«Buscamos que cada persona pueda cumplir su proyecto vital»

Jesús Hoyos
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La nueva presidenta del Grupo Fundación San Cebrián asegura que su actividad, que se extiende a cinco pueblos de la provincia, supone «un fuerte impulso para el mundo rural». González destaca su apuesta por los «servicios de vida independiente»

«Hoy en día, es difícil entender San Cebrián sin la Fundación y la Fundación sin San Cebrián», subraya Emilia González. - Foto: Sara Muniosguren

Lleva 27 años vinculada al Grupo Fundación San Cebrián, al que llegó en 1995 con su hijo. Tras jubilarse, se puso a disposición de la entidad, pero no imaginó que le llegaría la responsabilidad de ocupar un puesto tan importante. Emilia González asumió en febrero la presidencia de dos de las entidades del Grupo San Cebrián (Fundación Valora2 y Fundación San Cebrián). Encara esta nueva etapa con la experiencia de ser madre de una persona con discapacidad intelectual y con la férrea ilusión de seguir mejorando el bienestar de este y otros colectivos.

¿Qué le supone asumir la presidencia de ambos patronatos?

Una responsabilidad muy grande. Asumir esta presidencia es un reto para mí. Hay que mirar cómo lo hacemos y sacar adelante este proyecto. Espero y deseo que así sea. Yo pondré todo lo que sepa y pueda de mi parte. 

Lleva casi 30 años en la Fundación tras llegar con su hijo. ¿Qué recuerda de aquellos momentos?

Eso fue algo especial. Yo no veía más que puertas cerradas porque entonces, allá por 1995, se sabía muy poco de la Fundación San Cebrián. Contacté con una persona que, por suerte, me ayudó mucho. Le comenté mi caso y me mandó que fuera allí. Sin pensármelo dos veces, lo hice un 8 de septiembre de 1995. De estar a oscuras, a partir de entonces fue ver la luz.

Una vez allí, ¿qué le motivó para entrar en el proyecto con un cargo como este?

Eva del Río, la directora general, quería hablar conmigo. Me llevé un susto porque creía que pasaba algo con mi hijo, pero ella tenía una apuesta por mí. Me propuso después de que Juan Pérez llegara al límite de mandatos. Sustituirle va a costar mucho porque tiene muchas tablas. Suerte que vive en mi bloque y me ofrece su ayuda porque tenemos muy buena relación. Mi marido y yo hemos trabajado toda la vida y no hemos podido colaborar mucho en los cargos de la Fundación. Cuando nos jubilamos, dijimos que si algún día precisaban algo de nosotros, aquí estábamos. Ahora, yo estoy de presidenta y mi marido en la junta directiva de Apaces, otra de las entidades que tenemos. 

Me ha motivado que aquí está mi hijo y estoy dispuesta a hacer todo lo que pueda y más para que esto salga bien que es, al fin y al cabo, de lo que se trata. Es una apuesta muy ambiciosa y todo lo que se hace es para el bien de los que están con nosotros.

¿Cuáles son los principales objetivos de la entidad?

La verdad es que la entidad tiene muchos objetivos, tantos como personas atendemos. Cada una es un mundo y, por eso, para cada una de ellas necesitamos unos objetivos específicos.

Pero es cierto que todos esos objetivos están encaminados hacia un mismo fin, que es acompañar a cada persona para que cumpla su proyecto de vida elegido. Nosotros, y así nos lo hemos marcado en el recién estrenado Plan Estratégico 2022-2024, queremos co-crear entornos que garanticen vidas con sentido, haciendo realidad para cada persona ese proyecto vital.

No solo ayudan a personas con discapacidad, sino también a mayores y se ocupan de cuidados paliativos. ¿La personalización y el trato cercano son clave para que se sientan a gusto con sus vidas?

Por supuesto que sí. Entendemos que cada persona es un mundo y, por lo tanto, cada persona necesita ayudas puntuales. Lo que para ti es bueno, puede que para mí no lo sea y viceversa. 

La personalización de los servicios y el situar a la persona en el centro de nuestro día a día nos ayuda no solo a ofrecer servicios de calidad, sino a personalizar cada servicio en cada situación.

Pero no solo ayudamos a personas con discapacidad intelectual, a mayores o a personas en cuidados paliativos. Nuestra entidad ayuda a todas las personas que lo necesiten. Bien es cierto que actualmente estamos dirigidos más a estos colectivos, pero es importante destacar que nuestra entidad se encamina a ayudar y acompañar a todas las personas, sin apellido.

