Enseñar a parar el comer emocional

DAVID HERRERO (ICAL)
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La coach especialista, Laura Sanz, realiza sesiones por videollamada o teléfono para ayudar a mujeres que utilizan la comida comorespuesta a un problema en su vida

Enseñar a parar el comer emocional - Foto: Jonathan y Ana

Una ayuda esencial contra el comer emocional de las mujeres o toda aquella conducta con la que se come para «calmar una emoción que no se sabe gestionar y, sin que exista una necesidad fisiológica, se come para calmar emociones». Una solución rápida a un problema «más complejo de lo que parece», explica en declaraciones a la Agencia Ical la coach especialista en esta materia, Laura Sanz.

La profesional ayuda a través de sesiones a mujeres que comen emocionalmente, con el fin de encontrar sus propios recursos para gestionar las emociones y afrontar o resolver situaciones que les resultan difíciles o estresantes en su día a día sin recurrir a la comida de forma sistemática. 

Afirma que el hambre emocional «es una conducta en gran parte aprendida», ya que en un momento de la vida en el que se encontraba una persona mal, del que ni siquiera puede que se sea consciente, comenzó a comer, algo que «el cerebro grabó la conducta como una solución en situaciones de nerviosismo, susto o superación».

Por ello, la idea de abordar este tema parte de la propia experiencia de Sanz con este tipo de conducta y de su necesidad de resolver determinadas situaciones que la llevaban a tener una alimentación emocional. «En el coaching encontré una manera rápida y eficaz de hacerlo y ahora quiero ofrecer a mujeres que pasan lo mismo que yo. Mis conocimientos y mi experiencia, para poder vivir su vida teniendo una relación sana y equilibrada con ellas mismas y con la comida».

La también filóloga y mediadora traslada que este tipo de conducta «alivió en algún momento de miedo, de nervios o de tensión», motivo por el que se reproduce «casi de forma automática». La comida «es una forma de cubrir dos necesidades básicas del ser humano, el placer y la satisfacción, de forma rápida y sin depender de nadie», recalca a Ical. Hay muchos motivos para este tipo de conducta, ya sea el estrés, la ansiedad, la autoexigencia, la soledad, el aburrimiento, una ruptura sentimental o la pérdida de un ser querido. Todas ellas suelen ser las causas más frecuentes, puntualiza.

Día a día. No se trata de volver a aprender a comer, sino «saber para qué se está comiendo y averiguar si la comida ayuda a afrontar la soledad, a atenuar una emoción que no se sabe cómo gestionar o cubrir una necesidad que no se está atendiendo en otra parcela de la vida». 

«Cuando descubres el origen real que te hace comer emocionalmente puedes encontrar recursos alternativos a la comida para resolver la situación». Detalla que generalmente se comen alimentos dulces, porque «aportan energía de una forma muy rápida y resultan atractivos por su sabor y presentación».

Además, agrega a la Agencia Ical que suelen tener un precio económico, lo que los hace «más accesibles que otro tipo de alimentos». Y es que, esta conducta es un condicionante muy fuerte en el día a día de las mujeres que lo viven, ya que la comida «se convierte, en muchos casos, en el centro de sus vidas». 

Sanz deja claro que momentos que son sencillos para muchos, se convierten en situaciones difíciles para estas personas. Desde hacer la compra y prepararse la comida hasta un momento de ocio como salir con amigos. «Para ellas son situaciones donde sienten que es más complicado gestionar su relación y su forma de actuar con la comida», asegura.

Solución y prevención. Señala que lo importante es poner conciencia a esta conducta. «Pararte a sentir lo que sientes sin tratar de huir de ello y a ponerle un nombre, porque a veces no distinguimos bien qué emociones estamos sintiendo porque es una mezcla de muchas cosas», apunta. 

Por ello, es importante ver cómo se viven esas emociones. Es decir, «qué pensamos sobre ellas, descubrir qué significan para nosotros, si nos asusta sentirlas o cómo reaccionamos ante ellas», apunta a Ical.

Con esta información, comenta que se está dando «un gran paso para encontrar otros recursos que ayuden a gestionar las emociones sin recurrir a la comida y, no sólo eso, también es un avance para algo más importante, conocerse mejor».

La coach especialista en Hambre Emocional destaca que la prevención en este caso es reconocer si la forma de comer «responde a impulsos emocionales más que a una necesidad fisiológica». «No podemos conocer de antemano si una situación de nuestra vida nos va a llevar a comer emocionalmente, pero si podemos, cuanto antes, tomar conciencia de ello», añade.

Por todo ello, la experta detalla que todas aquellas mujeres que se encuentren en esta situación pueden contactar con Laura Sanz a través de la página web www.lausanz.com, por el correo electrónico laura@lausanz.com o por WhatsaApp +34 682 245 929. Las sesiones se realizan por videollamada o por teléfono.

«Si tienes un deseo irrefrenable por comer que no eres capaz de controlar, si sólo te apetece comer un tipo determinado de alimentos, si comes y no te sacias, sin ingieres mucha comida en poco tiempo o si te sientes culpable después de haber comido, es más que probable que tu alimentación esté respondiendo a tus emociones y no a tus necesidades fisiológicas», apostilla a la Agencia Ical Laura Sanz.

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