Sensaciones en la vertical

A. Benito
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Arquitecto técnico de profesión, Diego Alonso nació en Palencia, pero su pasión por la escalada, la montaña y la naturaleza le llevaron a establecerse en el norte de la provincia, donde actualmente vive y trabaja. Estos son sus diez lugares favoritos

Vida en la vertical

1. La caseta de la mangada. «Tierra de Campos puede ser un desierto o un vergel, todo depende de la época del año en que se visite. La caseta de la mangada, en Villaherreros, es un lugar/metáfora real en medio del llano, una construcción con un pozo que servía antiguamente de punto de encuentro, descanso y avituallamiento para los habitantes de la zona. Allí se puede disfrutar de la sobrecogedora unión del cielo y la Tierra de Campos. También es un buen lugar para ver alguna avutarda y, si se agudiza el oído, hasta se puede escuchar el chirrido de los carros de antaño y los relinchos de las bestias».


2. Calle Mayor de Palencia. «Nací en Palencia y allí viví hasta que me fui a estudiar fuera. Después he vuelto a temporadas, hasta que me establecí en el norte. Mi familia está allí y parte de mi trabajo también, por lo que no paso más de diez días (confinamientos aparte) sin ir y aprovechar para acercarme a la calle Mayor que, más allá de récords, es un lugar en el que disfrutar de un tranquilo paseo bajo sus soportales y en el que encontrarse con conocidos».


3. Las Tuerces. «Este paraje tiene un montón de capas de interés por sus valores naturales, quizá tantas como estratos geológicos. Es un lugar mágico lleno de posibilidades para el disfrute de la naturaleza. Es fácil perderse en su laberinto y difícil no encontrarse con alguien que lleva un colchón en la espalda para proteger sus caídas cuando escala. He tenido la suerte de vivir varios años al pie de las Tuerces, en Villaescusa de las Torres y, a pesar de haber pasado allí mucho tiempo, siento que es imposible aburrirse de aquello. Tengo varios sitios donde voy a ver atardecer, por su accesibilidad o espectacularidad. Las Tuerces es uno de ellos».


4. Valle de Recuevas. «Dentro del paraje de las Tuerces está este valle con entidad propia. En una época de redes sociales y etiquetas puse en mi perfil de Instagram: #naturaleza #montaña #escalada #arquitectura y no necesariamente en este orden. Dado que mi compañera y yo tenemos otro perfil destinado al estudio de arquitectura, ahí solo hay fotos de los tres primeros hastags. Muchas de ellas, por supuesto, de este pequeño y a la vez precioso valle que hace las delicias de los escaladores locales y foráneos».


5. Plaza de España en Aguilar de Campoo. «Vivo y trabajo en Aguilar y no me hace falta buscar mucho en esta villa para encontrar lugares bonitos; hay muchos, pero la plaza, para mí, representa con su arquitectura de soportales, miradores y palacios un perfecto lugar para el encuentro en cualquier época del año. Reúne la vida social del pueblo y los martes se celebra el mercado que atrae a personas de localidades vecinas aportando productos de cercanía y manteniendo una tradición».


6. Valdecebollas. «Una montaña asequible y divertida en la que puedes hacer un montón de actividades. Gracias a su accesibilidad, subiendo desde el Golobar te puedes permitir licencias como empezar un poco tarde o quedarte a ver los atardeceres con el macizo de Fuentes Carrionas y los Picos de Europa como telón de fondo y bajar de noche».


7.Curavacas y Espigüete. «Por mucho que elija una camiseta de los Nikis del Páramo, no podré decidirme entre una de estas dos montañas de manera definitiva. Las experiencias en las montañas dejan en nosotros una huella que nos acompaña siempre y estas son las montañas de casa, donde hemos aprendido y nos hemos hecho alpinistas. Por ello, y por su belleza, son lugares especiales para mí».


8. Ermita de Santa Eulalia en Barrio de Santa María. «Como amante de la arquitectura románica me resulta muy difícil escoger una ermita en la provincia pero tengo cierta predilección por esta. Santa Eulalia es un templo pequeño y sencillo, que casi podría haber hecho un niño, su puerta de tejo, sus muros de piedra que permiten imaginar el trajín de los canteros en la Edad Media y sus preciosas tallas siempre me emocionan. El interior, además, guarda sorpresas inesperadas para un templo de este tamaño».


9. Valle de Mudá. «Desconocía este valle hasta que me llamaron para un trabajo en Perapertú, un pueblo que tiene un nombre tan bonito que parece inventado. De ahí hasta Rueda se abre el valle que baja de la ladera del Valdecebollas y vierte sus aguas en el Pisuerga, un sitio con bosques espectaculares y bisontes. Una zona de montaña amable que, además, disfruta de unas de las mejores condiciones climáticas de la Montaña Palentina».


10. Bodegas de San Pedro. «Acostumbrado a construir mirando al sur para aprovechar la energía y la luz del sol en mi trabajo, admiro cómo el saber popular ha construido un poblado orientado al norte, destinado al vino, en el que claramente la forma sigue a la función. Como esto va de lugares, más allá de la naturaleza báquica del enclave, (aunque, por qué no disfrutar allí también de un traguito de vino), me quedo con las magníficas vistas que se proyectan sobre el pueblo de Villaherreros y sus campos, rematado el paisaje con la silueta de la Montaña Palentina, que desde ahí parece que se puede tocar».