Subrayan que el propósito es que cada persona pueda hacer realidad el proyecto de vida que elija. ¿Cómo se adapta la Fundación a eso?

Llevamos varios años desarrollando proyectos de vida de las personas, por lo que no nos ha supuesto un cambio drástico en nuestro trabajo diario. Si, por ejemplo, el deseo de muchos es lograr una vida más independiente, nuestros servicios tendrán que fomentar esa vida independiente y los servicios de residencia y vivienda tendrán que ir cambiando hacia ese deseo. 

Es bueno evolucionar, cambiar y adaptarse a las nuevas necesidades y deseos. En el Grupo Fundación San Cebrián estamos en ese camino.

¿Qué servicios de ayuda a los usuarios se han incorporado en los últimos años?

Si por usuarios entendemos personas con discapacidad, durante los últimos años hemos apostado por impulsar los servicios de vida independiente. Es importante que los servicios estén orientados a esa independencia porque la discapacidad no tiene por qué ir de la mano de la idea de depender de alguien, sino de apoyarse en alguien para ejercer sus derechos.

Y si por usuarios entendemos a otros colectivos, pues somos los que damos los apoyos sociales en su domicilio a personas mayores y en el final de su vida en los proyectos INTecum y A gusto en casa de la Consejería de Familia. Y también desde hace poco gestionamos actividades y apoyos para que los mayores de 55 años de la capital puedan tener un envejecimiento activo gracias al Ayuntamiento de Palencia.

¿A cuántas personas con discapacidad intelectual dan servicio?

Actualmente atendemos a más de 350 personas con discapacidad.

¿Cuáles han sido las mayores dificultades que ha provocado la pandemia en la Fundación? ¿Ha sido una oportunidad para mejorar o incidir en aspectos que quizá estaban olvidados?

Nos hemos encontrado con muchas dificultades, pero creo que como toda la sociedad. Nadie sabía qué teníamos que hacer ni qué era lo correcto, así que yo creo que ese desconocimiento inicial ha sido lo peor.  La incertidumbre, el no saber si lo estabas haciendo bien o mal.

Todo en esta vida tiene un aprendizaje y esta pandemia también. Nos ha dado la oportunidad de valorar pequeñas cosas que quizás antes pasaban desapercibidas.

¿Cómo vivieron estas personas y sus familias los momentos más duros de la pandemia?

Lo hemos pasado muy mal. Durante casi un año no se les ha podido ver, pero éramos conscientes de que todos queríamos y no era posible. Les ha perjudicado mucho porque antes muchos salían a pasear o hacer deporte. Ha sido muy duro.

El ocio, una parte fundamental, también ha sido alterado. ¿Cómo se están recuperando las salidas, convivencias y otras actividades?

Como en la vida de cualquiera de nosotros, ese ocio se va recuperando, aunque quizás no al mismo ritmo que en la vida de los demás. Poco a poco y con precaución, todo se retoma. Por ejemplo, se han reactivado las convivencias de las personas tuteladas y las salidas en nuestros servicios de día, así que poco a poco todo vuelve a la normalidad, intentando siempre conseguir el mismo ritmo de actividades que el resto de la población.

Son un foco de actividad social: residencias, viviendas, centros ocupacionales, centros de empleo y participación en iniciativas empresariales. ¿Qué supone eso para el mundo rural y la fijación de población?

Está claro que supone un fuerte impulso. Nacimos en un pueblo, en San Cebrián de Campos, y hoy en día nuestros servicios llegan a cinco localidades más (Frómista, Carrión de los Condes, Bahillo, Villarramiel y Villamuriel de Cerrato), a lo que habría que sumar la capital. Apostamos y creemos firmemente en el medio rural y en su futuro para el desarrollo de la sociedad. 

Actualmente, en San Cebrián de Campos hay 43 trabajadores que viven en el pueblo. Además, de sus 433 empadronados, 90 son usuarios de la Fundación. Es un volumen muy alto de empleabilidad. Todos estos trabajadores trabajan y viven en San Cebrián y a estos habría que sumar otros tantos profesionales que viven en los pueblos de alrededor.

No solo somos generadores de empleo, sino también generadores de la economía social de los municipios en los que tenemos servicios.

La cuna fue San Cebrián de Campos. ¿Cómo definiría la relación del Grupo Fundación San Cebrián con el pueblo?

Creo que la localidad demostró hace 42 años ser un pueblo acogedor. Antes, la discapacidad no se veía como ahora y por eso creo que San Cebrián ha sido y sigue siendo un ejemplo de integración. Hoy en día, es difícil de entender el pueblo sin la Fundación y la Fundación sin el pueblo. 

