanos y leoneses, que ocuparon 20 de los 27 expositores, se unieron  otros llegados desde Galicia -uno de Pontevedra y dos de Lugo-, Madrid -dos talleres-, Navarra y Asturias). Sin llegar a ser una queja, algún artesano sí que ha visto un pequeño hándicap en la separación entre las dos tandas de puestos.

Durante diez jornadas, desde el 26 de agosto hasta ayer y en horario de mañana (de 11 a 14,30) y tarde (de 18 a 22,30 horas), el espacio expositivo y comercial mostró un extenso catálogo de productos originales, como corresponde a un sector en el que cada creador se diferencia del resto y cada creación constituye una pieza única y exclusiva, incluso aunque salga de las mismas manos y lleve la misma firma.