Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Cuando llega la nieve

24/11/2022

Sí, en la montaña hizo acto de presencia. Las imágenes me llegaron gracias a los amigos. Uno de ellos, José Luis, desde Cubillo de Ojeda. Será compañera hasta la primavera bien avanzada y más días. Lo sé. En febrero, 1963, me compré unas botas de hule negro brillante conocidas como Katiuskas para caminar hacia mi escuela en ese pueblo de montaña. La nieve es hermosa, no hay duda posible, mientras se tiene a mano una buena estufa, chimenea, radiador, suelo radiante o aquella gloria que, valga la redundancia, daba gloria. Y si se deciden a disfrutarla y practicar deporte, como hicieron los Suárez, añadan traje adecuado, calzado ídem y demás accesorios que se convierten en pura necesidad para hacer posible el regreso a casa felices; después de varios remontes y con las pistas que dan puritico placer al deslizarse con velocidad de vértigo. ¡Ah! y qué bien se pasa si la comida es deliciosa y se saben elegir los temas y amenizar. Sí, gusta la nieve. No en otras circunstancias: Ucrania. ¿Tendrá frío el señor Putin? ¿Le gustará la nieve?
Leo esta frase «El frío es un arma en un país con 10 millones de personas sin luz. Algunas, ni siquiera con cristales en las ventanas». Y llegó la nieve. Sí, a Ucrania. (Recuerdo a los niños sin luz en La Cañada real. Dos años ya. Sin calor por tanto. Y mucho frío). Escucho la radio, veo un rato la tele. Hablan, hacen entrevistas, muestran imágenes que, ¿nos mueven a ser generosos? Mucho me temo que es más fácil quedarnos sentados, calentitos, o nos levantamos a tomar un café y, de paso, abrimos la caja de esas pastas tan ricas que ya huelen incluso con su caja de color envuelta en brillante celofán. Las noticias pasan tan rápido que, mañana lo pensaré. Hoy, no.
Hace ya tiempo unas imágenes de niños que eran puro hueso en brazos de sus madres, también desnutridas, dejaban bien claro la hambruna que se sufre en Sudán del Sur debido al cambio climático causado por la sequía, las inundaciones y otros conflictos. Y, admitámoslo: por nuestra desidia al no convencernos como una piña de que hemos de ser previsores y evitar el deterioro de nuestro entorno natural. Mientras, el invierno se llevará por delante a los más débiles: niños y ancianos. 
Sí, llegó la nieve.