En el caso de los pisos tutelados, ¿cómo influyen en su autonomía e integración social? ¿Cuántas personas viven de esta forma más o menos autónoma?

Actualmente hay 150 personas que viven en las distintas viviendas tuteladas que la entidad tiene en varias localidades. Vivir en un piso tutelado permite mayor autonomía y eso genera más seguridad para esa integración de la que habla. Autonomía, seguridad, integración, inclusión… Son palabras que están implícitas en el día a día de una vivienda tutelada. 

En este sentido, ¿qué papel juegan las familias?

Voy a hablar no solo como presidenta sino también como madre. Las familias, en la autonomía e inclusión de nuestros hijos, jugamos un papel muy importante. Debemos de facilitarles esa autonomía y trabajar de la mano de los profesionales.

Valora2 es la línea de empleo del Grupo Fundación San Cebrián, que apuesta por la inclusión laboral de las personas con discapacidad intelectual. ¿Cuántos trabajadores forman parte de ella y qué servicios se ofrecen?

Actualmente la línea de empleo de Valora2 cuenta con 86 trabajadores, de los que 76 -una proporción muy alta- tienen alguna discapacidad. En cuanto a los servicios que ofrece, estos son muy variados. Contamos con una línea de cátering y hostelería, de jardinería, de tapicería, de limpieza, de ayuda a domicilio, de lavandería, un servicio de atención y conserjería, de reciclado de aceite y de manipuladores auxiliares.

¿Qué les trasladan después quienes contratan sus servicios?

Pues satisfacción o enfado, como a cualquier otra empresa. Depende. Aunque sí que es verdad que la mayoría de las veces se sorprenden del buen hacer de los profesionales de nuestra línea de empleo. Procuramos siempre dar servicios de calidad y eso el cliente lo agradece mucho. 

¿Cuál es la participación de los jóvenes en el voluntariado? ¿Cómo cree que ha evolucionado este tipo de valores solidarios?

Son muchos los jóvenes que optan por hacer alguna labor de voluntariado con nosotros. Muchos nos conocen por haber estado quizás en alguno de los cursos de la escuela de animación Puntos Suspensivos, que ofrece cursos de monitor de tiempo libre. Yo creo que la juventud siempre ha tenido esos valores solidarios, en este caso del voluntariado, pero hay que saber llamar su atención. Cuando los jóvenes realizan voluntariado con nosotros siempre terminan con una sonrisa en la boca, y es que estar junto a estas personas enriquece a cualquiera.

¿Qué deseos alberga para los próximos años?

Desearía que esta entidad siga creciendo no solo en servicios, sino también en valores. 

Al final del día, ¿cómo afecta estar rodeado de personas con discapacidad intelectual a la visión que tiene uno sobre la vida?

Ahora soy presidenta y apoyo la gestión, pero siempre he sido madre y eso me hace tener una visión de la vida más centrada en la tolerancia y en la necesidad de oportunidades. También en fomentar un cambio en la sociedad para que sea realmente inclusiva.

Todos estos años dentro de la Fundación, y con un hijo allí, ¿qué le han enseñado?

No dejas de aprender porque la vida es una maestra y te enseña mucho. A estas alturas yo estoy de vuelta, pero siempre se aprende. Y es que no te puedes quedar anclado porque los acontecimientos a veces te superan. Hay que estar siempre al pie del cañón para poder solventar los problemas que puedan surgir, así que mi mayor aprendizaje es que hay que seguir aprendiendo.

Los convenios y colaboraciones con otras entidades, como la firma reciente con la AECC, son otra parte importante de su actividad. ¿Seguirán incidiendo en esto?

Por supuesto. En nuestro Plan Estratégico lo hemos dejado plasmado: queremos co-crear entornos que garanticen vidas con sentido haciendo realidad para cada persona un proyecto de vida elegido. 

Esa palabra tan rara, co-crear, es crear con alguien y nosotros queremos seguir estableciendo alianzas con otras entidades y colectivos de la sociedad. Al fin y al cabo, si todos remamos en una misma dirección, llegaremos antes a nuestro destino. 

¿Cuál debería ser la relación con instituciones como Ayuntamiento y Diputación?

Creo que como hasta ahora. Mantenemos con ambas instituciones una comunicación fluida y cercana que nos lleva a poner en marcha proyectos interesantes. Uno de los fines de instituciones como el Ayuntamiento o la Diputación siempre es el de ofrecer un buen servicio público y nosotros, como entidad, debemos estar a su lado para facilitarles los medios para lograr ese objetivo.